Las nuevas tecnologías han abierto una brecha entre las necesidades de talento de una empresa y las opciones que ofrece el mercado laboral. Especialistas en información digital, en ciberseguridad, en la nube; con el desarrollo tecnológico las habilidades requeridas aumentan cada día y los profesionales capacitados no alcanzan para cubrir la demanda.
Incluso, actualmente hay un déficit de tres millones de profesionales alrededor del mundo en ciberseguridad, y una situación similar se da en prácticamente todas las áreas, afirmó la gerenta general de IBM para América Latina, Ana Paula Assis. Según la especialista, aún falta mucho trabajo en el área educativa y aseguró que el nuevo desafío será justamente cómo preparar a las personas para captar las oportunidades que surjan.
Por otra parte, sostuvo que uno de los retos más importantes que tiene la industria tecnológica hoy es dar lugar a una mayor participación femenina, dado que todavía se mantiene dominada por hombres. Eso se debe a que “se forman muy pocas mujeres” —representan alrededor de un 20% del total de graduados en computación—, y “cuando entran en las organizaciones de tecnología tienen mucha dificultad para avanzar”, señaló la gerenta.
Al respecto, Assis, que es la primera mujer ejecutiva en liderar la operación de la multinacional en América Latina, aseguró que las tecnologías disruptivas representarán la mayor parte de la economía mundial en pocos años, por lo que si las mujeres no participan en ese crecimiento y en la necesaria reconversión laboral, quedarán “cada vez más distantes de la posibilidad de conseguir la equidad”.
Assis también se refirió al concepto de inteligencia artificial responsable, es decir, al uso ético de esa herramienta. Mientras es fácil pensar en autos autónomos y en los criterios que utiliza para esquivar los obstáculos, en otros escenarios definir esos criterios es más complejo. Y debido al sesgo de criterios que puede existir, la presencia femenina en tecnología “pasa a ser vital”, opinó, ya que los algoritmos deben desarrollarse a partir de distintas filosofías y puntos de vista para representar a la sociedad de una forma amplia.
—¿Cómo ve el rol de la mujer en el rubro tecnológico? ¿Hay oportunidades de desarrollo suficientes?
—Aún tenemos un reto muy importante, que es tener una participación femenina mayor en la industria de la tecnología. Y esto se da mayormente porque se forman pocas mujeres. En promedio, entre el 18% y el 20% de los graduados en carreras de ciencias de computación son mujeres, lo cual ocaciona un desafío de talentos. Y luego, cuando entran en las organizaciones de tecnología tienen mucha dificultad para avanzar, porque no encuentran un entorno que sea favorable a la presencia femenina. En IBM trabajamos hace mucho tiempo con un modelo de organización abierta, con la diversidad como parte de nuestro ADN y estamos muy atentos a garantizar que el ambiente sea totalmente inclusivo. Además, intentamos acelerar la preparación de mujeres en tecnología, por lo que tenemos asociaciones con varias organizaciones no gubernamentales. La inteligencia artificial y las tecnologías disruptivas van a componer la mayor parte de la economía en un par de años y si las mujeres no participan de esta oportunidad, de este crecimiento, quedan cada vez más distantes de la posibilidad de conseguir la equidad. Es momento de hacer un push muy fuerte en ese sentido y mi trabajo también es ser ese modelo a seguir, para que las mujeres vean que es posible avanzar y tener una carrera de evolución, de liderazgo, en un sector que aún tiene mucha predominancia masculina.
—¿Qué rol puede tener la tecnología en equiparar los roles de género?
—La tecnología permite muchas facilidades. Por ejemplo, muchas veces recae sobre las mujeres tener que gerenciar temas de la familia, lo que requiere que trabajen desde la casa. Las tecnologías que permiten hacer un trabajo remoto dan ese tipo de flexibilidad. Y es necesario que las empresas entiendan que hay momentos en la carrera femenina en que las mujeres tienen que tener una flexibilidad de tiempo mayor. Ese es el gran entendimiento que debe ocurrir para que las mujeres ingresen al mercado laboral en tecnología. Porque es muy competitivo; entonces el nivel de dedicación y exigencia es muy grande. Por eso es necesario un ambiente que permita una mayor flexibilidad, para que la mujer que quiere tener un trabajo pueda tener momentos para conciliar esa demanda.
—¿Qué opina de la transformación digital a la que han tenido que adecuarse los negocios con el avance de la tecnología?
—Es un tema que está cambiando todas las industrias, todas las profesiones y todas las empresas. Es un momento para las empresas de repensar y reinventar sus modelos de negocios. Creo que la primera ola de transformación digital fue muy reactiva y respondió a la demanda de los clientes. Ahora las empresas empiezan a ver cómo pueden transformar sus procesos de negocio, cómo pueden revisar sus activos y transformarlos, de manera de ofrecer una experiencia física y digital que atienda todas las necesidades del cliente. Las empresas tradicionales tienen muchas ventajas: tienen una base de clientes muy sólida, tienen datos acumulados a lo largo de muchos años de realizar interacciones con los clientes. Ese es el gran reto de transformación empresarial que tiene que ocurrir e implica un cambio cultural muy fuerte.
—¿Hacia dónde va la tendencia?
—Nos dirigimos hacia un cambio cultural importante, en la transformación de la base de skills (habilidades) de las organizaciones. Creo que las habilidades de riesgo van a ser el reto de la próxima década. Ahora que estamos entrando en 2020, transformar la base de empleados va a ser tal vez la iniciativa número uno de las empresas. De hecho, estuvimos hace un mes en Nueva York en un evento con CEO de todo el mundo y según una encuesta, el 75% de ellos dijo que su desafío principal en la transformación digital es cómo cambiar las capacidades de la gente.
—¿Qué desafíos debe enfrentar la educación y el mundo del trabajo para capacitar a las personas frente a los cambios tecnológicos?
—En el área de ciberseguridad, que es vital para que la transformación digital realmente tome una escala masiva, hoy tenemos un déficit de tres millones de profesionales alrededor del mundo. El tema es que tenemos déficit prácticamente en todas las áreas: data specialist, coders. El nivel de desarrollo que se debe dar es muy amplio y esto pasa realmente por rever las políticas de educación. Nosotros decidimos hacer un trabajo más directo respecto a preparar a la gente, por lo que creamos el programa Pathways in technology que empezó en 2011 en Brooklyn, Nueva York, y ya introdujimos el concepto prácticamente en todos los países de Latinoamérica. La idea es darles a los estudiantes que están en secundaria y en los dos primeros años de universidad, entrenamientos en competencias, en habilidades de tecnología. Pero también las soft skills (habilidades blandas), porque la realidad es que todos los profesionales tienen que aprender a ser aprendices toda la vida. Creemos que una skill en tecnología no dura más de dos o tres años y eso requiere una constante capacidad de adaptarse y aprender que lo que se sabe hoy, mañana ya no sirve. Trabajamos mucho esos aspectos emocionales y psicológicos para prepararlos de una manera completa.
—En noviembre se cumplen 80 años de IBM en el país. ¿Cómo se enmarca Uruguay en la estrategia regional?
—Uruguay es muy importante para nosotros y ciertamente es un país que presenta una excelente estabilidad para operar, por lo cual trajimos un nuevo gerente general con el objetivo de extraer todo el potencial que vemos. Aquí hay una fuerza laboral muy talentosa, desde la educación se generan talentos que realmente nos aportan muchísimo. Entonces es una operación estratégica para nosotros en la región: tomamos la decisión de invertir, de traer talento para desarrollar el país, tenemos la fuerte creencia de que acá se puede hacer mucho más y que Uruguay puede ser no solo un buen mercado doméstico, sino también un mercado que nos puede aportar con servicios para la región.
—¿Cuál es la situación del desarrollo de la inteligencia artificial en Latinoamérica? ¿Está atrasada respecto al resto del mundo?
—Veo a Latinoamérica muy enganchada y con una utilización bastante significativa, tenemos casos en todas las industrias. El reto que existe acá es el que existe prácticamente en todos los países: la calidad de la data que se utiliza para enseñar la inteligencia artificial. Y por eso hicimos una inversión muy grande en desarrollar un conjunto de metodologías para ayudar a nuestros clientes en todo el tema de la curaduría de la data, que se va a utilizar para enseñar los algoritmos de inteligencia artificial.
—¿De qué se trata el concepto de inteligencia artificial responsable?
—Es el uso ético de la inteligencia artificial. Hay algunos temas que nos preocupan muchísimo, como el sesgo que puede existir, ya sea en la data misma que se utiliza en los algoritmos, o en el desarrollador. Por eso el tema de la diversidad y de la presencia femenina en tecnología pasa a ser tan vital, porque no podemos tener esos algoritmos siendo desarrollados por un solo tipo de filosofía o punto de vista. Tenemos que tener una representatividad amplia de la sociedad en los algoritmos de inteligencia artificial. El segundo tema es la propiedad de la data; los insights que se logran tienen que beneficiar al dueño de la data, no a la plataforma. Y este fue un principio que IBM tomó desde el inicio, no extraer valor de la data que se utiliza. Finalmente, la protección de la data con herramientas de seguridad, con todo lo que garantice la privacidad, y que esa data no sea manipulada por alguien que quiera hacer un mal uso. Creo que esos son los principios que hoy guían este uso ético y responsable de la inteligencia artificial. Desde IBM somos parte de diversas iniciativas de colaboración con otras organizaciones que desarrollan inteligencia artificial porque creemos que ese no es un tema aislado de una empresa, sino que es un tema de todo el ecosistema. Porque tenemos que crear confianza en la tecnología, ya que si no hay confianza, no se va a ganar dominio común y la población no la va a aceptar.
—¿Las máquinas reemplazarán a los trabajadores o habrá una reconversión de las tareas por el surgimiento de nuevas disciplinas?
—Nuestra creencia, y esto va junto con los principios de ética de inteligencia artificial, es que debe ser utilizada para ayudar al hombre y no para sustituirlo. Debe aumentar nuestras capacidades y no reemplazarlas. Y la realidad es que vamos a tener una etapa de transición, pero se van a generar una serie de nuevas profesiones a partir de eso. Según datos del World Economic Forum, hacia 2030 unos 70 millones de puestos de trabajo van a dejar de existir, pero 133 van a surgir. Entonces, el neto de esto es positivo. El reto es cómo preparamos a la gente para capturar esas oportunidades que van a venir. Y por eso creemos que en los próximos tres años, 120 millones de personas en las doce mayores economías de OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) van a tener que ser entrenadas para que no ocurra el escenario que estás describiendo.