La directora de Política Energética de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea, Cristina Lobillo, responsable de la formulación y la ejecución de la política energética de la Unión Europea (UE), visitó Uruguay para participar de la VIII Semana de la Energía, que empezó el lunes 6 y termina el viernes 10. El evento, organizado por el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), la Organización Latinoamericana de Energía y el Banco Interamericano de Desarrollo, constituye una de las principales instancias de diálogo político y estratégico en materia energética a nivel regional.
En ese contexto, la experta española mantuvo reuniones bilaterales con autoridades uruguayas donde se trataron, entre otros temas, aspectos como la inversión europea en la planta productora de hidrógeno verde en Tambores, Paysandú —iniciativa apoyada por la UE en el marco de Global Gateway, la estrategia europea para impulsar proyectos en los sectores digitales, energéticos y de transporte—. Además, se buscó avanzar sobre el desarrollo del memorándum de entendimiento para cooperar en energías renovables e hidrógeno verde firmado en julio y analizar posibles nuevas sociedades.
—Hay una larga historia de cooperación con Uruguay que se remonta a más de 10 años. La UE ha colaborado mucho en la transición energética que el país ha realizado, con un 97% de renovables en la matriz energética, que es una cifra muy ambiciosa. Recientemente, la UE firmó un memorándum de entendimiento con Uruguay que incorpora los elementos más importantes de la transición energética para poder seguir colaborando. Incorpora cooperaciones renovables, eficiencia energética, producción de hidrógeno (H2) renovable y vamos a empezar a desarrollar el memorándum.
—¿Qué implica en la práctica haber firmado este memorándum?
—Es un acuerdo no vinculante. Es importante porque establece las líneas de cooperación y puede servir como una buena base también para atraer inversiones y más cooperación entre empresas europeas y uruguayas. Ahora mismo en energía solamente tenemos dos memorándums, uno con Argentina y otro con Uruguay.
—Ya tuvo algunas reuniones con autoridades uruguayas y tendrá otras. ¿Qué objetivo tienen esos encuentros?
—El martes tuve la suerte de reunirme con la nueva ministra de Industria, Energía y Minería (Elisa Facio), fue una reunión muy positiva y hablamos del memorándum, pero también de la próxima COP y de los temas más importantes en política energética. El miércoles vamos a hablar de todos los temas que se incluyen en el documento y cómo vamos a desarrollarlos. Cada uno necesitará talleres de trabajo, algunos son de hidrógeno verde, otros de renovables y otros sobre eficiencia energética. Un ejemplo muy concreto es el hidrógeno verde. Es importante primero tener un marco regulatorio; la UE está trabajando en eso y para futuras exportaciones a la UE tiene que haber también sistemas de certificación, es una información que es fundamental trabajar entre administración y administración.
—En Uruguay el proyecto insignia de la estrategia Global Gateway es el de producción de hidrógeno verde en Tambores (Paysandú). ¿Cómo se vinculan exactamente y cuál ha sido el apoyo?
—El proyecto Tambores es un ejemplo muy concreto de cómo se va a desarrollar el hidrógeno verde en Uruguay y se engloba en la estrategia Global Gateway, dentro del equipo Europa. Es el primer proyecto de hidrógeno verde en Uruguay (ya tiene aprobaciones medioambientales) y participan dos empresas europeas, la compañía alemana promotora Enertrag y la francesa Liquid, que proporciona la tecnología. Es importante por ser el primero y por la cuantía de la inversión. Además, la UE ha colaborado con Uruguay en la elaboración de su marco regulatorio.
—¿Qué otros proyectos se desarrollan en Uruguay en el marco de la iniciativa Global Gateway?
—En materia energética hay otro proyecto que es el del Puerto de Montevideo y otro de transporte eléctrico sostenible. También hay un proyecto digital de 5G que se realizará por una empresa europea.
—¿Cuál piensa que es el rol de Uruguay, desde el punto de vista europeo, en el desarrollo y la provisión de energías renovables?
—Uruguay es uno de los países de matriz energética más ambiciosa. La UE adoptó la meta de producir un 42,5% de energías renovables con el objetivo de llegar a 45% en el año 2030. En ese sentido, Uruguay es un país modelo en lo que significa el desarrollo de renovables.
—Uruguay está encaminando su segunda transición energética y busca desarrollar la industria del hidrógeno verde y combustibles sintéticos. En relación con otros países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Colombia), ¿cómo ve al país en su meta de ser exportador de energía verde a Europa?
—En términos de hidrógeno verde, lo primero que hay que decir es que los países que has mencionado y otros países del mundo, y la propia UE, están todavía en una fase muy incipiente del desarrollo de la producción. En la UE hay menos de un 2% de hidrógeno renovable en el mercado. Estamos creando la legislación y también el banco de hidrógeno, que consiste en financiar algunos proyectos internos de la UE que puedan producirlo. También nos interesa mucho la parte internacional, porque en la UE cuando Rusia invade a Ucrania se adopta lo que se llama el Plan REPower para ser independientes de los combustibles fósiles rusos. Aquí se establece el objetivo de producir 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable e importar 10 millones de toneladas de otros países. Entonces todo lo que se pueda producir en Uruguay y en otros países de la región sería muy importante para la UE. Además, ahora el hidrógeno solo se puede transportar en forma de amonio. Todavía hay una serie de elementos tecnológicos que hay que resolver antes de que sea rentable. Pero desde la perspectiva de la UE es muy importante y muy relevante que se desarrolle y se produzca para crear un mercado más internacional.
—¿La UE va a apadrinar a Uruguay en la redacción de un marco regulatorio que cumpla con estándares internacionales? ¿Cuáles serán esos parámetros?
—La UE hace su propio marco regulatorio para producir hidrógeno internamente y también lo que se llaman sistemas de certificación. Cuando se importa, el producto tiene que cumplir con los mismos requisitos que se exigen para la producción interna. Entonces ese es el trabajo que está haciendo la UE. Luego, en el diálogo energético con Uruguay vamos a trabajar en explicar cuál será nuestro marco regulatorio una vez que esté adoptado y cuáles serán los sistemas de certificación. Ya tenemos algunos, pero todavía hay elementos dentro del marco regulatorio que se tienen que desarrollar y que son los que vamos a trabajar con Uruguay.
—¿El punto de partida de Uruguay en términos de infraestructura y regulación del hidrógeno verde es bueno?
—Esto es quizás lo más complicado. Uruguay tiene un plan ambicioso de producir hidrógeno verde y tiene lo más importante que es la energía renovable. Ahora, hacen falta los electrolizadores, pero aquí es más complicado porque es una tecnología que tiene que implantarse. Como Uruguay tiene este plan muy claro de ser productor, la infraestructura forma parte de este plan. Pero, con base en las discusiones y las negociaciones que hemos tenido con Uruguay, tenemos mucha confianza en que se pueda desarrollar y en que podamos intensificar nuestra cooperación.
—¿Cree que existen posibles nuevas sociedades entre la UE y Uruguay en el campo de las energías renovables?
—La transición energética es un proceso absolutamente imparable. Pero hay que tener en cuenta dos elementos más. Uno es la seguridad de abastecimiento: la transición energética es un proceso gradual. En la matriz energética de la UE seguimos teniendo más de un 50% de combustibles fósiles, entonces no podemos eliminarlos de repente, porque no tenemos fuentes de energía renovables que los puedan sustituir. El tercer elemento, que lo llamamos el trilema, es que la energía se pueda vender a precios razonables y asequibles para la industria y para los hogares. Esto es fundamental y una responsabilidad de los gobiernos en la que es necesaria cooperación. Es importante también que esa transición sea justa. En la Unión Europea hemos creado dos fondos, uno de transición justa y otro que se llama Fondo Climático Social, donde vamos a ayudar económicamente a aquellas regiones dentro de la UE que tienen una mayor dependencia, por ejemplo, del carbón, y que les va a costar más hacer la transición. Es una experiencia que introducimos también en los diálogos de energía que tenemos con Uruguay, porque son los tres pilares de la transición. Entonces, es un proceso imparable y que va encaminado al objetivo del Acuerdo de París de reducir gases de efecto invernadero y conseguir limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados. Eso es algo que hay que hacer de manera conjunta. Producir y consumir energía representa el 75% del total de los gases de efecto invernadero, por lo cual la energía se convierte quizás en una política prioritaria en los diálogos políticos y de cooperación con todos los países.
—En una reciente intervención, adelantó que la Comisión Europea impulsará durante la COP28 la firma de una declaración para que los países se comprometan a triplicar la tasa mundial de despliegue de renovables hasta 2030. ¿Uruguay también se adherirá?
—Es una iniciativa que pretendemos que sea conjunta de la UE y en la que todavía estamos trabajando. Consiste en triplicar la capacidad de renovables y duplicar la eficiencia energética en el año 2030. Estamos trabajando ahora mismo, por una parte, internamente con nuestros Estados miembro para tener un texto adoptado lo antes posible. Por otra, estamos haciendo un outreach internacional, hablando con todos aquellos países que pueden o que están en condiciones de poder firmar esta iniciativa. Para la UE, las políticas de energías renovables y de eficiencia energética son quizás la vía más rentable de poder conseguir también económicamente la transición energética. También generan empleo, crecimiento y además se van abaratando en la medida en que se van produciendo a mayor escala. Es una iniciativa que se va a intentar adoptar el 2 de diciembre con la participación del mayor número de países posible. Con Uruguay lo hemos puesto sobre la mesa, el martes hablamos con la ministra y estamos en fase de mirar el documento; esperamos que Uruguay pueda participar.
—Uruguay se propuso metas muy ambiciosas hacia 2025 en reducción de carbono. ¿Cómo evalúa el desempeño del país más allá de la intención de cumplir con el compromiso asumido por el Acuerdo de París?
—Esto la UE no lo puede juzgar. El punto de partida que tenemos todos para la descarbonización es el Acuerdo de París. Luego cada país tiene la obligación de establecer una estrategia. Este año en la COP28 hay un ejercicio llamado global stocktake que va a analizar las políticas climáticas de cada país y a qué distancia estamos del 1,5. Con las políticas que tenemos arriba de la mesa, la situación es bastante dramática porque estaríamos entre un 2,7 y 3. Estamos muy lejos del objetivo. Entonces la UE no juzga a otros países, sino que como firmantes lo que queremos es que todos los países podamos llegar a la neutralidad climática en 2050.