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Resabios de una cultura machista obstaculizan el crecimiento de candidaturas femeninas
El electorado uruguayo es favorable a una mayor presencia de mujeres en política, pero en el interior de los partidos persisten las barreras, dice el sociólogo Ignacio Zuasnabar
Ignacio Zuasnabar en la sede de Equipos Consultores en Montevideo. Foto: Javier Calvelo, adhocFOTOS
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La presencia de las mujeres en la política uruguaya sigue siendo minoritaria y hasta ahora las posibles precandidatas por el Frente Amplio y el Partido Nacional —Carolina Cosse y Laura Raffo— no han logrado liderar en la carrera hacia las internas. Para Ignacio Zuasnabar, director de Equipos Consultores, el “género” estará encima de la mesa en la próxima contienda electoral, aunque no es un factor con la suficiente fuerza para definir una elección.
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—Tiempo atrás el expresidente José Mujica dijo que Cosse tenía la ventaja de que ser mujer “está de moda”; sin embargo, las dos posibles precandidatas en el Frente Amplio y el Partido Nacional están por detrás de los precandidatos varones y las mujeres siguen siendo una minoría en la mayoría de los espacios políticos. ¿Es una ventaja “la novedad” de ser mujer o sigue siendo una desventaja en una política tan masculina como la uruguaya?
—El tema género va a estar encima de la mesa como un factor. El electorado uruguayo es consciente de que es beneficioso para la democracia aumentar la representación de género y la sociedad está preparada para tener una presidenta mujer, porque nuestras diferencias culturales en ese sentido con Argentina, Brasil y Chile no existen y todos han tenido presidentas mujeres. Pero, cuando preguntamos directamente cuánto es el electorado que estaría dispuesto a moverse solo por el factor género, es mucho más marginal. Probablemente no es suficiente por sí mismo para inclinar una elección, salvo que sea muy reñida. Podría ser un diferencial de posicionamiento, de construcción de una candidatura, pero no es que haya un conjunto enorme de uruguayos que digan “pase lo que pase voy a votar a una mujer”.
—¿Y puede operar como una desventaja?
—Sí, puede ser, porque aún quedan resabios de una cultura muy machista en torno a la política.
—También en el interior de los partidos.
—Exactamente. Toda la evidencia indica que opera con mayor fuerza en el interior de los partidos políticos. Los principales obstáculos para el crecimiento y el desarrollo de candidaturas femeninas están más dentro de los partidos que afuera. Está claro que hay un problema de estos partidos duros, bien consolidados, que es bueno que existan para nuestra democracia, pero que quizás en sus propios mecanismos incluyen barreras para las mujeres.