Peña le dijo que tenía que cambiar muchas cosas para seguir siendo el líder del sector y tener aspiraciones políticas.
Como en cada reunión en la que participa, el economista llevó un cuaderno y tomó apuntes de las cosas que le parecían más relevantes. Mientras subrayaba sus anotaciones sobre esa parte del diálogo, Talvi le respondió a Peña que tenía razón en las cosas que debía cambiar para seguir en política.
—¿Pero sabés qué pasa, Adrián? No sé si pueda —añadió Talvi, según le contaría después Peña a algunos dirigentes políticos.
Peña, senador y futuro ministro de Ambiente, quedó con esa duda en la cabeza. En una entrevista con Búsqueda publicada el 9 de julio, dijo que Talvi era un “distinto” en la política. “El tiempo lo dirá si puede sobrevivir un distinto a la política. (…) Hay cosa que hay que cambiar en la política, que tiene sus reglas. Messi es un distinto, pero sabe que hay reglas para jugar. Es un proceso de los dos, del sistema y de que Ernesto se vaya adaptando al sistema sin dejarse cooptar por él”.
La idea fue tomada con humor por personas que reconocían a Talvi en la calle. “Che, Messi, hay que jugar adentro de la cancha”, le comentaron en broma un día en una calle de Pocitos.
En los últimos días, dirigentes y analistas dedicaron parte de su tiempo a buscar episodios y señales que dio Talvi en los dos años que dedicó a la política partidaria y que auguraban este desenlace. Y así dispuestos, algunos indicios encontraron.
Mala sangre
En la campaña electoral Talvi dijo una y otra vez que ingresó a la política porque el expresidente Jorge Batlle se lo propuso. El dirigente histórico colorado fue un día por las oficinas del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), que Talvi dirigía, para decirle que se “animara” a meterse en política. Le advirtió que si lo hacía le tenía que “gustar” y debía ponerle ganas. “Si no, me levanto y me voy”, dijo Batlle.
Talvi finalmente aceptó el desafío. El dirigente lanzó su precandidatura presidencial el 14 de agosto de 2018 cuando se definió como liberal, progresista e internacionalista. En el correr de ese día, mientras su equipo ultimaba los detalles de su primer acto, el economista se afilió al Partido Colorado.
Muchos recuerdan una campaña casi perfecta. Con un discurso más de centro, inclinado hacia la izquierda, compitió en la interna con dos veces presidente, Julio María Sanguinetti. “Ganaría en la hora”, decía. Pero la diferencia final en la interna fue algo más que un gol en la hora, ya que aventajó a Sanguinetti por 38.000 votos.
El triunfo abrigó expectativa en Ciudadanos de un batacazo en las nacionales de octubre. Hubo hasta algún sondeo de opinión pública que mostraba que Talvi, dado el perfil que había tomado en la campaña, podía llegar a soñar con disputar el pasaje al balotaje.
La victoria en las internas, sin embargo, también provocó un cambio negativo en el ambiente. Comenzaron a agudizarse algunos problemas internos típicos de la política cuya resolución requiere tener oficio y cintura. “Se hacía mala sangre por problemas pequeños”, recordó un integrante de Ciudadanos de primera línea.
Es habitual que los dirigentes discutan hasta quién habla y cuándo lo hace en un acto partidario. Es mejor ser el que discursea justo antes que el candidato presidencial, a ser el primer telonero. “Esas discusiones terminaban siendo un problema para él”, comentó el dirigente.
El armado de la lista de Diputados por Montevideo de Ciudadanos de cara a las nacionales de octubre fue otro dolor de cabeza para Talvi. Si bien había reglas establecidas de antemano sobre cómo se armaría la lista —que seguiría un criterio de acuerdo al resultado de la interna— hubo una puja para los primeros lugares. Una fuente recordó que la hoy vicecanciller Carolina Ache reclamó con insistencia el tercer lugar de la lista a Diputados, ya que había sido la mujer más votada. Mientras que los grupos aliados entre Ope Pasquet y Felipe Schipani entendían que les correspondía a ellos ese tercer lugar, que finalmente ocupó la hoy diputada María Eugenia Roselló. El tema llegó al punto tal que algunos donantes de la campaña expresaron su preocupación por esta situación.
Cuando la elección nacional estaba en la recta final, Talvi cometió uno de los errores políticos de los que más se arrepentiría. Pese a que tenía la mayoría del partido y a que sus principales dirigentes le pidieron que no lo hiciera, le ofreció la Secretaría General colorada a Sanguinetti. Peña se molestó tanto que quiso renunciar a su candidatura al Senado y volver a la actividad privada.
A fines de agosto, el entonces candidato presidencial debió interrumpir su campaña debido a una fuerte contractura. En la interna de Ciudadanos manejan que ese problema se debió en gran parte a las tensiones que vivió por esas semanas.
“Todo el mundo se queja”, dijo Talvi alguna vez, cansado de los roces.
La caída
Con casi 300.000 votos, el Partido Colorado quedó en tercer lugar y, en palabras de Talvi, se convirtió en el “principal” socio del gobierno de Luis Lacalle Pou. El presidente le pidió que ocupara un lugar en el gabinete y el excandidato presidencial pidió la Cancillería.
Ahí empezó la caída.
Talvi creyó que iba casi a cogobernar, evaluaron a Búsqueda integrantes del Poder Ejecutivo y del Partido Colorado. Pero Lacalle Pou armó una dinámica de gestión muy presidencialista, en la que se reúne por separado con cada ministro. La subordinación ante el mandatario le hacía imposible el doble juego de líder político y secretario de Estado.
El canciller y el presidente chocaron una y otra vez. Por la designación del embajador en Argentina, en Estados Unidos, por el nombramiento de Julio Luis Sanguinetti en la Comisión Administradora del Río de la Plata. Por la relación con el gobierno de Donald Trump y las gestiones del ministro para encontrar una salida a la crisis en Venezuela.
En ese clima tenso Talvi cometió una “ingenuidad”, diría después a sus dirigentes. En una reunión con el presidente, el 9 de junio, le transmitió su intención de dejar el cargo para asumir otro rol en la coalición de gobierno. A poco de terminado el encuentro, Lacalle Pou ya tenía en sus planes que Francisco Bustillo fuera su canciller en cuanto fuera posible.
Lo que sucedió después, en la mirada de Talvi, fue una campaña de “enchastre” del Poder Ejecutivo para “renunciarlo”.
El miércoles 1º de julio el entonces canciller se estrenaba en una cumbre del Mercosur. Minutos antes de empezar la videoconferencia con sus colegas de la región, Talvi aprovechó que tenía al lado a la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, para comentarle su enojo por la “campaña” en su contra. Se refería a una nota publicada ese día por El País en el que se informaba sobre un supuesto “enfrentamiento a gritos” con la directora de Asuntos Económicos-Internacionales, Victoria Francolino. Varias fuentes consultadas matizaron el episodio puntual con Francolino.
Talvi no soportó más. Al mediodía del 1º de julio, en una pausa de la cumbre, divulgó su renuncia en las redes sociales. La vicecanciller Ache debió leer el discurso de aquella tarde.
La bomba del domingo.
El excanciller anunció que ingresaría en un espacio de reflexión para definir cómo seguiría su carrera política. Podía asumir como senador o liderar Ciudadanos desde su sede. Incluso tenía la posibilidad de reclamar la Secretaría General colorada gracias a su mayoría partidaria. Sus dirigentes no tenían claro por cuál opción se decantaría.
En su cabeza la suerte estaba casi echada.
El domingo 26 de noche, Talvi difundió una carta anunciando que renunciaría al Senado y no seguiría en la política. Ese día le avisó de esta decisión a Pasquet y a Peña, con quien ya venía conversando sobre esto los últimos dos días. Otros dirigentes de Ciudadanos y jerarcas de Cancillería se enteraron por un mensaje de WhatsApp, pero la mayoría del sistema político lo supo por las redes sociales
Talvi sobreestimó su capacidad para adaptarse al sistema político. “Y aunque hoy creo entenderlo y en todo momento intenté hacer lo mejor, no es lo mío”, escribió.
El Comité Ejecutivo Nacional colorado emitió una declaración en la que lamentó su salida.
Jobs
Los referentes de Ciudadanos fueron convocados esta semana a la sede del sector para conversar con Talvi. Varios de los consultados por Búsqueda no sabían bien cuál era el objetivo de la reunión, si sería para explicar sus decisiones o hablar del futuro. El encuentro del miércoles 29 con dirigentes de Montevideo fue ambas cosas.
En una larga intervención, les confesó que había resuelto abandonar la política apenas renunció a la Cancillería, aunque aclaró que era una actividad “muy noble”. No sabía “jugar las reglas” y si seguía iba a ser un estorbo, concluyó.
El renunciante le dijo que había recibido mensajes en los que le decían que las personas que lo habían votado podían sentirse decepcionadas. Pero aclaró que no era así, porque seguiría aportando al proyecto, aunque fuera desde otro lugar.
Talvi le pidió a los dirigentes que siguieran unidos y que “despersonalizaran” a Ciudadanos, que ya era una marca con vida propia. El sector seguirá adelante como Apple sobrevivió a la partida de su fundador, dijo a modo de ejemplo.
De cara a la campaña por las elecciones municipales, Talvi les dijo a sus dirigentes que no tenía problema que usaran su nombre. Porque Ciudadanos es sinónimo de “seriedad”.
Talvi planteó que su idea era “liderar un espacio al estilo Ceres”, que serviría para elaborar contenidos para los legisladores e integrantes de Ciudadanos que ocupan cargos de gobierno. Volver al área académica, donde se “siente cómodo” para colaborar con la política. Para dar una mejor idea de su proyecto, les explicó que los partidos políticos europeos tienen ese tipo de think tanks, pero que en Uruguay no había nada igual.
- Su aporte al triunfo y Pedro a “la derecha”