El sábado 27, luego que la negociación con sus acreedores europeos fracasara, Tsipras convocó a los griegos a votar “sí” o “no” a la propuesta de ajuste que le pide a Grecia el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el FMI, conocidos como “la troika”, que vienen socorriendo con dinero a un país en crisis. Para los analistas, una victoria del “sí” supondría el mantenimiento de Grecia en la unión monetaria europea, pero pondría en duda la legitimidad del gobierno de Syriza, partido que accedió en enero al poder prometiendo una política anti austeridad. Si el “no” gana, la salida del euro (al que el país entró en 2001) podría acelerarse. De allí en más el territorio es incierto.
Desde esta semana y hasta el lunes 6 se impusieron una serie de restricciones al sistema financiero: los griegos solo pueden sacar 60 euros por día de los cajeros. Los bancos permanecen cerrados, si bien los extranjeros (en un país donde la actividad principal son los servicios y el turismo) mantienen libertad de movimientos. Los jubilados hicieron cola frente a los bancos para intentar cobrar sus pasividades a pesar del corralito. El transporte público se hizo gratuito toda la semana.
“Si la troika viera la cantidad de jubilados que no tienen literalmente para comer, no apretarían tanto las tuercas. Esta es una situación muy difícil, no lo niego, pero decir sí a todo solo nos ha llevado a la ruina”, opinó la pensionista Yorgos Ikonomu, citada por el diario madrileño “El País”.
Grecia representa menos del 2% del Producto Bruto Interno (PBI) de Europa, con lo que los economistas debaten el efecto que tendría su salida del euro. El bloque terminó en agosto de 2013 una recesión de año y medio. Buena parte de los rescates recibidos hasta ahora fueron hacia el sector bancario, en donde las instituciones financieras francesas y alemanas tenían una alta exposición. Es incierto el efecto político que la decisión de este domingo pueda tener en otros países que recién empiezan a recuperarse, como España, donde crecen partidos alternativos como Podemos.
“Los europeos han pasado los últimos cinco años preparándose para este escenario y el efecto en el sector financiero va a ser limitado. Pero hay un impacto de segundo orden que no conocemos. Es lo inesperado”, dijo a Búsqueda el analista del banco de inversión BCP Securities Walter Molano. “Grecia es una gran parte de los Balcanes, donde los bancos europeos tienen grandes exposiciones. Quizás nada les pase a los países que están lejos en la cola, pero cuando empiecen a caer los dominó que están más cerca pueden tirar al centro de Europa. (…) Si los europeos dejan que Grecia se vaya, lo harán en malas condiciones”, estimó.
“El gobierno de Tsipras no es nada profesional. Es un grupo de radicales de café: se sientan, se quejan pero no tienen un plan alternativo. Ni una ideología. No los veo bien para enfrentar una crisis como lo hizo Argentina, que sacó buenos economistas”, agregó Molano.
En Uruguay el problema griego parece lejano y los informes en la televisión que llegan de allí duran unos pocos minutos, entreverados con otras noticias. El comercio bilateral es marginal (las exportaciones uruguayas a ese destino sumaron U$S 687.000 en todo 2014), las inversiones también, pero no con toda Europa.
En el mercado cambiario hubo un ligero efecto: como en otras plazas del mundo, los agentes se volcaron al dólar como activo de refugio ante la incertidumbre por Grecia.
En el informe de contexto que acompañó el proyecto de Rendición de Cuentas 2014 enviado al Parlamento esta semana, el Poder Ejecutivo dijo que si bien las perspectivas de la zona euro “han mejorado, la posibilidad de un escenario de menor crecimiento para el bloque está presente, ya que todavía existen países con debilidades importantes. Tal es el caso de Grecia, que continúa siendo un elemento de potencial riesgo, debido a la incertidumbre en torno a la falta de acuerdo (...) sobre la refinanciación del servicio de su deuda”.
Una puja política
En entrevista con el canal de televisión pública ERT, Tsipras dijo que el referéndum es para “contar con mejores armas” en la negociación con la Unión Europea (UE).
“Cuanto más grande sea la participación y la opción del ‘no’, más fuerte será nuestra posición en la negociación. (…) Nuestra decisión es mantenernos en el euro, el mensaje a los acreedores es que el gobierno griego va a continuar en la mesa de negociaciones al día siguiente del referéndum”, dijo. “Las instituciones (europeas) presentaron una propuesta de todo o nada, y un plazo de 48 horas para aceptarla. Ese ultimátum no coincide con los valores de la UE”, agregó.
El martes, Tsipras envió una carta al bloque aceptando casi todas las condiciones que le habían sido impuestas. Según reveló el “Financial Times”, pidió algunas enmiendas: un descuento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) para las islas, demorar el aumento de la edad de jubilación (que los acreedores quieren ver en 67 años), flexibilizar los plazos para eliminar los subsidios a las pasividades más bajas así como postergar los ahorros por 400 millones de euros en el gasto militar.
Tras postergar los pagos pendientes para el último día del mes, ese martes Grecia se sumó a la lista de países europeos que entraron en default: Polonia, Yugoslavia (ambos en la década de 1980), Serbia, Montenegro, Bosnia Herzegovina, Rusia, Croacia, Eslovenia y Ucrania (en la década de 1990 y algunos más de una vez). “Existe la posibilidad de pagar al FMI más tarde”, declaró a la televisión pública el vice primer ministro, Yanis Dragasakis.
La última propuesta europea, negociada hasta el fin de semana pasado, incluye un objetivo fiscal de 1% en 2015 y 2% en 2016 (creciente en un punto hasta 2018), IVA básico de 23%, la eliminación de diversos subsidios, suba de impuestos corporativos, nuevos gravámenes a la publicidad televisiva y yates de lujo, desincentivos a las jubilaciones anticipadas y suba de las contribuciones a la salud de pasivos. También pide un fuerte control de la evasión fiscal, reformas energéticas y privatizaciones, entre otros puntos.
Como había adelantado la canciller alemana, Angela Merkel, el bloque anunció ayer que no negociará hasta después del referéndum. “El mundo tiene los ojos puestos en nosotros. Pero el futuro de Europa no está en juego”, dijo.
La génesis
Hasta 2007 la economía griega venía en crecimiento. Arrastrada como otros países de Europa por la crisis en el sector inmobiliario de Estados Unidos, la recesión comenzó en 2008, con una baja de 0,4% del PBI. Le siguieron caídas de 4,4% en 2009, 5,4% en 2010, 8,9% en 2011, 6,6% en 2012 y 3,9% en 2013. El ciclo terminó en 2014 con una magra suba de 0,8%. Para este año el FMI proyecta que el PBI se expanda 2,5%, con lo que se situará en unos U$S 207.000 millones.
Durante la recesión, los niveles de desempleo se elevaron y llegaron a un máximo de 27,5% en 2012. Fue ese año cuando Dimitris Christoulas, farmacéutico retirado, se suicidó frente al Parlamento, dejando solo una nota que decía: “El gobierno ha aniquilado todas las posibilidades para mi sobrevivencia”. Con la reactivación económica el desempleo bajó relativamente poco y se mantiene en 24,8% de la población activa.
Las finanzas públicas se desbalancearon seriamente. El déficit fiscal llegó a representar casi 19% del PBI en 2008; en los años siguientes se fue reduciendo y el resultado pasó a ser positivo. Pero Europa tardó en conocer los números rojos: en 2009 el recién asumido gobierno de George Papandreou reveló que las estadísticas habían sido subestimadas y el déficit sería 12,6% en vez del 6% anunciado. La idea de que Grecia debería recibir asistencia financiera comenzaba a circular.
Hasta ahora el país ha recibido 214.000 millones de euros en dos rescates sucesivos, con la condición de que adoptara fuertes reformas. Tras el referéndum de este domingo, se discutiría un tercer rescate de 30.000 millones para los próximos dos años.
La idea de más ajustes es criticada por algunos economistas.
“Sí, el gobierno griego estaba gastando más allá de sus posibilidades a finales de la década de 2000. Pero desde entonces ha recortado repetidamente el gasto público y ha aumentado la recaudación fiscal. El empleo público ha caído más de 25% y las pensiones, que eran ciertamente demasiado generosas, se han reducido drásticamente”, escribió el Nobel Paul Krugman en una columna para “El País” de Madrid. Allí dijo que “la austeridad cada vez más dura es un callejón sin salida” y opinó que “Grecia debe votar ‘no’”. Otro Nobel, Joseph Stiglitz, también se inclinó por esa opción.