Con los precios subiendo y acelerando en 2021 y hasta mediados de 2022 los productores incorporaron toda la tecnología posible, multiplicaron los corrales para alimentar ganados a grano en las últimas etapas del engorde y llevaron la actividad de faena a los mayores niveles alguna vez registrados en Uruguay. Desde 1,5 millones por año, que era la lógica del siglo XX o faenas de 2,3 a 2,4 millones que ocurrían cuando las sequías obligaban a malvender todo a cualquier precio, se pasó a una ganadería tecnificada, capaz de producir 3 millones de terneros, faenar más de 2,7 millones de vacunos por año y exportar ganado en pie para mantener viva la competencia.
En mayo del año pasado se alcanzó el máximo de faena en 12 meses y por única vez se superó en ese período la referencia de 2,75 millones de vacunos faenados. Había ahí ya otro factor en juego, la persistencia de La Niña hacía prever una primavera y verano difíciles. Quien bajó carga en ese período ganó productiva y comercialmente.
Pero a partir de junio de 2022 todo empezó a cambiar: fue creciendo el viento en contra. Volvió la carne brasileña con renovada fuerza, China recompuso su producción de carne de cerdo, se amigó con un nuevo gobierno australiano y la economía de China empezó a mostrar problemas cada vez mayores, que estabilizaron el consumo que antes parecía en un crecimiento imparable.
El año 2021 había cerrado con un récord de faena de 2,64 millones de cabezas. Pero a partir de julio de 2022 la caída fue muy importante, de modo que el cierre de 2022 fue en 2,4 millones de bovinos y el de 2023 se ubicará por debajo de eso. El segundo escalón de caída dejará la faena de este año cerca de 2,2 millones, la velocidad “crucero” a la que ha funcionado la ganadería de este siglo cuando el marco del negocio no es nítidamente favorable.
Con un precio que ha caído de US$ 6 por kilo en cuarta balanza para el ganado de corral y US$ 5,50 por kilo para el ganado de pasturas, a poco más de US$ 3 los engordadores arrían las velas, bajan costos y en la medida de lo posible apuestan a sumar kilos en los animales antes de venderlos. A desensillar hasta que aclare.
Y eso ha cambiado la composición de lo que se faena. Por ejemplo: la faena de novillos precoces, diente de leche, que venía en franco ascenso, se ha revertido abruptamente. En el tercer trimestre de este año fue 23% menos que en igual trimestre del año anterior.
La actividad con esta categoría no se ha detenido, pero algo que llama la atención de algunos productores es que mientras en sus corrales los números no cierran, en los de la industria la actividad sigue a pleno, por lo que las estadísticas no reflejan cuánto de esta faena está ligada a corrales industriales y cuánta a corrales de productores no industriales.
La faena de esta categoría, los novillos más tiernos, fue de 140.000 animales en 2021, y pasó a 130.000 cabezas en 2022 por la caída del segundo semestre, y difícilmente llegue a 120.000 este año.
La categoría siguiente en edad, la de novillos de dos a cuatro dientes, es mixta, porque incluye tanto a animales de corral como a los producidos con pasturas de alta calidad. Con el paso del tiempo se ha vuelto el segmento mayoritario, cuando vamos a una carnicería de buena calidad o cuando Uruguay exporta, lo más probable es que dentro del envase vaya un novillo de dos a cuatro dientes. Hasta el 2020 esta categoría significaba un volumen de faena similar a la de novillos adultos, de ocho dientes, que tienen menor terneza, aunque generan cortes de buen tamaño. Ambas categorías representaban aproximadamente 40% de la faena cada una, y se faenaban unos 400.000 novillos al año en cada caso.
A lo largo de este siglo, con el cambio tecnológico y un marco favorable, la mayoría de los novillos más veteranos fueron faenados y su presencia en el stock disminuyó marcadamente y, por lo tanto, también su faena de 2017 en adelante. De los 400.000 novillos históricos se pasó a menos de 200.000.
Mientras tanto, los novillos de dos a cuatro dientes pasaron de 400.000 a más de 700.000 en el momento de más velocidad del negocio ganadero, en el primer semestre de 2022, cuando llegaron a una faena de 770.000 en 12 meses, a este año que cerrará con una faena de 650.000 en esta categoría.
En este año, cuando los precios no han conformado, los productores bajan la intensidad de engorde y a veces esperan un eventual rebote de los precios. Y así, aunque muy disminuida, la faena de novillos adultos vuelve a crecer. En el tercer trimestre aumentó 20% respecto al año anterior, mientras que en lo que va del cuarto trimestre sube 25%. Fueron retenidos en el primer semestre y empiezan a salir.

Otro componente de la faena que aumenta su participación en este segundo semestre son las vacas, con una faena que se ubicó en más de 20% por encima de la que ocurrió en el segundo semestre del año. Esto es otra consecuencia de la estrategia de los productores de postergar la venta de novillos que factiblemente tengan una demanda algo mayor a fines de año o comienzos del año próximo.
La faena seguirá moderada
Todo lleva a pensar que la faena de vacunos se mantendrá en niveles moderados en los próximos años. La parición de esta primavera, que saldrá al mercado en el otoño 2024, será menor a la de los años anteriores por el efecto de la sequía. La exportación de ganado en pie probablemente continuará llevando un volumen importante de terneros y novillitos. No se ve para los próximos meses una recuperación del mercado, China está con la economía frenando y Australia faenando intensamente por la sequía.
De modo que la adaptación del sector ganadero al derrumbe de precios ha sido frenar la velocidad de engorde, lo que aumenta proporcionalmente la oferta de ganados de más edad y de vacas, a la espera de que las condiciones cambien y se pueda acelerar el ritmo de engorde.
O si la adversidad se prolonga, con un factor adicional de la reducción de la cuota 481 para animales alimentados a grano, eventualmente se reduzca en términos absolutos el engorde a corral y se concentre en las empresas industriales.
Hasta hace 10 años la sequía y la lluvia guiaban el ciclo de la faena, que aumentaba cuando las condiciones climáticas empeoraban y reducían la oferta en las fases más lluviosas, cuando quedaba menos carga. Con otras tecnologías, en estos últimos años ha sido el precio el que ha movido a la faena.
Recién cuando haya una recuperación significativa de precios la actividad de la industria podrá crecer consistentemente. Restablecida la situación forrajera, faltan ahora las señales de mercado para que la ganadería deje de frenar en su velocidad de engorde y el stock ovino deje de caer y encuentre una situación de más firmeza.
Faena ovina alta y preocupante
En algunos predios un factor que ha compensado en parte la caída en la facturación por venta de novillos ha sido sostener una faena alta de ovinos, que incluye un reacomodo en las razas y que se expresa además en una salida importante de ovejas. La pérdida de atractivo de las razas doble propósito, cuya lana prácticamente no paga los costos de la esquila, está llevando a cambios fuertes en la composición de la majada. También ocurre que ante las presiones generadas por la sequía y la necesidad de caja se envían a la venta ovinos achicando el stock predial.
Con una población decreciente, la faena de ovinos se ha mantenido casi constante, lo que muestra un aumento en la tasa de extracción que probablemente tenga un componente de incremento en la eficiencia reproductiva, pero también una reducción en la majada por la alta faena de vientres. La faena de ovinos se mantiene estable por tercer año consecutivo en 1,5 millones, pero la de ovejas es la mayor desde 2010, con 450.000 animales. La fábrica de corderos lucha por no seguirse achicando, pero el colapso de la producción doble propósito lleva a una ovinocultura distinta y determina una faena alta de animales cuya producción lanera no es suficiente para pagar los costos de la esquila. Aunque el stock de ovejas de 2024 será el menor de la historia, hay un aumento claro en la eficiencia reproductiva que amortigua ese descenso.
En cualquier caso, la faena de ovinos sigue superando la capacidad productiva y la población de ovejas de cría puede quedar en 2024 por debajo de 3 millones por primera vez desde que hay registros. La caída es persistente, desde los más de 12 millones de ovejas que eran puestas en cría en 1991.