El presidente de ese instituto público dijo a Búsqueda que la propuesta de flexibilizar la cuota Hilton “debería ser una discusión profunda en el país y no una decisión de unos pocos detrás de una mesa de trabajo”
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLo que podría llegar a ser la ganadería uruguaya del futuro ya empezó a mostrar algunos indicios en los cambios registrados en los últimos años, mediante ciertas transformaciones en los procesos productivos, que fueron impulsadas por alternativas de negocios, y en la incorporación de nuevas tecnologías.
En ese escenario, “Uruguay debe promover información de calidad y demostrar que la ganadería, con un componente fuerte de campo natural y de pasturas permanentes, puede ser una actividad que genera carne de alto valor y además con un compromiso ambiental”, dijo a Búsqueda el presidente del Instituto Plan Agropecuario (IPA), Esteban Carriquiry.
Consideró que la producción de esa carne “no solo genera un valor referencial, sino la percepción en el mundo de que tiene las propiedades de calidad del producto y de los procesos”.
Para eso “el país tiene que encarar en forma urgente y decidida, como se dice habitualmente: sin prisa, pero sin pausa, o en este caso sería con prisa y sin pausa”, planteó.
Aseguró que “no existe otro país en el mundo que tenga un 60% de su superficie con pastizales productivos”.
Carriquiry asumió la titularidad del Plan Agropecuario en mayo y es un agrónomo referente de la organización Alianza del Pastizal, que promueve la preservación de los pastizales naturales del Cono Sur.
El IPA aprobó recientemente un proyecto con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria denominado gestión del pasto para desarrollar conocimiento en ese ámbito.
Tras repasar los principales cambios que tuvo la agropecuaria uruguaya desde el 2002 en adelante, el presidente de esa institución de derecho público no estatal señaló algunas situaciones más recientes que incidieron en modificaciones de los ciclos productivos de la ganadería y en cómo se imagina a esa tradicional actividad en los próximos años.
Carriquiry también se manifestó respecto a algunos temas de actualidad que se discuten en el sector cárnico, como la flexibilización de las condiciones para exportar carne vacuna a la Unión Europea dentro de la cuota Hilton.
“No tengo una posición tomada, pero sí tengo claro que los cambios en las reglas de juego, cualquiera sea, que afecten diferencialmente a distintos sectores del país deben ser consensuados”, dijo.
Opinó que ese tema “debería ser una discusión profunda en el país y no una decisión de unos pocos detrás de una mesa de trabajo”. “No me parece justo y sano tomar decisiones que puedan afectar a distintos sectores, beneficiando a algunos y perjudicando a otros”, enfatizó.
Las gremiales de frigoríficos y productores de feedlots plantearon al gobierno que gestione ante la Unión Europea la posibilidad de cambiar el protocolo que establece el cumplimiento del cupo Hilton con carne de animales producidos “exclusivamente” a pasto por el término “preferentemente”, dejando así la alternativa de alimentar con granos a los vacunos.
Algunos asuntos que forman parte de los debates entre empresarios del agro guardan relación con la característica producción de vacunos que pastan en grandes extensiones y la expansión de los corrales para el engorde intensivo de los animales.
Consultado sobre el tema, el titular del Plan Agropecuario destacó la importancia de “un equilibrio entre el mantenimiento del campo natural, en una porción importante que no debería ser mucho menos de la actual, y una recría e invernada con pasturas cultivadas, con mucha atención a la calidad ambiental, los procesos, con un enfoque de eficiencia en el uso de agroquímicos y los fertilizantes, evitando la contaminación”.
Con un “enfoque de sistemas productivos que tienen que ser rentables y también sostenibles social y ambientalmente, debe haber una ganadería en la que valoricemos el componente de pasturas naturales y el ecosistema privilegiado que tenemos”, sostuvo.
En cuanto a lo que pueda ser la nueva ganadería uruguaya de ahora en adelante, Carriquiry la resumió en “una cría con la aplicación de tecnologías de procesos y algo de insumos, basada en campo natural, y una recría e invernada más intensiva con el uso de pasturas cultivadas, suplementos y hasta la posibilidad del engorde a corral”.
“Hay un movimiento vinculado a la ganadería regenerativa, holística o el pastoreo racional que es uno de los cambios fuertes e importantes de los últimos años, que se fortalecerá mucho en el futuro”, consideró.
Y planteó que se trata de “una ganadería que tendrá un impacto productivo, con cierto resguardo ambiental muy importante”, y que “está revolucionando” al sector.
Para el presidente del IPA, hubo una “valorización del concepto de la naturalidad y de la conservación de los pastizales naturales” en la región y en el mundo.
“Ese valor competitivo o ventaja comparativa que tienen Uruguay y la región comienza a pesar en que ofrece otros valores ecosistémicos que pueden ser de interés para el mundo, como la calidad del agua, la biodiversidad y, más recientemente, el efecto de poder ser suministrador de carbono para combatir el cambio climático”, advirtió.
Reconoció que “si bien eso no está fehacientemente demostrado sí se ve como una oportunidad para tener una ganadería con algunos valores de preservación del medio ambiente, que la puede hacer más competitiva en la medida en que eso se transforme en valor”.
Al analizar las transformaciones más significativas en el campo uruguayo que trastocaron el funcionamiento histórico de la ganadería, el titular del Plan Agropecuario resaltó el salto que tuvo el precio de la hectárea de tierra al pasar de US$ 400 a más de US$ 3.000, entre 2001 y 2011, y que en un activo de mayor valor se dieron “negocios más atractivos y rentables”, como la producción de granos y la forestación, entre otros.
La modificación en el uso de la tierra, con el “ingreso fuerte” de la agricultura de soja y el negocio de la forestación, causó “una intensificación que arrastró a la producción de vacunos”, indicó.
Fue así que surgieron los feedlots que luego se vincularon con la alternativa de exportar carne dentro del cupo europeo 481, que implica el engorde de los vacunos con raciones en los 100 días previos a la faena.
“El negocio del feedlot pasó de ser un negocio de productores a ser básicamente de la industria frigorífica también, lo que generó cambios”, señaló.
Comentó que “los ganaderos pasaron a ser más bien proveedores de los feedlots para poder entrar en ese cupo europeo, más que ser los tenedores del novillo dentro del feedlot hasta el final”.
“La cuota 481 produjo cambios realmente importantes porque mucho productor invernador, o buen productor de terneros o recriador, empieza a encontrar que ese negocio es bastante atractivo”, afirmó.
Argumentó que eso se debe a que “desde el punto de vista de la eficiencia biológica el crecimiento del novillo y de la vaquillona también es máxima en el período desde que se desteta el ternero hasta que entra con 380 o 400 kilos al corral”.
“Ese es el momento de mayor eficiencia biológica del animal, entonces, si eso tiene un valor extra por entrar en la cuota, se transforma en una actividad muy interesante para el ganadero, que no tiene que preocuparse por terminar el engorde del vacuno”, dijo.
Valoró que esa actividad “pasó a ser el negocio estrella de la ganadería”.
Un negocio que también modificó las modalidades y perspectivas de ganadero fue la habilitación y la promoción de la exportación en pie de terneros, principalmente a Turquía desde 2011 y años siguientes.
Otro cambio de relevancia es que “la producción agrícola mejoró la profesionalización de los servicios”; específicamente, “al hacer las rotaciones agrícolas ganaderas se hacen mucho mejor las siembras en la pecuaria”, destacó Carriquiry.
Justificó que “eso permite tener pasturas de más larga duración vinculadas al correcto uso de la festuca, como especie emblemática de las praderas”.
Respecto a los desafíos cercanos para el agro local, el presidente del IPA dijo que “las tecnologías de información y de comunicación están pesando mucho, pero en el futuro van a pesar mucho más en el trabajo cotidiano”.
“Por lo tanto, quien no tenga las mínimas habilidades para manejarlas termina siendo un analfabeto”, advirtió.