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Montevideo ya tiene su Bienal de Arte. Su segunda edición está en marcha desde este jueves 25 de setiembre hasta el 22 de noviembre en la formidable sede central del Banco República en la Ciudad Vieja y otros edificios de la zona. Está la uruguaya Rita Fischer, que ya es una garantía de calidad. También hay trabajos de Javier Bassi, Fernando Álvarez Cozzi, Matilde Campodónico, Paola Monzillo y Ricardo Lanzarini entre otros compatriotas destacados. Pero hay once artistas nacionales y cincuenta extranjeros. Se presentan propuestas de los argentinos Eduardo Stupía y Leandro Erlich, el brasileño Cao Guimaraes, los chilenos Patrick Steeger y Francisco Spinoza, por nombrar algunos de los variados y reconocidos artistas latinoamericanos. Pero también hay convocatorias de países más o menos lejanos como Croacia, Sudáfrica, Suiza, Marruecos, Albania, China, India y varios alemanes. Entre instalaciones (plato predilecto de las bienales), pinturas, fotografías y videos (lo más destacado de la Bienal anterior) se presenta una muestra singular que genera muchísima expectativa. En principio, hay que aplaudir este esfuerzo.
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“500 años de futuro” se propone como tema central para este año, una reflexión sobre el tiempo y el espacio desde la perspectiva del impulso hacia el futuro. “El arte es una máquina del tiempo”, dice el texto que justifica la propuesta y en el que se puede leer entre líneas un énfasis latinoamericanista desde la crítica a la cuestión europea, a su influencia sobre nuestra historia, a su pasado de violencia y dominación, a la mirada crítica del colonialismo. Esa es una posible interpretación de un texto que dice banalidades como que “el título (de la Bienal) sugiere que en todos los momentos de la historia el presente ha sido una proyección hacia el futuro”. O al hablar de nuestros 500 años de historia “se encuentran divididos en dos mitades, porque en Sudamérica siempre se tuvo que considerar o incluso vivir la historia de Europa”. Banal y discutible. O cuenta historias como la del reloj “más antiguo de América” que todavía “funciona correctamente”, creado por los moros para la Alhambra, donado por el Rey Felipe III a la Catedral de Comayagua (Honduras), dato coronado por la pomposa frase “hasta el tiempo fue importado de Europa”.
El texto aparece firmado por el alemán Alfons Hug (destacado curador de la Bienal de San Pablo), uno de los curadores junto al músico y artista plástico uruguayo Santiago Tavella (El Cuarteto de Nos). Dice también el texto enviado a la prensa y que figura en la página web de la Bienal que “mientras que los llamados ‘medios sociales’ incrementan la velocidad, como si de esta forma uno podría acercarse más rápidamente al futuro y a otras personas, cada vez más artistas ven como la tarea más noble del arte la detención del curso del tiempo o, más aún, la posibilidad de construirlo ellos mismos”. Más allá del curioso desajuste temporal del verbo, que el arte “podría” detener “el tiempo” es una metáfora interesante que “pudiera” generar creaciones tan poderosas como las de construir “ellos mismos” el “curso del tiempo”. Solo faltó decir que “el reloj de la historia atrasa”. Por suerte están los artistas capaces de “detener el tiempo” y mucho más. Y el arte, que finalmente supera cualquier intento de encasillarlo. Por suerte, en dos semanas se adelanta la hora, por culpa de los europeos que inventaron todo. Lo cierto es que ganamos tiempo, un poquito, para disfrutar de la Bienal, sin apuros, como debe ser.
“2ª Bienal de Montevideo”. Del 25 de setiembre al 22 de noviembre. Lugar: Hall central del BROU (Cerrito 351), Edificio Anexo (Zabala 1520), Iglesia San Francisco de Asís (entrada por Cerrito y Solís) y Palacio Taranco (25 de Mayo 376). Horarios: de martes a sábados de 10 a 17. En el Taranco la visita es de lunes a viernes de 12:30 a 17:30.