Fueron distintos comienzos. Eligieron caminos diferentes para abrir el debate televisado antes del balotaje. Era una de las últimas cartas mediáticas que podían jugar para incidir en el núcleo de indecisos y los dos salieron con mensajes muy opuestos. El candidato blanco Luis Lacalle Pou fue directo a la coyuntura. A lo que está pasando. Lamentó el giro que tuvo la campaña electoral en las últimas semanas. Lo atribuyó al “nerviosismo” y a la “posibilidad de cambio”. Dijo que algunas personas se han “excedido en la discusión”, que han faltado a “la verdad” y que han apelado al “miedo” con el relato de que si los blancos ganan las elecciones sacarán derechos, planes y jubilaciones. El candidato frenteamplista Daniel Martínez acudió a su historia de vida: que enfrentó a la dictadura, que comenzó a trabajar de joven y que fue “desafiante” contra lo establecido, incluso contra su propia fuerza política. Martínez usó los primeros minutos para recorrer su biografía. Al igual que en el debate previo a las elecciones del 27 de octubre, tuvo un inicio dubitativo. Aun así, desde su primera intervención eligió ser autorreferencial, remarcando su trayectoria laboral para contrastarla con la de Lacalle Pou. Las presentaciones estaban hechas. Y empezó el debate.
El primer bloque estuvo dedicado a la situación de la economía y el empleo. Martínez realizó un contraste entre la gestión de los gobiernos del Frente Amplio y lo que recibieron en 2005 de la última administración del Partido Colorado. Recordó que cuando asumió la izquierda había “más de un 30% de pobreza, un 20% de desocupación” y el salario real era “el más bajo de los últimos 30 o 40 años”. Dijo que con el Frente Amplio se generaron condiciones para invertir y dar “esperanza a todos los uruguayos”. Sostuvo que el salario real creció 60%, el Uruguay “pasó a ser el país más rico por habitante de América Latina”.
Lacalle Pou dijo que tenía un “diagnóstico distinto” al “candidato del gobierno”. Tiró una catarata de números. Dijo que esta administración deja un déficit fiscal del 4,9% del PBI, una inflación en 8,3% y que 168.000 uruguayos buscan trabajo. “Se destruyeron 58.000 trabajos, hay 6.000 empresas cerradas”, afirmó. El candidato blanco sostuvo que el gobierno “gasta mucho y mal” y afirmó que el próximo gobierno no puede recurrir a aumentar impuestos. “El esfuerzo no lo pueden seguir haciendo los uruguayos”. Propuso “aliviar la carga” impositiva, bajar las tarifas de combustibles y energía, y una renuncia fiscal de US$ 40 millones para atender a las pequeñas y medianas empresas. Cuando le tocó hablar, Martínez puso énfasis en “recapacitar” a las personas para nuevos puestos de trabajo y aseguró que en los próximos años se creará más empleo. Los moderadores del debate, los periodistas Nicolás Lussich y Pilar Teijeiro, tuvieron que intervenir para recordar el mecanismo de ese tramo: no era exposición, podía haber diálogos, se permitía interrumpir.
Lacalle Pou tomó el guante. Le reclamó a Martínez que reconociera algún “error” del gobierno y se refirió al “despilfarro” en Ancap, el cierre de Pluna, prometer en la campaña de 2014 que no iban a aumentar los impuestos cuando luego ocurrió, que no hubiera un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y destinar dinero del Fondo de Desarrollo (Fondes) a “empresas amigas sabiendo que eran inviables”. Por último, preguntó si no era un “error seguir abrazado a la dictadura venezolana”.
“Nos vamos a quedar con las ganas para saber cómo pretende hacer el candidato de gobierno para reducir las cuentas. Su programa dice que van a aumentar los impuestos”, insistió el dirigente blanco.
El cierre del primer bloque dejó a varios dirigentes del oficialismo preocupados, según las consultas de Búsqueda.
El programa que no mandata al candidato
Hubo una frase que llamó la atención en la apertura del segundo bloque. Martínez dijo que el programa del Frente Amplio “no mandata, hace propuestas” y por eso aseguró que no aumentaría los impuestos en su gobierno. Asumió un compromiso personal. En vez de hablar del tema del bloque —integración social y seguridad—, Martínez continuó con el tema anterior y le reprochó a Lacalle Pou que lo haya tratado de “mentiroso”, por asegurar que no aumentarían los impuestos. Lacalle Pou rechazó esa frase. Aseguró que si le iba a decir “mentiroso” se lo diría “en la cara”. Fueron los primeros cruces. No hubo tantos, pero por cierto bastante más que en el anterior debate donde todo lució libretado. Martínez recordó que en 2004 había un millón de pobres y dijo que a Lacalle Pou no le importaba la suerte de esas personas.
El candidato del Frente Amplio reconoció que la gente se queja por los temas de seguridad y reiteró que tienen un paquete de medidas para mejorar la situación.
Lacalle sostuvo, en tanto, que el Estado abandonó zonas del país. “Hay vecinos de Montevideo que no pueden contar con el Estado integralmente”, dijo. “Hay un sentimiento enorme de impunidad”, aseguró, y por eso anunció que se debe declarar la “emergencia” en seguridad pública. Martínez apuntó directamente a Lacalle Pou aludiendo a que “gobierna para los privilegiados” y a que hace “pura demagogia”. En el correr del debate la discusión se fue calentando y Martínez fue subiendo el tono de las críticas. “Nunca haber trabajado en la gestión lleva a hablar tan fácil”, le dijo al intercambiar sobre seguridad. Aunque ese bloque fuera sobre la integración social, cuestionó que el candidato blanco faltara a un tercio de las sesiones en comisiones del Senado porque, según dijo, “se debe predicar con el ejemplo”.
El dedito levantado
Al inicio del tercer bloque, Martínez dijo que Lacalle Pou no hacía propuestas y que hablaba con “agresividad”. “Cuando veo que levanta el dedito, creo que me va a pegar”, dijo. Fue una salida curiosa. Sonó guionada. En la transmisión de televisión no se observó que el candidato blanco realizara ese gesto. El frenteamplista dijo que se necesita una “nueva generación de políticas sociales”, y afirmó que si bien había que mantener los subsidios a la gente, también les debía “dar la red y enseñar a pescar, no dar el pescado”. Defendió la inversión en educación y habló de políticas para el acceso a vivienda, en especial con programas de alquiler.
Lacalle Pou comenzó destacando la inversión en educación durante el gobierno de su padre, Luis Lacalle Herrera. Se metió en terreno resbaloso.
Sobre los gobiernos del Frente Amplio, dijo que después de la “bonanza económica”, hoy cuatro de cada 10 estudiantes abandonan la educación media. Y la situación es peor si se analiza en el quintil más pobre: nueve de cada 10. “La asignación de recursos no favorece a la población más vulnerable”, dijo.
Luego dijo que el Ministerio de Desarrollo Social tiene un “presupuesto enorme” y “nadie controla nada”. Se refirió a un déficit de 70.000 viviendas y la cantidad de personas que viven en la calle.
Martínez respondió que le parecía “raro” que Lacalle se preocupara por las personas que están en la calle cuando en 2004 “estaba todo bien”.
Luego, esbozó la posibilidad de hablar de denuncias de casos de corrupción en el último gobierno blanco. Lacalle Pou lo interrumpió y lo desafío para hablar del tema: “Mirá que están hasta las manos con eso, gente muy cerca tuyo”, atacó Lacalle Pou. Martínez no profundizó en el tema. Defendió la reforma de la salud y cerró asegurando que quiere que los jubilados vuelvan a tener aguinaldo. Aseguró que eso saldría unos US$ 40 millones. “Realismo mágico. No sabemos cómo va a bajar el déficit”, respondió Lacalle.
El líder blanco afirmó que en la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) las personas no son correctamente atendidas, mientras que Martínez aseguró que hay una “buena aceptación de los servicios”, según los usuarios.
Lacalle cerró el bloque reclamando a Martínez que reconociera si no fue un error no destinar el 1% para la investigación, y aseguró, otra vez, que él no agredía. “Si prometieron e incumplieron, desconfío”. Fue una estrategia deliberada por su comando: había que insistir, apretar, para que el candidato oficialista hiciera autocrítica.
La famosa ley de urgencia
Durante el bloque sobre el rol del Estado y la visión del país, el último de todos, Martínez cuestionó a Lacalle Pou por no explicar cómo haría la reducción de US$ 900 millones para bajar el déficit, y por una “ley de urgencia que nadie conoce el contenido”. Martínez defendió un Estado cercano a las ideas de Batlle y Ordóñez y no del Herrerismo y contrastó la gestión de las intendencias frenteamplistas con las del Partido Nacional. En especial se refirió a que en promedio el 41% de los ingresos en esas intendencias fue por designación directa. Lacalle Pou le respondió que en los ministerios a través de la contratación y adscriptos se ha generado un “clientelismo político”. Lacalle Pou planteó tener una buena relación con Brasil y Argentina más allá del color político de esos gobiernos. Martínez se mostró de acuerdo con esta visión. Y luego, para contrarrestar las críticas a lo que Lacalle Pou consideró un aumento en los cargos de confianza, recurrió a la situación del senador blanco Álvaro Delgado y el Instituto de Colonización, que derivó en un cruce entre ambos candidatos.
—Además de ser muy bajo, está equivocado —dijo Lacalle Pou.
—Los privilegiados pueden decir lo que quieran pero nosotros no —le respondió Martínez.
—Diga la verdad y no hay problema —le retrucó el candidato blanco.
Mismo plan
Pasadas las 23 horas, el primer análisis en caliente que hizo el equipo más cercano al candidato del Frente Amplio fue positivo. Para sus allegados “fue claro” que Martínez salió mejor parado que Lacalle Pou. Pero inmediatamente surge una frase que acompaña el concepto y es: “Hay que ver si esto impacta en votos o no”. Para todos esa es la gran pregunta y las respuestas que brindaron diversos analistas políticos previo al debate dicen que no es significativo. La estrategia trazada por el equipo de Martínez buscó que sus intervenciones tuvieran un foco definido en realizar propuestas. Allí aparecieron anuncios que hasta ahora no habían estado sobre la mesa como eliminar la posibilidad de reducir la pena en aquellos delincuentes que reincidan. Pero al mismo tiempo, el candidato oficialista se mostró claramente más confrontativo, lo que dejó satisfecho a su entorno.
Y sobre la medianoche, en el comando blanco se mostraban “muy conformes”. Todo salió como lo habían proyectado durante dos días intensos de “entrenamiento” en la retórica. Hubo un concepto en el que se quiso machacar y era en que el candidato oficialista explicitara una autocrítica. Los blancos sostienen que lo lograron.
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