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    Un chino alucinado

    Mo Yan, Premio Nobel de Literatura 2012

    Por lo claustrofóbico de sus narraciones lo llaman el Kafka chino, aunque su literatura realista y a la vez delirante se acerca más a la de Gabriel García Márquez. Justamente ese aspecto es el que destacó la academia sueca en su fallo al otorgarle el Premio Nobel de Literatura al escritor chino Mo Yan, quien combina en sus narraciones “los cuentos populares, la historia y la contemporaneidad con un realismo alucinante”.

    Mo Yan nació en 1955 en Gaomi, un pueblo pobre de la provincia de Shandong, con el nombre de Guan Moye. El seudónimo Mo Yan lo adoptó cuando comenzó a escribir. “Elegí este apodo que significa ‘no hables’, en recuerdo a los años en los que no podía dirigir la palabra a nadie”, contó el propio escritor en una entrevista del 2008 con el diario “El Mundo”.

    Esos años de mutismo fueron los de la Revolución Cultural de Mao Zedong, que abarcó desde 1966 a 1976. El padre de Mo Yan era un agricultor que tenía miedo de que su hijo comentara algo imprudente, por lo tanto, siempre le recomendaba: “no hables”. En su infancia, el escritor tuvo que abandonar la escuela para trabajar en el campo, y a los 18 años agregó más horas de trabajo en una fábrica.

    Su primera novela se llama “Lluvia de una noche en primavera” y la publicó en 1981, cuando estaba en el Ejército. Como a sus superiores les molestaba que escribiera, se anotó en la Escuela de Arte y Literatura del Ejército y entonces sí se dedicó de lleno a la literatura.

    Mo Yan adquirió popularidad con la versión cinematográfica de su novela “Sorgo rojo” (1987), que narra la historia terrible de una joven vendida al dueño de una destilería que tiene lepra. El ambiente son los años violentos de la ocupación japonesa (1931-1945) que se describe con un realismo cruel, además de poético: “Sus vientres estallaban, descubriendo las relucientes vísceras que se abrían como bellas flores”, es la imagen que utiliza para mostrar la atrocidad de una batalla. Dirigida por Zhang Yimou, la película ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín en 1988.

    En España, Mo Yan tiene un público considerable gracias a Ángel Fermoselle, un editor entusiasta que ha publicado sus libros en la editorial Kailas. El mayor éxito entre lectores españoles fue su novela “Grandes pechos, amplias caderas”, cuya protagonista da a luz ocho hijas hasta conseguir el deseado varón. El ambiente es de opresión, injusticias y dominación masculina a lo largo de varios años de una familia. Tanto la construcción de una saga familiar, como el protagonismo de los personajes femeninos son otro punto de contacto con García Márquez, con quien también comparte el humor y la ironía, incluso en los momentos más trágicos.

    Así es la primera descripción de esta novela: “El agua de las lluvias del último verano había dejado unas manchas amarillas sobre el óleo del retablo, dando a la Virgen María y al Niño Bendito una expresión ausente. Una araña de patas largas colgaba de un hilo plateado junto a la luminosa ventana, meciéndose en una ligera brisa. ‘Por la mañana, las arañas traen felicidad, y por la tarde prometen riqueza’. Eso era lo que la pálida pero hermosa mujer había dicho, un día, al ver a una de estas criaturas de ocho patas. Pero ¿a qué felicidad puedo aspirar yo? Todos los pechos y culos celestiales de sus sueños fulguraron en su mente”.

    Otros de sus libros traducidos al español es “Las baladas del ajo”, sobre una sublevación de campesinos que habían sido animados por el gobierno comunista a plantar grandes campos de ajo. Luego de pagar altos impuestos y de recorrer largas distancias con la cosecha, los campesinos se dan cuenta de que no pueden venderla porque los almacenes están saturados de ajo. Entonces se sublevan, y la represión es cruel y la cárcel inhumana.

    Los artículos de prensa que han recorrido el mundo después de conocido el galardón a Mo Yan señalan que su literatura encierra una fuerte crítica a las injusticias del régimen comunista, al contrario de sus posturas públicas, que han sido moderadas, cuando no complacientes. Los intelectuales disidentes chinos están recordando en estos días al Premio Nobel de la Paz 2010, Liu Xiaobo, quien no pudo recibirlo por estar preso y sentenciado desde el 2009 a once años de cárcel por su defensa de la democracia. También comparan a Mo Yan con Gao Xingjian, el otro escritor chino que ganó el Nobel de Literatura en el 2000 en el exilio por su oposición al régimen. A diferencia de Mo Yan que reside en Pekín, Xingjian vive en Francia y no es reconocido como chino por el gobierno de su país.

    Por otro lado, el gobierno chino, que en años anteriores había criticado duramente al comité del Premio Nobel, intenta convertir a Mo Yan en un héroe, aprovechando el furor con que el público está acudiendo a las librerías para comprar su nuevo libro, “Nuestro Jing Ke”, cuyas primeras copias se agotaron. En las librerías montevideanas no hay en el momento ejemplares del autor. Es posible que antes de fin de año lleguen nuevas ediciones de sus obras ya traducidas al español.

    Mientras los medios de comunicación chinos ya hablan de una “Mo-manía”, el austero Mo Yan viajó de su casa en Pekín a su aldea natal a visitar a su padre, y apenas ha hecho declaraciones. Tal vez es la voz paterna la que le sigue recomendando: “mejor, no hables”.

    Vida Cultural
    2012-10-18T00:00:00