Pero además en el momento justo de la cosecha se da un repunte interesante de los precios internacionales. Después de caer a un piso para los últimos dos años –US$ 196 por tonelada el 27 de noviembre– la cotización del trigo en Chicago rebotó hasta un máximo en cuatro meses, a US$ 230 por tonelada el 7 de diciembre.
La suba se explica por la demanda de una China necesitada de cereal tras una cosecha decepcionante, perjudicada por las intensas lluvias en período de cosecha. Las compras que los asiáticos concretaron de trigo estadounidense levantaron los precios en la bolsa de Chicago y en Uruguay se tradujeron principalmente en un aumento de los precios de la cebada para malterías.
De fluctuar entre US$ 200 y US$ 210 por tonelada en noviembre, el precio al productor en Uruguay saltó a US$ 225 en la primera semana de diciembre. El trigo se mantuvo relativamente estable entre US$ 200 y US$ 210, más dependiente del mercado regional.
“El trigo va a dejar el margen más grande; si sacás 5.000 kilos de trigo a US$ 200 o US$ 210 por tonelada eso deja un margen interesante”, apuntó el vicepresidente de la cooperativa Copagran, Alejandro Solsona.
El costo por hectárea cultivada para el trigo fue calculado en US$ 857 por la Sociedad de Fomento de Colonia Valdense (Sofoval) en mayo. A un precio ajustado de US$ 210 por tonelada (el original era US$ 260) el rendimiento de equilibrio sería de unos 4.080 kilos por hectárea.
“Si se consolidan los rindes estimados en unos 5.000 kilos, los márgenes van a ser buenos”, consideró el gerente agronómico de Sofoval, Carlos Ramírez; unos US$ 200 por hectárea.
Mientras las tareas avanzan se están haciendo ventas a los precios actuales: “no veo mucha especulación, la gente va cosechando y va vendiendo, tratando de hacer caja”, indicó Ramírez. Entre el 1 de noviembre y el 5 de diciembre se exportaron 160.000 toneladas de trigo, 60% más que en el mismo lapso de 2022, a un promedio de US$ 248 por tonelada.
Para aquellos productores que obtuvieron rendimientos “excepcionales” la zafra será “memorable”, apuntó Ramírez. Puso como ejemplo el caso de un agricultor que cosechó temprano y pudo terminar antes de las lluvias: “gastó unos pesos más en secado, pero sacó más de 6.000 kilos por hectárea”. En Copagran y Agromotora Flores registraron chacras de más de 8.000 kg/ha que en los papeles pueden dar márgenes de US$ 800 por hectárea.
Las lluvias de la primera semana de diciembre complicaron el final de la cosecha. Al 7 de diciembre quedaba por levantar algo más del 10% de la cebada –una parte embolsada– y alrededor del 30% del trigo que, después de recibir unos 100 milímetros de lluvia, podría ver afectada su calidad en términos de peso hectolítrico (PH) y cantidad de proteína.
Copagran ha cosechado “un volumen muy importante de trigo de muy buena calidad”, dijo Solsona, “con alguna dificultad en falling number (pregerminación), pero nada grave; si va a haber trigo forrajero será muy poco”.
Según el trader Ignacio Foderé, la comercialización de trigo va a ser compleja, “porque el mercado internacional sabe que el grano de Uruguay está saliendo flojo de PH, y por más que los promedios de calidad anden bien los compradores internacionales saben de la debilidad; no es la primera vez que pasa, y es esperable que los precios bajen”.
Con los rendimientos esperados la producción de Uruguay triplicará las necesidades de consumo (500.000 toneladas en el año) y dejará un saldo exportable que se puede estimar en 1 millón de toneladas. El precio en la región está presionado a la baja a pesar de las subas en Chicago.
Vecinos en problemas
Además de China, otro aspecto favorable son los problemas de los vecinos. En Argentina esperan una cosecha mediocre (de 14,7 millones de toneladas); las lluvias llegaron tarde para mejorar un rendimiento que se estima en 2.350 kg/ha de promedio, con el 48% del área recolectada. El rendimiento de Uruguay podría duplicar al de los vecinos, algo que hubiera sido impensable unos años atrás.
En Brasil fueron los excesos de humedad los que impactaron fuerte sobre el trigo, y con la cosecha casi terminada la Comisión Nacional de Abastecimientos (Conab) redujo su estimación de producción de 9,63 a 8,14 millones de toneladas (MT), con un saldo de 2 MT para exportación, y elevó de 5,4 a 6 MT la previsión de importaciones. Las persistentes lluvias y vientos en el sur de Brasil frustraron lo que apuntaba a ser una gran cosecha.
Los trigos de buena calidad de Uruguay pueden entrar en ese mercado donde los molinos precisan trigos “mejoradores”. Pero eso solo será para una parte de la cosecha uruguaya. Hay problemas en el componente de calidad falling number, que afecta a la calidad de la harina. Para el resto el panorama es interesante.

El stock mundial de trigo lleva cuatro años en caída y el 52% se concentra en China. En Uruguay las existencias en noviembre eran de 161.000 toneladas según el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), cuatro veces más que en el mismo mes de 2022 y el stock más alto para noviembre desde 2017.
Cebada con la cuenta más justa
En la cebada los problemas de calidad han sido más serios, las exigencias de las malterías no siempre han podido ser cumplidas. Según Solsona, “va a dar un margen casi cero o tirando a positivo si algún productor vendió a US$ 270 o US$ 280 por tonelada (en julio-agosto) y depende del porcentaje entre industria y forrajera”.
El gerente agronómico de la multinacional cervecera Ambev, Juan Manuel González, estimó el rendimiento de los cultivos de cebada en un nivel similar al del trigo, también récord si se concretan unos 5.000 kilos por hectárea: alrededor de 4.700 kg/ha para las variedades nacionales y entre 5.000 y 5.500 para las europeas, que tuvieron más problemas de calibre del grano. En casos puntuales se alcanzaron rendimientos de más de 7.000 kg/ha.
El volumen está “muy por encima del promedio de los últimos cinco años”, con productividad récord en chacras grandes cerradas y “comportamientos diferentes según variedad”.
Para Ambev el rechazo a nivel país va a estar en 20% y varía según la zona: las variedades europeas arrojaron más problemas de calibre por alto rendimiento y algún estrés al final del llenado de grano. Las semillas nacionales tuvieron muy buenos rendimientos y los problemas de proteína alta que aparecen responden a los niveles de nitrógeno en el suelo, elevados después de la fallida zafra de verano.
“Nos hubiese gustado captar lo máximo posible de calidad maltera”, dijo González.
Los costos estimados por Sofoval en mayo eran de US$ 846 por hectárea. A un precio de US$ 220 por tonelada a industria, representan un rendimiento de equilibrio de 3.845 kilos por hectárea pero. Como indicó Solsona, la cuenta dependerá de qué proporción se vende al valor de malterías y cuánto a los alrededor de US$ 160 por tonelada que se paga por cebada forrajera.
Con el sector aún en tareas de cosecha “no es el mejor momento para un análisis de cambio de variedades” señaló el gerente agronómico, aunque en el análisis se puede adelantar que el desafío es mejorar la calidad de la semilla, las susceptibilidades sanitarias y “tener un blend varietal un poco más equilibrado”.
Así como los problemas de calidad y los problemas logísticos son en cierta medida dolores de crecimiento derivados de la alta productividad, la gran cantidad de rastrojo en las chacras dificulta la siembra posterior encima, sobre todo de soja.
Estas labores llevan un poco de atraso respecto al año pasado, pero no mucho, relativizó el vicepresidente de Copagran. La siembra de soja de segunda sobre colza está casi completada. El maíz de primera todo sembrado y en excelente estado. “Queda algún área de soja de segunda sobre cebada y trigo, con alto volumen de rastrojo, y de maíz de segunda sobre trigo”, informó.
Tras lo que en el balance es una muy buena cosecha de invierno, la revancha sigue y por ahora va con buen pie. Las últimas lluvias consolidan un excelente comienzo para maíz y soja que entrarán a enero con buena agua en el perfil de los suelos y con la esperanza de repetir la lógica de altos rendimientos que acompañó a trigo y cebada. Claro que falta mucho pero el comienzo es indudablemente bueno. Todo está dado para dejar atrás los golpes que provocó la sequía.
“Estamos apostando de nuevo al verano”, dijo Solsona, “que sea una temporada de buenos rindes y buen precio para cerrar un buen ciclo agrícola que pueda paliar el mal año que tuvimos”.