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Secundaria elimina programa que reinserta a jóvenes al sistema educativo para evitar “guetos”, duplicación de tareas y “líos” con ONG
El cierre definitivo de Aulas Comunitarias, un proceso que ya se había iniciado en el gobierno anterior, implica “abandonar a su suerte a 300 chiquilines”, advierten sus promotores
Ya venía agonizando desde administraciones frenteamplistas, y con el nuevo gobierno este bypass del sistema educativo recibió la estocada final. En una resolución aprobada a fines de diciembre el Consejo de Educación Secundaria (CES) eliminó el llamado Programa Aulas Comunitarias (PAC), concebido como un proyecto educativo “puente” para la reinserción al sistema formal de jóvenes rezagados o desvinculados de educación media básica, que no aprobaron primero de liceo o que nunca llegaron a matricularse. Desde hace ya varios años el nivel de no aprobación en primer año de ciclo básico se ubica en torno al 30% del total de alumnos inscriptos en todo el país.
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Con el cierre de este programa la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) busca evitar “la duplicación de gastos en planes que actualmente se superponen” y la generación de “guetos” en el sistema educativo, según dijo a Búsqueda la directora general de Secundaria, Jenifer Cherro. “Por razones pedagógicas decidí que las aulas no funcionaran más. Porque entiendo que esos chiquilines tienen que estar en el liceo como todos los demás, y ver cuál es la mejor propuesta para ellos. También les tengo que dar la libertad a las familias de decidir sobre la educación de sus hijos”, afirmó.
“De repente —siguió Cherro— chiquilines normales, comunes, con capacidades totales de aprendizaje, se anotaban en el programa Aulas por el tema de la timidez, de esto o de lo otro, y estaban allí todo un año y se enganchaban después en el liceo lo más bien. Pero a veces, como estaban acostumbrados a estar separados del resto y en grupos muy reducidos, les costaba la integración. Quieras o no, hace que tengas a los alumnos en un lugar diferente, y no apunta a la verdadera socialización del chiquilín. ¿Me explico? Es como una especie de gueto, terminás creando guetos”.
La eliminación de este programa causó “profunda preocupación” en sus promotores. El cierre implica “abandonar a su suerte a 300 chiquilines que volverán a un sistema del cual fueron expulsados”, aseguró a Búsqueda Silvia Scarlato, docente y referente de la unidad coordinadora del PAC. “Un sistema que muchas veces no presenta en su propuesta educativa la flexibilidad suficiente para adaptarse a las necesidades del adolescente a escala humana, que no toma en cuenta sus realidades contextuales, como las diferencias socioeconómicas, o bien las desconoce, que así no apunta a la educación inclusiva”, dijo.
Creado en 2007, Aulas Comunitarias es un programa destinado a jóvenes de entre 13 y 17 años que por diversos motivos no terminaron primer año de liceo, pero muestran interés en seguir estudiando. Y reciben el apoyo de profesores referentes, docentes y talleristas en distintas dinámicas que escapan del modelo de asignaturas.
El 50% de los alumnos del programa pertenece a una familia beneficiaria de la Tarjeta Uruguay Social, y más del 70 % cobra asignaciones del Plan de Equidad, informó ayer miércoles el programa radial No Toquen Nada.
Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS
“Chiquilines tirados”
El alumno “llega al Aula para cursar primer año por tercera vez, un mes después del inicio de clases; se presenta apático en la charla de ingreso y con fuertes indicios de desmotivación frente al objetivo que se le propone: aprobar primero”. Este caso, recogido en el libro La siembra. El legado de Aulas Comunitarias: un aporte para la educación uruguaya (2019), refleja el desafío del equipo socioeducativo del programa, dicen a Búsqueda la coordinadoras de la publicación, Alejandra Scafati, Mary Larrosa y Scarlato.
“Aulas demostró que sí se puede aprender de los jóvenes (desvinculados) la forma de trabajar con ellos, desarrollar formatos escolares no tradicionales para enseñanza media, crear comunidad con las familias, coordinar entre profesores del CES y educadores de las ONG, con metas claras”, resumió Scafati, excoordinadora del PAC.
El programa llegó a contar con 26 aulas que atendieron a unos 11.000 jóvenes durante más de una década. Con los años la mayoría de las aulas fueron cerrando, sea por la caída de los convenios, la escasez de recursos o porque “las ONG no ofrecían el servicio requerido”, apuntó Cherro.
Ya a fines de 2015 las autoridades de Secundaria anunciaron el cierre gradual del programa —que se desmanteló fuertemente entre 2018 y 2019—, por considerar que esta iniciativa “encapsula” a los alumnos, que no asegura su continuidad educativa y que tampoco podía instalarse como política definitiva (Búsqueda Nº 1.964)
A diciembre de 2020, cuando Secundaria resolvió el cierre del programa, quedaban cinco aulas —en Nuevo París, Paso de la Arena, Delta del Tigre, La Paz y Las Piedras, —, cuyos contratos vencen el 28 de febrero y no se renovarán.
Cherro también argumentó que en estos años surgieron otros planes que contemplan a la población atendida por el PAC. “Los gurises que iban a las aulas ahora bien pueden ir a un liceo común, apuntarse a un plan 2013 o 2016, o a un FPB (Formación Profesional Básica) de la UTU”, dijo.
Según un estudio de la Dirección de Planeamiento y Evaluación Educativa del CES, al que aludió Cherro, “el PAC lograba reinsertar al sistema un promedio de 49 alumnos por año” y las ONG recibían $ 417.313 en pagos bimensuales. El costo total del programa era de $ 33 millones anuales, para unos 230 jóvenes, indicó.
“No descalifico el trabajo del PAC. Digo que tampoco es que este gobierno vino y lo desmanteló de una. Las organizaciones sabían que caía el contrato. Y que los profesores no se quedarán sin trabajo, que ellos elegirán sus horas en los liceos y los alumnos se inscribirán donde lo deseen”, sostuvo Cherro, para concluir: “¿Para qué tengo a estos chiquilines separados? Prefiero que estén dentro de los 304 liceos, sin duplicar programas y evitándome líos con las ONG. Porque una ONG se funde y nos deja a los chiquilines tirados... ¡tirados! ¿Y cómo me puedo dar ese lujo? ¿Por qué dependo de una ONG? ¿Y entonces, dónde está la verdadera educación inclusiva?”.