Un año para “sacarle la foto y encuadrarla” es una de las frases más reiteradas por estos días por los empresarios del agro, principalmente en el sector de la carne.
Un año para “sacarle la foto y encuadrarla” es una de las frases más reiteradas por estos días por los empresarios del agro, principalmente en el sector de la carne.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEs que con China como principal demandante, este año ese rubro bate récord de faena de vacunos (algo más de 2,6 millones de cabezas, lo que es 31% más que en 2020), de montos de exportaciones, con un aumento de 55% respecto al año anterior, sumado a mayores ventas en el mercado local, entre otros indicadores.
Pero al mismo tiempo, hay ciertos desafíos que están en la mira del sector, para no perder el tranco y seguir ese mismo camino en los próximos años.
“Es tan importante nuestro trabajo como privados”, como la labor “oficial” en cuanto a “ir avanzando en la conexión sostenible con los servicios sanitarios de todos” los mercados de exportación, dijo a Búsqueda el gerente general del grupo Marfrig en Uruguay, Marcelo Secco.
Señaló que “no basta con la habilitación (para exportar a un país)”, sino que es preciso “estar al día” en las reglamentaciones.
“Uruguay tiene el desafío de exportar todos los días”, y es necesario tener esas “alertas prendidas”, consideró.
En cuanto a los planes de usar fondos del Instituto Nacional de Carnes (Inac) para solventar gastos de funcionamiento del Ministerio de Ganadería (MGAP) u otras instituciones públicas, ese ejecutivo advirtió: “Me parece riesgoso el simplismo de trasladar recursos de una institución a otra, y no definir bien el objetivo”.
Paralelamente, Secco, quien es presidente de la Asociación de la Industria Frigorífica (Adifu), valoró dos tareas específicas de la actual administración: el mayor “ímpetu” en la inserción internacional, con el Tratado de Libre Comercio (TLC) con China como ejemplo, y la revalorización del mercado interno de la carne.
—El sector cárnico cierra un año récord con exportaciones por casi US$ 3.000 millones y un aumento de 30% en la faena de vacunos respecto a 2020. ¿Cuál fue la estrategia para lograr ese objetivo?
—No hay ningún secreto en cuanto a estrategia. Lo que sí hay es pertenecer a un mundo en el cual el éxito estuvo en saber leer o haber leído los momentos comerciales en los momentos correctos. Porque el mercado (cárnico) tuvo idas y venidas desde el año pasado y está cada vez más dinámico, en el sentido de competencia, asuntos internos, temas políticos y sanitarios que se agregaron este año.
La lectura correcta de los tiempos del mercado fue la clave para poder ir manejando este crecimiento que hubo este año. Detectar la expansión de la compra, ir capturando valor en forma ágil semana a semana, mes a mes, generando los compromisos (de venta) en los tiempos correctos.
Y a su vez, en el caso de las empresas que son más globales, en contar con la información de cómo vienen nuestros competidores.
Dinámica como siempre es China, o el ejemplo de Europa, que entra o sale, que está prendido o está apagado por semanas. Ese ejercicio fue la clave de este año. Y cada vez más se repite, eso es más dinámico, más tipo flash.
Dejo de lado el elemento nuevo de la pandemia, de cómo va evolucionando en todos lados. Y el otro elemento son las distorsiones que genera que Brasil salga del mercado de China y que Argentina tenga restricciones a las exportaciones de carne.
—Por esos motivos, ¿Uruguay tuvo el camino libre y la mesa servida para hacer negocios en China? En el caso de Marfrig, además, opera tanto en Brasil como en Argentina.
—Sí. Está de los dos lados, pero sí, sin duda que Uruguay ha tenido (esa posibilidad).
Incluso, también Uruguay ha tenido algunos desafíos internos, como en su relación con el ministerio chino este año, de algunos problemas con ciertas empresas. Ese trabajo interno que hay que seguir y mejorar también es parte del éxito. De tener el mejor relacionamiento incluso a la distancia.
—¿Cree que en cierto momento no se manejó del todo bien esa situación?, pensando en la suspensión de algunas empresas para exportar a China, y la decisión del Poder Ejecutivo de destituir a varios jerarcas del Ministerio de Ganadería.
—No sé si pudo haber sido mejor. Todas estas cosas generan inquietud e incertidumbre. Pero uno presupone que fueron realizadas con la intención de mejorar.
Lo que sí digo es que es tan importante nuestro trabajo como privados, como el trabajo oficial que vaya avanzando en una conexión sostenible con los servicios veterinarios de todos los países.
No solo basta con estar habilitado (para exportar) sino que esa relación hay que mantenerla, tener conexión, estar al día en cuanto a las reglamentaciones sanitarias. China, al igual que otros mercados, tiene sus dinámicas internas, que es necesario estar leyéndolas. Y Uruguay tiene el desafío de ser un país que todos los días tiene que exportar. Necesitamos tener esas alertas prendidas.
A veces aparecen esos ruidos a nivel de los servicios oficiales, que obviamente nos ponen en alerta. Y nosotros en el ejercicio de que es un servicio que el Estado da, vamos a ser muy celosos de que eso sea para mejor. Tanto en el rubro cárnico como en todos los demás.
La relación de las contrapartes oficiales es una base muy fuerte que hay que seguir trabajando siempre.
—¿No ve con preocupación la situación de los servicios sanitarios del MGAP, específicamente en cuanto a la falta de funcionarios para hacer los controles, el retiro por jubilaciones, entre otras debilidades?
—Uruguay está en un proceso de cambio, y debe estarlo. Los propios sistemas de control y de auditoría a nivel mundial son dinámicos. Y a Uruguay a veces le falta esa dinámica. Nos atamos a estructuras, y cuando se van produciendo esos cambios los vemos como una debilidad.
Hay que seguir preparando los equipos oficiales para generar esos cambios que se han ido dando. Si uno mira lo que ha sido el control de la producción de los alimentos en Uruguay, del concepto de inspección al concepto de auditoría, eso va evolucionando y no para. A veces nos cuesta. No lo veo como una alerta.
La alerta principal es el desafío de qué hacer para que la formación y la capacitación de los recursos humanos oficiales tengan la posibilidad de evolucionar con la misma dinámica que evoluciona el mercado. Y eso a veces es lo que sí preocupa.
No necesariamente con este gobierno, con todos hemos estado en interacción permanente con las autoridades para aportar. Por lo menos nuestra opinión siempre fue considerada. Pero no lo veo como un problema, siempre se habla de presupuesto y la disponibilidad de personal. Lo más importante es saber cómo invertir esos recursos.
Uruguay tiene equipos que están en proceso de renovación, que nos gustaría que fueran más rápido. Pero estoy confiado de que ese proceso se va a hacer bien.
Quizá no con la velocidad que uno quisiera, pero hay una buena mezcla de experiencia y de equipos jóvenes que están permanentemente ingresando profesionales nuevos.
Uruguay tiene que seguir mejorando la forma en que ejerce ese tipo de controles, alineado a las normativas internacionales y con una evolución, porque se acabó ese sistema de control estático. Eso está pasando quizá más lento de lo que quisiéramos, pero está pasando.
—El gobierno planteó el uso de recursos del Inac para financiar parte de los controles oficiales. ¿Qué opina?
—Hay que ser muy rigurosos en los cometidos de las instituciones. Me parece riesgoso el simplismo de querer trasladar recursos de una institución a otra, y no definir bien el objetivo. Inac tiene su objetivo, el MGAP tiene el suyo, son presupuestos independientes.
Es buena la discusión de esos temas; hay que seguir haciendo complementariedad entre instituciones y cuidar mucho la superposición de funciones.
Tenemos una Universidad (de la República) que investiga, un INIA (Instituto de Investigación Agropecuaria) que investiga, un Plan Agropecuario que difunde.
No podemos dejar de redefinirle los cometidos y ahí sí, revisar cómo se las apuntala en materia de recursos y no simplemente trasladarlos.
—En algunos casos se llegó a hacer eso de usar recursos de Inac para financiar planes de otras instituciones.
—El Inac tiene aportes a algunos procesos, como la trazabilidad del ganado, o en otros casos como el Fondo Covid.
Lo que no podemos dejar de revisar es el qué y para qué de cada una de las instituciones, y su mejor forma de ejercer sus funciones.
—Alguna gremial rural llegó a pedir una reducción del aporte financiero del sector ganadero al Inac, que al mismo tiempo estableció un plan estratégico que requiere de fondos. ¿Qué opina?
—Es bueno revisar ambas cosas. No olvidemos que esto ha sido un tema de revisión en el paquete de modificaciones incluidas en la Ley de Urgente Consideración.
Más allá de eso, coincido en que lo más importante es el buen funcionamiento y el plan estratégico.
Atrás de eso, tengamos tanto la dinámica de contracción como de expansión, que estos recursos vayan siendo acordes a lo que la cadena necesita.
Hay que ser previsores, porque momentos buenos como este pueden venir acompañados de momentos de menores volúmenes y precios (de la carne), que comprometan la recaudación. Igual, tampoco es un tema tabú que no se pueda conversar.
—Considerando que el Inac se financia con aportes de las ventas de carnes en el mercado interno y la exportación, ¿este año debería también ser récord de recaudación?
—Debería serlo, porque va en relación directa con ambos negocios.
Hay que ser cuidadoso con los costos de una estructura importante del Inac a considerar. A pesar de la pandemia, no debemos descuidar uno de los cometidos principales del organismo, que es hacer conocer la carne uruguaya en el mundo. Hoy hay otros mecanismos, más virtuales, pero todo aparenta que el año próximo se tendrá mayor presencialidad y por lo tanto tenemos que estar preparados en lo presupuestal.
Tenemos la Expo Dubái en febrero, entre otros eventos importantes, y en seguida viene la feria de China.
El Inac recauda unos US$ 6 millones anuales aproximadamente.
—El Parlamento discute la política forestal oficial, también hay planes para la lechería. ¿En la del sector cárnico, hubo cambios recientes o se prevé modificaciones?
—La política de carnes logró trascender los vaivenes políticos, porque es un rubro muy importante para el país, por lo que derrama en la economía, no solo en empleo directo, sino indirecto y todo lo que encadena. Se están haciendo cosas interesantes, como ese trabajo del Inac de revalorizar el mercado interno con los carniceros, lo que va asociado al criterio de seguridad e inocuidad y de mejor orden. A veces no luce por la dimensión del mercado interno, pero es un trabajo importante en el largo plazo.
Además en Cancillería está la agenda internacional que este gobierno decidió dinamizar, con el Mercosur y fuera del bloque, el Tratado de Libre Comercio con China, la relación con el Sudeste Asiático, con Japón y con Corea.
Eso es parte de una política que trasciende al gobierno de turno y que la actual administración resolvió darle más ímpetu. Y a la carne le va la vida en eso.
La carne tiene la institucionalidad que el Inac le da, esa conjunción de discusión semanal con datos y análisis, e interacción interinstitucional. Siempre es bueno que el Inac como institución se revise.