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No faltó el simbolismo, las señales, evocaciones, y mensajes de unidad y democracia en la celebración de los 50 años del golpe de Estado. Los hubo de todo tipo. Tanto en el Parlamento, escenario natural y principal de la conmemoración, como en la Torre Ejecutiva. Oficialismo y oposición política estuvieron sin mayores matices, sin grieta posible, de un mismo lado. La fecha redonda, el cincuentenario del 27 de junio de 1973, cuando un grupo de militares encabezados por los generales militares Gregorio Álvarez y Esteban Cristi irrumpieron en el Palacio Legislativo y clausuraron la actividad parlamentaria por largos 12 años, estuvo nutrida de eventos y discursos.
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Acaso la jornada con mayor carga emotiva fue el lunes 26. La noche neblinosa y fría, iluminada por las luces de cientos de velas que formaron las palabras Nunca más en las afueras del Parlamento, funcionó como telón escenográfico de lo que ocurrió puertas adentro: la recreación de la histórica sesión del día previo al golpe. La vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, comandó el evento. Con la presencia en las barras del presidente Luis Lacalle Pou y de los tres expresidentes Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica, se revivieron esas horas amargas antes del estallido, las últimas con los legisladores en sus bancas. Hubo un trabajo audiovisual proyectado en las cúpulas del Palacio. Con el edificio en penumbras se escucharon las voces y se vieron las caras de Wilson Ferreira Aldunate, Amílcar Vasconcellos y Enrique Rodríguez pronunciando sus discursos de despedida.
Y después, la foto encima de la foto. La búsqueda de una nueva imagen sobre la imagen icónica. Una foto en blanco y negro de los militares con metralletas avanzando serios y decididos por el Salón de los Pasos Perdidos. Y otra a color, en el mismo lugar del Palacio, con tres de los expresidentes del retorno a la democracia, tres mandatarios de partidos políticos diferentes, juntos entonando el himno nacional. Argimón comentó a Búsqueda que se procuró especialmente capturar ese momento como una señal representativa del “gran activo” que tiene hoy Uruguay en su vida democrática y que es “admirado en el plano internacional”.
Un buen día
Sentado en las barras, al lado de los tres expresidentes y de Lacalle Pou, estuvo observando el acto Santiago Gutiérrez Silva, nieto del dirigente blanco Héctor Gutiérrez Ruiz, asesinado por la dictadura en Buenos Aires. “Fue un gesto de Luis”, dijo a Búsqueda el joven militante del Partido Nacional y dirigente del Movimiento Por la Patria sobre su lugar de privilegio en la noche del lunes 26. “Yo estaba en el lugar y en el momento afortunado”. Para Gutiérrez Silva, exponente de una generación que necesariamente tuvo acceso a lo que ocurrió en la dictadura a través del relato oral y los libros de historia, ese lunes fue “un buen día”. “Fue un buen día en el que la institución democrática por excelencia, que es el Poder Legislativo, hizo un acto conmemorativo. Soy de los que cree que era un día para festejar, no para festejar que tuvimos un golpe de Estado, pero sí que pudimos encontrar los caminos para volver a la vida democrática. Que lo mantuvimos, que gobernaron todos los partidos políticos. Y que seguimos eligiendo que este país sea uno democrático. Por eso fue un buen día”.
El nieto de Gutiérrez Ruiz reclamó que de todo esto, esta revisión efervescente por el aniversario redondo, quede “la enseñanza”. “Que podamos desterrar mitos, contar las distintas causas complejas que llevaron a un golpe de Estado. No fue repentino ni mágicamente que hubo un golpe”, señaló. Y anotó algunos temas pendientes. Dijo que más allá de que estas fechas sirven para decir “nunca más terrorismo de Estado, nunca más uruguayos contra uruguayos, nunca más iluminados“, se debe “cuidar los detalles del día a día”. “Bajar los decibeles de las discusiones, bajar la cantidad de veces que usamos adjetivos rayando los insultos. Dejar de creer que hay buenos y malos y blancos y negros: esta es una historia de grises. Las causas que nos llevaron al golpe es una marea de grises”, enfatizó Gutiérrez Silva.
Y también pidió que “todos los partidos hagan autocrítica sobre su responsabilidad” en el proceso que desembocó en el golpe.
Tres veteranos de guerra
El martes 27, además de la sesión de la Asamblea General en el Parlamento, el presidente Lacalle Pou volvió a reunir a los tres exmandatarios en la Torre Ejecutiva. Fue otra de las fotos, otra señal democrática que se quiso dar desde el gobierno en esta fecha. En la sala de conferencias de Presidencia, los cuatro presidentes enviaron su mensaje. Sanguinetti habló del “nunca más a la violencia, a las utopías revolucionarias, a la intolerancia, a la descalificación del adversario; el nunca más al desprecio de las constituciones liberales y valores democráticos”.
Lacalle Herrera, que se presentó a él y sus colegas expresidentes como “tres veteranos de guerra”, pidió por “nunca más descalificar al otro porque piensa distinto, ni pensar que es una mala persona porque vota a otro partido o candidato. Asumir por parte de la dirigencia política que la lucha política llega hasta cierto punto, y que los acuerdos son de la esencia de la vida histórica y política del Uruguay”. Mujica recordó que la democracia “no es perfecta” porque no son las instituciones sino los humanos los que “fallan”. “Pero hasta ahora no hemos encontrado algo mejor para el funcionamiento de las sociedades”.
El presidente Lacalle Pou cerró el evento. “La democracia se construye en un boliche, en un lugar de trabajo, en un club, en un almacén, y por supuesto con el ejemplo de los dirigentes políticos. Como casi todo en la vida, construir es muy difícil, destruir es un instante”, avisó. Los tres expresidentes se fueron solos y al mismo tiempo. Atravesaron juntos la puerta de la Torre Ejecutiva, con apenas un par de testigos que pasaban por el lugar. Lacalle Herrera bromeó con Mujica sobre el frío que hacía. “Póngase una bufanda, cuídese”, le dijo mientras cada uno se dirigía hacia los vehículos que los esperaban frente a la Plaza Independencia. Y luego volvió sobre sus pasos para acotar, con gesto cómplice: “Una bufanda blanca”. Los dos sonrieron.