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Entre los invitados que participaron en la conmemoración por los 75 años de la batalla del Río de la Plata se encontraba Héctor Bado, el buzo que rescató el águila del Graf Spee en febrero de 2006. Dos años antes, también en febrero, Bado había rescatado el telémetro del acorazado, que ahora se exhibe en el puerto de Montevideo.
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En setiembre de 2006, un decreto del gobierno prohibió que se continuaran las búsquedas en los barcos hundidos. Bado, que tenía un grupo de rescate y había encontrado 200 naufragios, obtuvo permiso para trabajar en tres, pero no pudo continuar y entonces emigró a Miami. “Me fui por las restricciones para seguir trabajando. Me estaban cortando 30 años de carrera, estudios, inversiones. Perdí hasta una casa”, le dijo a Búsqueda.
Para el rescatista, el Departamento de Arqueología de la Comisión de Patrimonio no quiere que arqueólogos particulares trabajen en Uruguay. “Lo único que lograron es que comience el vandalismo, particularmente en Cabo Polonio, en Valizas y en la bahía de Maldonado. Es algo muy preocupante, todos esos bienes, según lo que acaba de dictaminar la Suprema Corte de Justicia, pertenecen al Estado. Entonces le están robando al Estado. Lamentablemente, si Bado se tira a sacar algo va preso; si se tira cualquiera, no pasa nada. Estoy tratando de sensibilizar a las autoridades para que tomen medidas. Al paso que vamos, en cinco o diez años, de los naufragios costeros, que son los de más fácil acceso, no quedará nada”.
Bado afirma que las partes de los barcos hundidos se están vendiendo sobre todo “en Miami, Inglaterra y en eBay por Internet”, donde se han ofrecido piezas de Nuestra Señora del Rosario. También aparecen piezas únicas en la feria de La Paloma, y por eso hizo una denuncia a Prefectura. “El decreto es inapropiado porque no hay cómo hacerlo cumplir. Lo que habría que hacer es que participen los particulares y darle un viso más cultural al mal llamado ‘buscador de tesoros’. El Estado no puede encargarse de todo. Hay que hacer algo innovador, para que el privado colabore con el Estado”.
Además del vandalismo, Bado señala otros aspectos que deterioran los barcos hundidos, como las redes de pescadores que cubren muchos naufragios y los dejan atrapados. “Quienes hacen extracciones ilegales no tienen idea de cómo se interviene en un naufragio. Son piezas que tienen más de 150 años debajo del mar, si no se trata como corresponde, ocurre lo que podría suceder en el supermercado si se saca una lata de abajo de una pila de latas, todo se viene abajo”.
Con respecto al águila del Graf Spee, Bado explicó que tiene un “diferendo legal” con Alfredo Etchegaray, con quien mantenía una sociedad para la búsqueda de naufragios. “La Suprema Corte de Justicia dictaminó que el águila pertenece al Estado uruguayo y que los permisarios tienen derecho a un crédito una vez que se venda o que se liquide el asunto. Ahora estamos en una especie de guerra en la cual yo no estoy dispuesto a vender u ofrecer mi derecho bajo ningún concepto. El señor Etchegaray está ofreciendo públicamente el 50 % de los derechos del Graf Spee, pero él no tiene ese 50 %, sino el 12.5 %. Bajo ningún concepto puede estar ofreciendo mis derechos. Ahora la Justicia le impuso medidas cautelares”.
Bado explicó que el águila, que permanece en custodia de los Fusileros Navales en el Cerro, es un objeto único en el mundo y que la única manera de saber cuál es su valor es llevarla a remate. “Una vez que terminemos con nuestro diferendo veremos qué hace el Estado”, afirmó.