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Uruguay es uno de los 23 países clasificados hoy en día como “democracias plenas” en el mundo, según el índice que elabora anualmente The Economist Intelligence Unit. En la última edición ocupó el lugar 11 en el mundo y el número uno en la región.
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En contraste con este destacado nivel de desarrollo democrático, Uruguay presenta uno de los mayores índices de desigualdad de género en política del continente. Este punto fue abordado el pasado jueves 31 durante el evento Hacia una democracia paritaria en Uruguay celebrado en el Palacio Legislativo. En esa instancia, el coordinador residente de las Naciones Unidas en Uruguay, Pablo Ruiz Hiebra, describió la situación nacional en este rubro como “muy rezagada”.
El encuentro formó parte del Ciclo de Diálogos sobre el Futuro del Uruguay organizado por ONU en conjunto con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres). El cometido era intercambiar experiencias para promover acciones que garanticen la representación igualitaria en diferentes espacios de decisión.
Ruiz estuvo a cargo de la apertura de la actividad, en la que participaron integrantes del sistema político, la academia, organizaciones de la sociedad civil y organismos de cooperación. Durante su intervención, se mostró crítico con los avances de Uruguay en esta temática.
Para entender por qué “el poder no está repartido en la misma proporción”, explicó, es necesario analizar el problema desde dos perspectivas. En primer lugar, planteó una mirada desde lo ético: “Uruguay, que está en el grupo de democracias plenas, en esta temática se aleja mucho de la posición que le corresponde, no solamente en democracia, sino en cualquier otro indicador de la agenda 2030”, cuestionó.
Para Ruiz, el tema de la democracia paritaria y la participación política de la mujer “pone a Uruguay en un ranking completamente diferente del resto de las dimensiones de la sociedad” y lo ubica “no solamente alejado de las democracias plenas, sino alejado de los primeros puestos en la región y por debajo de la media regional”.
El coordinador insistió en que el país está “realmente muy rezagado” en materia de democracia paritaria y que desde un punto de vista ético se debería tener un reparto del poder mucho más parecido al reparto de la sociedad.
En segundo lugar, Ruiz se refirió a una visión más pragmática y aseguró que la democracia paritaria tendría un impacto muy importante al constituir “un pilar fundamental” para lograr ser un país desarrollado. En ese marco, se refirió, por ejemplo, a la estrategia del Fondo Monetario Internacional, que dice que reducir las disparidades de género va de la mano con un mayor crecimiento económico, más estabilidad económica y menor desigualdad económica. También aludió al Banco Mundial, que sostiene que cuando las mujeres asumen posiciones de liderazgo “eso se refleja en una mejora en la sostenibilidad, en el manejo de los recursos o en la resiliencia climática, entre otros” aspectos.
“Hay análisis diversos sobre cómo el tema de la economía verde se potencia con la participación de la mujer en la toma de decisiones. Y la consultora McKinsey estima a nivel mundial que la paridad traería un beneficio global de US$ 12 trillones, que es un porcentaje muy importante del PIB mundial. Es decir que el potencial que está perdiendo Uruguay por no apostar por la democracia paritaria es enorme, hay una pérdida de ganancia”, cuestionó.
Sobre el final de su exposición hizo un “llamado a la acción”. Según dijo, a escala mundial la sociedad ha avanzado en materia de democracia paritaria, pero opinó que las mejoras “siguen siendo muy lentas” y “hacen falta medidas afirmativas”.
“No debemos esperar dos o tres siglos para cambiar las cosas. En una democracia paritaria hablamos de un imperativo moral, y caminar en esa dirección es tanto una responsabilidad de las mujeres como de los hombres”, señaló Ruiz. Y agregó: “Hay diferentes caminos para lograrlo, pero la inercia no parece una opción viable para una democracia de la calidad de la uruguaya”.
Por último, dijo que en el contexto de la democracia plena de Uruguay la situación actual de participación política es, a juicio de Naciones Unidas, “claramente insatisfactoria”. Para ilustrar la desigualdad de oportunidades existente en el poder, mencionó que en Uruguay las mujeres jóvenes tienen un nivel educativo mayor al de los hombres.
“¿Queremos que nuestras hijas nazcan con un techo de cristal o aspiramos a que se vean en cualquier puesto de la sociedad, político o económico, y sientan que tienen todas las oportunidades para lograrlo?”, criticó. Para Ruiz, es importante que se visualice en un futuro que la paridad “se ha vuelto costumbre”, un escenario “que todos quisieran ver”.
“La gran pregunta es: ¿qué vamos a hacer para cambiar una situación que sabemos que no es la deseable?”, cerró.
En la apertura del evento participó también la vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón. Su intervención, que precedió a la de Ruiz, coincidió con el análisis del coordinador residente de Naciones Unidas.
“La democracia paritaria es un tema que nos convoca y preocupa, y creo que debiera ser el gran tema en la interna de los partidos y en la vida parlamentaria”, afirmó, y subrayó que la situación contrasta con el reconocimiento internacional a la calidad democrática “de avanzada” de Uruguay.
