A menos de tres meses de la próxima conferencia ministerial de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a realizarse en Kenia, Uruguay tiene la posibilidad de obtener algún beneficio, pero eso dependerá de cómo jueguen los negociadores uruguayos en ese marco.
Eso opina Daniela Alfaro, una economista especializada en temas agropecuarios que integra el equipo de expertos para el grupo de alto nivel sobre seguridad alimentaria y nutrición de las Naciones Unidas, y además asesora en negociaciones multilaterales al ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre.
“Uruguay debería trabajar activamente en estos tres meses previos y hacerles saber a aquellos países que quieren cerrar la ronda, la importancia que tiene el acceso a mercado” para el país, dijo Alfaro a Búsqueda.
De cara a la conferencia ministerial a efectuarse del 15 al 18 de diciembre en Nairobi (Kenia), estimó que “el gran logro que parece vislumbrarse es la eliminación de los subsidios a las exportaciones” agrícolas. Otro escenario posible es que no haya consenso, lo que llevaría a “rediscutir el rol” de la OMC.
—Son siete grandes áreas: agricultura, bienes industriales, servicios, un paquete en desarrollo, bienes ambientales, un mecanismo permanente de constitución de existencias públicas para atender la seguridad alimentaria, normas sobre transparencias y prohibición de subvenciones a la pesca. Además, un acuerdo plurilateral sobre tecnologías de la información.
El rumbo que tomen las negociaciones está fuertemente condicionado por el nivel de ambición fijado en el tema agrícola, que es complejo y solo muestra consenso en el pilar de eliminación de los subsidios a las exportaciones agrícolas en una fecha a acordar. Varios países defienden su posición de mantener las modalidades de recortes de ayuda interna y de mayor acceso a mercado, propuesta en 2008, que ya contienen un esfuerzo negociador y técnico, y estaría fuera de las posibilidades revisarlo o proponer nuevas alternativas. Estados Unidos (EEUU) manifestó su rechazo a esas modalidades argumentando el cambio en el escenario internacional y los incrementos de gastos en apoyo en agricultura de países como China e India. China actualmente tiene nivel de apoyo al productor similar a EEUU. Tanto China como India han sido muy duros y no aceptarán recortes sustantivos en apoyo doméstico, insistiendo sobre el trato especial y diferenciado.
La ronda fue lanzada en 2001, en un contexto bien diferente. Ahora hay nuevas preocupaciones, como una mayor demanda de alimentos de una población creciente, las amenazas del cambio climático, limitaciones en los recursos naturales, específicamente del suelo, el agua y la biodiversidad.
—¿Qué se puede esperar de esta décima conferencia ministerial?
—Hay dos escenarios más factibles. El no acuerdo o el cierre de la ronda con un mini paquete.
El no acuerdo puede llevar a rediscutir el rol institucional y sistémico de la OMC. Si esto sucede, es posible que el organismo se concentre en la administración de los acuerdos regionales existentes con funciones de transparencia en información de comercio y solución de disputas comerciales. En este escenario podría abrirse una vía para acuerdos plurilaterales administrados por la OMC, como el acuerdo de compras públicas, el de tecnologías de Información o el propio Acuerdo en el Comercio de Servicios (TISA, por su sigla en inglés) en el futuro.
El otro escenario, más positivo para Uruguay, es que se cierre la ronda con un mini paquete. Aun no hay una propuesta concreta de cuál sería el contenido, es muy factible que incluya elementos de los tres pilares de negociación en agricultura —acceso a mercado, disciplinamiento de medidas de ayuda interna y las subvenciones a las exportaciones— y una simplificación de las flexibilidades, que reducen el nivel de ambición de los resultados esperados. El gran logro que parece vislumbrarse es la eliminación de los subsidios a las exportaciones agrícolas.
En apoyo interno no es esperable un resultado sustantivo, quizás un recorte básico promedio de bajo impacto.
Dado el tenor de estas negociaciones, no parece que sea una ronda de acceso a mercado, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, cuando Uruguay logró las cuotas arancelarias en los principales productos de exportación.
—¿Cuál sería la posición de Uruguay en estas negociaciones?
—Entre los miembros de la OMC Uruguay podría considerarse único, ya que es un país relativamente abierto, competitivo en términos agrícolas, y pequeño, sin una agenda relevante de acuerdos comerciales. Al no tener una agenda comercial activa, el país espera que el sistema multilateral le brinde el acceso que bilateralmente no consigue. En la OMC cada país es un voto; que de 163 países que la integran 162 levanten la mano y uno no, es muy difícil.
Uruguay debería trabajar activamente en estos tres meses previos y hacerles saber a aquellos miembros que quieren cerrar la ronda, la importancia que tiene el acceso a mercado para nuestro país. Esa es una carta de negociación que es necesario jugar con los líderes mundiales, como EEUU, la Unión Europea, Australia, China y Brasil.
—¿A qué beneficios podría aspirar Uruguay?
—Va a depender del contenido de ese mini paquete y del balance a lograr principalmente con bienes industriales, que es donde Uruguay puede hacer concesiones a través del Mercosur.
—¿Qué papel deben jugar los negociadores uruguayos?
—En la Ronda Uruguay el país obtuvo cuotas en carne y en lácteos en EEUU y en Europa, que son bien importantes para nuestro comercio. Eso se logró por el rol activo y muchas veces protagónico de nuestros negociadores.
Depende de cómo juguemos en estos tres meses que quedan. Uruguay tiene una delegación en Ginebra que está atenta. Hay una sala en la OMC que tiene el nombre de un gran negociador uruguayo, Julio Lacarte Muró. Uruguay tiene una tradición de grandes embajadores y negociadores.
Hoy, tanto a nivel público como privado hemos perdido entrenamiento en las negociaciones. Si uno mira a Colombia, a Chile, a Perú, a Costa Rica, para no nombrar solo a países desarrollados, ellos tienen un training bien importante en acuerdos comerciales.
—¿Qué peso tienen hoy en la agenda comercial las exigencias de los consumidores?
—La semana pasada, 193 miembros de la ONU adoptaron formalmente los objetivos de desarrollo sostenible, que sustituyen a los objetivos del milenio. Estos objetivos abogan por una producción y consumo más sostenible desde el punto de vista ambiental, económico y social. Es muy posible que dadas las tendencias actuales de la política internacional, la agenda de las negociaciones multilaterales esté definitivamente volcada a estos aspectos.