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Rio de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). La escena que vivió Venezuela en la noche del domingo 7 fue la misma que al final de cada elección presidencial celebrada en los últimos 14 años: Hugo Chávez alzando sus brazos como vencedor, sus seguidores festejando en las calles de Caracas y sus rivales frustrados por la derrota. Esta fue la tercera reelección consecutiva para un período de seis años de gobierno que logró el teniente coronel, que obtuvo 55% de los votos contra 44% de su rival de turno, Henrique Capriles Radonski. Sin embargo, pese a todo este déjà vu venezolano, es posible que el próximo período de gobierno de Chávez sea distinto en varios aspectos a los anteriores.
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La mayoría de votos que obtuvo el presidente venezolano fue clara y reconocida por el propio Capriles, pero éste logró reducir en más de 10 puntos porcentuales la ventaja que Chávez había obtenido en elecciones pasadas. Esto quiere decir que si la oposición mantiene la alianza estratégica que tuvo para estos comicios a pesar de su heterogeneidad, tal vez pueda asumir un mayor control de la gestión del gobierno que hasta ahora. El propio Chávez, de 58 años, es un líder físicamente más débil, como pudo notarse en la campaña a pesar de su afirmación de que está curado del cáncer que le detectaron el año pasado, y las dudas sobre si podrá completar su nuevo mandato permanecen. A esto se suman una serie de problemas económicos crecientes en materia fiscal e inflacionaria que pueden suponer un desafío para el presidente y la lealtad de muchos de sus seguidores.
Luego de meses de intentar descalificar a sus adversarios, en la noche del domingo Chávez los felicitó por haber reconocido “la victoria del pueblo, la victoria bolivariana”. Eso, aseguró, supone “un paso muy importante en la construcción de la paz en Venezuela”. Al día siguiente, anunció en su cuenta de Twitter que había llamado por teléfono a Capriles y ambos mantuvieron “una amena conversación”. Sin embargo, parece difícil que el presidente acepte el pedido de su rival electoral para que “lea con grandeza” la expresión de las urnas y entienda que existen dos visiones diferentes del país. Todo indica que Chávez interpretará el resultado de los comicios como una invitación a avanzar en lo que define como “el socialismo bolivariano del siglo XXI” y sus críticos temen que esto se traduzca en un mayor control estatal de la economía, un poder cada vez más concentrado en el mandatario y más limitaciones a la libertad de expresión. “El presidente va a profundizar su proyecto, que destruye los filamentos democráticos del país”, dijo Alonso Moleiro, un analista político venezolano consultado por Búsqueda.
El poder de Chávez
La elección en Venezuela transcurrió en relativa normalidad, sin el desenlace violento que muchos temían y sin denuncias de fraude en el conteo de votos. La participación superó el 80%, una de las más altas que el país recuerde. Chávez demostró que mantiene una base electoral sólida entre los sectores más populares, basada en su carisma personal y en todos los programas sociales que ha implementado su gobierno. Pero muchos advierten que esto está lejos de significar que la batalla electoral que él mismo definió como “perfecta” haya sido justa. “El presidente compite con ventajas, hay un desbalance muy grande de recursos y la oposición tiene dos opciones: no ir o competir en desventaja”, sostuvo Moleiro.
Agregó que Chávez tuvo para su reelección una maquinaria electoral organizada y alimentada con mucho dinero, con todo el aparato de un Estado rico en ingresos petroleros, programas de transferencias directas de recursos, presiones para lograr el voto de funcionarios públicos y ciudadanos dependientes de la ayuda gubernamental, y medios de comunicación y cadenas de radio y televisión para utilizar a su antojo. “Venezuela no es una dictadura, no es Pinochet: aquí no secuestran a la gente para matarla, los soldados no invaden las transmisiones de radio”, explicó el analista. “Pero hay un régimen autocrático muy claro”.
Chávez renovará en enero su mandato de seis años, con el cual completaría dos décadas seguidas como presidente venezolano (alguna vez mencionó que pretendía seguir en el cargo hasta 2031). Sin embargo, su estado de salud sigue siendo motivo de incertidumbre. Luego de haber sido operado tres veces de un cáncer sobre el cual nunca ofreció detalles, y de someterse a tratamientos de radio y quimioterapia, Chávez realizó una campaña electoral bastante menos intensa que en el pasado y muchos se preguntan aún quién y cómo lo sucederían si saliera del poder antes de 2019, un tema que en el pasado generó tensiones dentro del oficialismo. Por lo pronto, la Constitución venezolana establece que si el presidente abandona el cargo o muere en la primera mitad de su período de gobierno, deberá haber un llamado a nuevas elecciones. Pero algunos especulan que Chávez puede intentar cambiar esta regla.
La clave económica
Al saludar a sus seguidores el domingo por la noche desde el balcón del palacio de Miraflores, Chávez se comprometió a ser “cada día mejor presidente”. Pero también indicó que piensa avanzar en su programa socialista, sin ofrecer detalles. Moleiro dijo que esto puede significar una mayor transferencia de recursos para el “Estado comunal”, que consiste en consejos comunitarios vistos como alternativa a las instituciones tradicionales de la democracia representativa, un mayor hostigamiento a medios de comunicación privados por la vía tributaria y un aumento de las estatizaciones de empresas y tal vez de algunos bancos, sin acabar totalmente con la propiedad privada,
José Antonio Gil Yepes, socio-director de la empresa encuestadora venezolana Datanálisis, evaluó que la mayor intervención del Estado en la economía será la respuesta gubernamental a las restricciones que enfrenta el país, con un colchón de reservas internacionales que disminuye y una inflación próxima a 20%. “Venezuela va a tener un problema fiscal y de divisas gravísimo, y va hacia un mayor proceso inflacionario porque el gobierno va a tener que devaluar. Entonces el gobierno tenderá a insistir en unos controles exageradísimos de precios que van a desmotivar o presentar conflictos a las empresas privadas. Dentro de la lógica que han venido manejando, ahí viene la estatización: si no produces al precio que yo digo, te estatizo”, señaló. “Eso agrava el problema económico en vez de resolverlo”
Según el analista, un escenario de esa naturaleza aumentaría el descontento con la gestión del presidente, ya que buena parte de los votos que obtuvo no son ideológicos sino “utilitarios”, es decir, a cambio de beneficios concretos. Pero es demasiado pronto para saber si la oposición sabrá capitalizar una situación así actuando con unidad. Es posible que Capriles, de 40 años, en vez de apostar a actuar exclusivamente como líder opositor, se postule en los comicios estaduales de diciembre a un segundo mandato como gobernador de Miranda, uno de los más poblados del país que comprende una porción de Caracas. “Tal vez se repita la historia en que los líderes opositores han desaparecido”, dijo Gil Yepes, “y la oposición vuelva a retroceder”.