Los choques entre el gobierno y los socios del Mercosur fueron permanentes en los últimos dos años. El gobierno desarrolló una estrategia confrontativa para intentar concretar acuerdos bilaterales con países fuera del bloque sin aval de los socios. Y si bien en la Cancillería entienden que ese plan permitió mostrar que Uruguay tiene el derecho de avanzar solo, reconocen que no ha obtenido resultados deseados.
El ministro Francisco Bustillo planteó en el Parlamento la semana pasada que es momento de buscar un “gran acuerdo nacional” sobre el Mercosur para que Uruguay deje de ser rehén del proteccionismo de sus vecinos, a los que responsabilizó, en gran medida, por la falta de avances en la agenda comercial del bloque. “No estoy planteando que nos tengamos que ir; quizás podamos cambiar el estatus del Mercosur”, resumió el canciller.
La intervención de Bustillo y su equipo en la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado, el miércoles 7, abundó en lo que consideró éxitos a nivel bilateral, como la ampliación del acceso a varios mercados de diversos productos uruguayos. El ministerio destacó, por ejemplo, la profundización de las relaciones con China, más allá de no conseguir un tratado, los acuerdos de zonas francas con Brasil y la ampliación de los intercambios comerciales con la Unión Europea, Marruecos, Israel, Corea del Sur, Japón, Egitpo, Colombia y Arabia Saudita.
Rehenes
Las cumbres presidenciales del Mercosur han ambientado una escena repetida. En ella, Luis Lacalle Pou o Bustillo planteaban que Uruguay tenía derecho a negociar de manera bilateral con países por fuera del bloque sin el aval de los socios, mientras que los representantes de Argentina, Brasil y Paraguay sostenían casi que lo opuesto.
Al “haber despejado el horizonte, hablar claramente de que no hay inhibiciones, de que tenemos el derecho, recuperamos el derecho y la autoridad de poder decir que no hay inhibición alguna. Ese es un logro muy importante y, sobre todo, haber instalado en la agenda del Mercosur la modernización y el sinceramiento con que hemos hablado entre los cuatro países”, argumentó Bustillo en el Parlamento.
Pese a las críticas de los socios, Uruguay avanzó en negociaciones con China y Turquía y solicitó el ingreso al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP-11 o CPTPP, por su sigla en inglés). Hablar claro del tema, sin embargo, no se tradujo en acuerdos concretos.
Con China se elaboró un estudio conjunto de factibilidad, pero luego nunca se lanzaron las negociaciones sobre el acuerdo. El problema central que impidió continuar con el proceso, según el gobierno, fue la oposición de los socios de la región.
Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumió la presidencia de Brasil en enero, planteó que es el Mercosur en conjunto el que debe negociar con China y que el bloque debía avanzar en esa discusión recién luego de cerrar el tratado con la Unión Europea.
“Nosotros estamos contestes en avanzar como Mercosur; el problema es que el Mercosur no avanza”, dijo Bustillo.
En el caso de Turquía los movimientos también son lentos, según explicó el embajador que estuvo a cargo del tema, Fernando López Fabregat. Todavía no está firmado el estudio de factibilidad y recién después de que se haga los dos países definirán si abren la etapa de negociaciones.
El canciller no solo cuestionó que los acuerdos bilaterales que busca Uruguay no prosperaran por falta de apoyo de la región, sino que advirtió que algo similar sucede con los que tiene en agenda el Mercosur en conjunto. Con Singapur el texto había sido finalizado, pero ahora “no se termina de cerrar porque Brasil decidió” reabrirlo, criticó Bustillo.
El destino del acuerdo con la UE tampoco está claro. Los dos bloques cerraron las negociaciones en 2019, pero los europeos plantearon después que era necesario incorporar una adenda para fijar criterios ambientales. Recién este año, y después de que Jair Bolsonaro dejara la presidencia de Brasil, presentaron un borrador al Mercosur.
“Una señal de que la negociación no viene bien se da en algunos hitos”, explicó el director de Asuntos de Integración y Mercosur de la Cancillería, Enrique Delgado. Hubo que suspender dos reuniones —en abril y mayo— entre los bloques porque los sudamericanos no se pusieron de acuerdo en el contenido de una “contrapropuesta” que quería entregar Brasil.
Una nueva reunión está planteada para junio, pero todavía no hay luz verde sobre el texto, dijo Delgado. Añadió que estaba previsto que en julio, en la cumbre Unión Europea-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, se pudiera dar “un anuncio algo relevante”. Sin embargo, “al no saber cómo contestarle a la Unión Europea, nos lleva a pensar que tampoco vamos a poder hacer algún anuncio importante”.
Ante todas esas malas noticias que le despiertan un sentimiento de frustración, Bustillo dijo: “Es momento de que haya un acuerdo nacional o lo que fuera para considerar nuestra posición respecto a la imposibilidad de avanzar ya no con el CTPP o con China, sino en cualquier materia en lo que refiere a inserción internacional”. El ministro sostuvo que Uruguay es rehén “de otros actores que no han mostrado el más mínimo interés en avanzar no con China ni con el CTPP, sino con nadie”.
Bustillo dijo que Uruguay viene “padeciendo” esa situación desde hace mucho tiempo y añadió que ningún otro socio ha “hecho tanto” por el bloque. A modo de ejemplo, subrayó que el gobierno planteó ante el Grupo Mercado Común una resolución para establecer una zona de libre comercio efectiva en el plazo de un año. “Llevamos más de 30 años intentando avanzar dentro del Mercosur y, en definitiva, constatamos que no hay interés ni de Brasil, ni de Argentina ni de Paraguay en terminar de profundizar y avanzar en el esquema de integración”, criticó.
El canciller dijo que no le correspondía tomar una decisión de ese calibre, pero sí quería alentar a que se dé la discusión sobre el futuro de Uruguay en el Mercosur y su posible “cambio de estatus”. Una de las alternativas es intentar pasar de miembro pleno a Estado asociado, como es Chile. “De ese modo podés recuperar” la iniciativa en política exterior, dijo a Búsqueda una fuente del ministerio.
La calesita
El director del Instituto de Negocios Internacionales, Ignacio Bartesaghi, valoró la “sinceridad” de Bustillo, aunque dudó sobre el efecto práctico de su planteo.
Crítico asiduo de la situación del Mercosur, Bartesaghi dijo que la posición de Uruguay en el bloque no es algo que se quiera discutir en el país por “restricción cultural y aversión al cambio”.
“Son bienvenidas las declaraciones de Bustillo, porque en algún momento tenemos que darnos cuenta de que el Mercosur nos está restringiendo e impactando en nuestro desarrollo económico”, dijo Bartesaghi a Búsqueda.
“La política exterior de Uruguay está en una calesita, gira y gira y no logra bajarse”, describió. “Y la calesita es el Mercosur, donde otros toman las decisiones”.
Consultado sobre la idea del ministro, el profesor grado 5 en Comercio Internacional e Integración Económica de la Universidad de la República Marcel Vaillant respondió: “El gobierno (a través de su canciller) frente a la ausencia de resultados improvisa, y la improvisación en estos asuntos anticipa nuevos fracasos”. El académico no quiso profundizar sobre el tema.
Fracaso
El senador frenteamplista Daniel Caggiani (Movimiento de Participación Popular), quien había solicitado la visita de Bustillo a la comisión, criticó el desempeño del gobierno en política exterior.
Para Caggiani, la intervención del canciller evidenció “la falta de resultados de la estrategia de Uruguay de intentar lograr, por la vía de la imposición o la confrontación, ciertos márgenes de flexibilidad en su posicionamiento internacional”.
“Más que tratar de buscar nuevos posicionamientos, hay que tratar de tener una mirada común que le permita al Uruguay sincerar el fracaso de la estrategia de confrontación y pasar a una estrategia de mayores niveles de trabajo conjunto en algunas áreas que permita dar pasos quizás de menos alcance, pero más profundos” con China y otros países, sostuvo Caggiani. “Falta de pragmatismo y sobre todo de darse cuenta de una nueva realidad política que hoy existe en el continente y que ha dejado un poco de lado al gobierno de Uruguay”.