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Podría decirse que este 2012 termina para Venezuela con algunas cosas similares a como arrancaba, allá por febrero: el presidente Hugo Chávez sometido a una nueva cirugía contra el cáncer en Cuba, diversos tipos de especulaciones y rumores ante la posibilidad de una salida suya del poder por la enfermedad, y una oposición que debe juntar fuerzas para el reto (eventual esta vez) de una próxima elección presidencial. Sin embargo, en medio de toda esta incertidumbre hay algo cada vez más claro para el país y la región, y supone la gran diferencia con el comienzo de año: la transición hacia una era política pos Chávez ya parece asomar, aunque nadie sabe exactamente cómo será.
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El nuevo escenario venezolano comenzó a tomar forma con la sorpresiva aparición de Chávez en cadena obligatoria de radio y televisión el sábado 8, cuando anunció que habían reaparecido las “células malignas” en la zona pélvica donde fueron descubiertas hace un año y medio, y debía volver a Cuba para una cuarta intervención quirúrgica. En ese mensaje, el mandatario, que en octubre fue reelecto para un tercer período consecutivo hasta 2019 a iniciarse en enero, nombró por primera vez a un sucesor suyo en caso de que tenga que apartarse del poder y nuevos comicios deban ser convocados: su vicepresidente Nicolás Maduro.
Las elecciones regionales del último domingo afirmaron aún más la posibilidad de que Venezuela esté iniciando una nueva era pos Chávez, según analistas de ese país. El oficialismo logró en esos comicios alzarse con la victoria en 20 de las 23 gobernaciones que estaban en disputa, en 11 de esos casos con ex militares allegados al presidente como candidatos. Una de las tres excepciones para la oposición fue el estado de Miranda, de los más poblados del país, donde resultó reelecto el hombre que desafió a Chávez y fue derrotado en las presidenciales octubre: Henrique Capriles Radonski.
De acuerdo a la Constitución venezolana, una nueva elección presidencial debería convocarse si Chávez es incapaz de iniciar su nuevo mandato el 10 de enero, si renuncia tras esa fecha o muere. Esto supondría para el oficialismo un riesgo de perder el poder que el actual mandatario ha ejercido durante 14 años, sobre todo en vistas de la relativa fortaleza que mostró Capriles al cosechar en octubre 6,5 millones de votos o 44% del total. No obstante, el analista político Luis Vicente León evaluó que el chavismo debe estar analizando ahora la posibilidad de convocar a una elección “en breve”, para legitimar a Maduro y aprovechar lo más rápido posible la coyuntura favorable tras el resultado de las elecciones regionales.
“Es probable que estén tentados a hacer eso incluso con Chávez vivo, para servir como soporte a su delfín y garantizarse un éxito en la elección”, dijo León, presidente de la encuestadora venezolana Datanálisis, en diálogo con Búsqueda.
De Chávez a Maduro
El gobierno venezolano sigue sin informar qué tipo de cáncer padece Chávez o dónde está localizado exactamente. Pero el propio mandatario admitió en su cadena del sábado 8 que su estado de salud supone un riesgo para su continuidad en el cargo. “Mi opinión firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta y total es que en ese escenario que obligaría a convocar a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela”, señaló al lado de este.
Chávez fue operado el martes 11 y dos días después Maduro sostuvo públicamente que el procedimiento de más de seis horas de duración había sido complejo pero “exitoso”. El jueves 13, el vicepresidente dijo que la recuperación había pasado “de estable a favorable”, un término que también empleó el ministro venezolano de Comunicación, Ernesto Villegas, aunque este reconoció que el teniente coronel había sufrido una hemorragia durante la intervención quirúrgica que debió ser atendida por los médicos. El domingo, el ministro venezolano de Ciencia y yerno del mandatario, Jorge Arreaza, afirmó que Chávez estaba “en plenitud de condiciones intelectuales” y había comenzado a comunicarse con sus familiares. Y el martes Villegas volvió a la cadena de radio y televisión para decir que Chávez se encontraba estable después de sufrir una “infección respiratoria”.
Todo esto ha corrido apenas un poco el manto de secreto que el gobierno venezolano procura mantener sobre el delicado estado de salud de Chávez, pero la incertidumbre sobre el futuro político inmediato de Venezuela está lejos de desaparecer. El propio Maduro habló tras la cirugía, con rostro de preocupación y emoción a la vez, de un proceso pos operatorio “complejo y duro”, mientras Villegas admitió la posibilidad de que el presidente no pueda asistir a la ceremonia del 10 de enero en que debería asumir su nuevo mandato de seis años.
Según León, actualmente existe una “probabilidad elevada” de que Chávez tenga que ser sustituido en la Presidencia, ya sea por imposibilidad de seguir en el cargo o por muerte. Añadió que en ambos casos Maduro sería un candidato favorito a vencer en eventuales nuevos comicios presidenciales. En el primero de los escenarios, explicó, la presencia de Chávez podría darle un impulso importante a su heredero político durante la campaña. “Y si fuera en un escenario de muerte del presidente también, porque esa elección tendría que ocurrir en 30 días, y eso prácticamente sería una elección en un velorio repleto de emociones que el chavismo puede tomar como ventaja”, dijo.
Sin embargo, nada suele garantizar que los favoritos ganen efectivamente las elecciones. Los analistas coinciden en que Maduro está lejos de tener el carisma y la capacidad de liderazgo de Chávez. Exconductor de ómnibus, socialista y sindicalista, Maduro pasó a integrar el círculo de confianza del hoy presidente después de ser condenado por su apoyo al intento de golpe de Estado que Chávez lideró en 1992. Ha sido miembro de la Asamblea Constituyente que modificó la Constitución venezolana a pedido del mandatario, diputado y canciller desde 2006. En octubre Chávez lo nombró vicepresidente. “El pueblo quiere el programa de la patria”, dijo Maduro tras las elecciones regionales del domingo, marcadas por una participación de apenas 53% de los electores.
¿Reparto salomónico?
Pese a que la oposición venezolana sumó en esos comicios una nueva derrota, el triunfo de Capriles en Miranda lo ha afianzado como principal voz contraria al gobierno. El mapa opositor venezolano es bastante variopinto, con grupos que van desde los partidos tradicionales hasta los radicales en la crítica al presidente. Pero todo indica que sigue siendo mayoritario el sector moderado que en las internas opositoras de febrero eligió a Capriles como el candidato encargado de enfrentar a Chávez en octubre. Parece improbable que alguien pueda disputarle una nueva nominación si en el corto plazo fueran convocadas nuevas elecciones presidenciales.
De este modo, lo que ocurra en las próximas semanas será clave para el futuro de Venezuela. Alfredo Keller, analista de la encuestadora Keller y asociados, sostuvo que hay dos variables decisivas en la ecuación: la salud de Chávez y la situación económica del país, que incluye problemas de endeudamiento y una merma en la capacidad de producción de la petrolera estatal PDVSA. A su juicio, si el gobierno evita una “crisis fiscal” el año próximo y Chávez sigue en el poder, ya sea como presidente o tutelando a su sucesor, poco cambiaría. Pero si cambia una de las variables, advirtió que puede producirse una “situación explosiva”, con un aumento de la conflictividad social en caso de un descalabro económico o una disputa por el poder si Chávez se aleja del mando o muere, incluso dentro del oficialismo.
“El chavismo no es una familia homogénea, existen varios chavismos con varias agendas distintas. Lo más visible, pero no lo único, es el conflicto entre militares y civiles que tienen razones de poder completamente opuestas. Estos conflictos sobrevendrían en un estado muy complejo, porque el único líder capaz de amarrarlos es el presidente Chávez, pero su eventual ausencia podría desatar los demonios internos”, dijo Keller a Búsqueda.
A su juicio, debido a esto fue que Chávez buscó repartir de forma salomónica el poder y los “negocios” asociados al mismo entre sus filas: dejó la conducción ejecutiva del gobierno en manos del ala civil encabezada por Maduro y puso en manos de militares el control de la Asamblea Nacional presidida por el teniente retirado Diosdado Cabello, la del Partido Socialista Unido (PSUV) y más de la mitad de las gobernaciones. “Esto es un reflejo de este proceso de transición” que hay en Venezuela, indicó Keller. Pero advirtió que en función de la experiencia reciente puede esperarse “una conflictividad creciente entre ambos sectores” del oficialismo por el control del poder.