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Cuestión de estilos
La relación entre la moda y la política en Uruguay, como en muchos otros países, refleja un uso consciente de la imagen y el estilo para transmitir un mensaje de autoridad, cercanía o liderazgo. Yamandú Orsi, candidato de la coalición de izquierda, se identifica mayormente con un estilo más descontracturado e informal, en sintonía con el partido al que representa. Busca crear proximidad y empatía con sus votantes, y se aleja de lo formal, salvo en circunstancias puntuales. Suele utilizar camisas arremangadas para proyectar una imagen accesible, orientada al trabajo, lo que resulta atractivo para aquellos que buscan un líder conectado con sus necesidades. El recurso fue muy utilizado por el expresidente de Estados Unidos Barack Obama. Esto refleja su ideología partidaria y sus propuestas políticas, que pretenden profundizar en los avances sociales y económicos enfocados en políticas progresistas y de bienestar social.
Por otro lado, Álvaro Delgado, que representa ideologías identificadas con la derecha, se caracteriza por tener una imagen más formal, que muestra su inclinación política. Su estilo sobrio, con una paleta de colores que lo identifica claramente con su partido, es un reflejo de su enfoque conservador. Generalmente, utiliza trajes azules, camisas de vestir y corbata, manteniendo su sobriedad y su enfoque profesional, en busca de transmitir confianza y compromiso con el orden y la estabilidad, principios clave de su propuesta política.
Mientras tanto en Estado Unidos, la victoria de Donald Trump como el próximo presidente de Estados Unidos concreta el respaldo de una gran parte de la población conservadora que promueve valores tradicionales y una política económica de corte proteccionista y nacionalista. Frente a Trump, Kamala Harris, quien habría sido la primera mujer afro y de ascendencia surasiática en la presidencia, enfocó su campaña hacia una política económica y social en apoyo a la clase media. Subrayó la importancia de la igualdad de género, la justicia social y el acceso a la salud reproductiva.
Ambos candidatos han utilizado la vestimenta como una forma de expresión y extensión de sus ideologías, además de simbolizar autenticidad y cercanía.
Un elemento de gran relevancia es el uso del color, tanto en Estados Unidos como en Uruguay, aunque en este último el impacto no es simbólicamente tan marcado. Los candidatos estadounidenses utilizaron el rojo y el azul, que representan respectivamente a los partidos Republicano y Demócrata. Esto no es casualidad, ya que son los colores de la bandera nacional. En cambio, en Uruguay, se observa el uso de diferentes tonalidades de azul para identificar al Partido Nacional, los rojos para el Partido Colorado, y el Frente Amplio utiliza una combinación de blanco, rojo y azul, pues no cuenta con un color que lo identifique de manera tan distintiva.
Kamala Harris ha utilizado la moda como una herramienta poderosa para transmitir su ideología. A lo largo de su campaña, eligió trajes sastre en colores patrióticos como el azul marino y el morado, este último simbólicamente vinculado a la unidad y la lucha por los derechos civiles. También optó en alguna ocasión por el blanco, en un guiño al movimiento sufragista, subrayando su compromiso con la igualdad y la inclusión. Su estilo, elegante pero accesible, refuerza su mensaje de estabilidad y progreso inclusivo. Además, Harris optó por el uso de championes con ropa formal, marcando un hito en la vestimenta femenina en la política, y dejando en evidencia una postura contemporánea, innovadora y rupturista.
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La vicepresidenta ha recurrido a diseñadores y marcas de lujo que representan valores de inclusión y sostenibilidad, como la uruguaya Gabriela Hearst, quien la vistió en momentos clave de su campaña. Hearst, conocida por su enfoque sostenible, ha sido una aliada importante en la transmisión de un mensaje de moda consciente.
Harris apareció en la portada de Vogue en dos ocasiones. La primera, al ser elegida vicepresidenta en 2021, causó controversia debido a una imagen en la que usaba championes Converse, lo que no correspondía a la imagen que su equipo había planeado, que, por el contrario, esperaba que la portada mostrara a Harris con un traje azul claro sobre un fondo dorado. La revista, que ya había impreso la portada, mantuvo ambas versiones como portadas digitales. La segunda vez que fue tapa de Vogue, a menos de un mes de las elecciones presidenciales, proyectó una imagen más formal pero cálida con un traje de Gabriela Hearst en tonos marrones, que reforzaba su mensaje político.
Además, la campaña presidencial demócrata lanzó la colección Designers for Democracy, con la participación de diseñadores como Aurora James, Tory Burch y Prabal Gurung, retomando el concepto de The Election Collection de 2020, en la que diseñadores como Hearst y Altuzarra usaron la moda para promover causas políticas y recaudar fondos.
Por su lado, el candidato y actual presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, ha sido una figura controvertida y polarizadora, tanto en su estilo político como en su influencia sobre la sociedad. El futuro presidente ha optado por una estética que refuerza su marca como empresario exitoso y hombre de poder mediante el uso de trajes oscuros, principalmente de color azul en distintas tonalidades, y corbatas rojas que lo identifican —además de que es el color de su partido— con la imagen de un líder seguro de su posición. Esta elección de atuendos está en línea con su discurso, y su estilo más rígido refuerza su imagen como figura de autoridad. Al mismo tiempo, el uso de colores patrióticos y accesorios icónicos de su marca proyecta una resistencia al cambio y una reafirmación de sus bases.
La imagen que Trump ha construido transmite y reafirma su influencia en la sociedad estadounidense, ya que ha buscado tener impacto no solo como político y candidato, sino también como figura mediática. Su discurso directo y polémico ha movilizado a un sector importante de la población, quienes lo ven como un defensor de sus valores patrióticos.
La moda de ellas
En el caso de las candidatas uruguayas a la vicepresidencia, Carolina Cosse y Valeria Ripoll, ambas figuras femeninas representan estilos diferentes, pero comparten ciertas tipologías de prendas y códigos de vestimenta. Un claro ejemplo es el uso del blazer, una prenda versátil que aporta elegancia y se adapta a diversas situaciones. De igual manera, los pantalones de vestir, prácticos y atemporales, son una constante en sus elecciones. Los trajes sastreros que ambas eligen pueden asociarse al empoderamiento de las mujeres en la política, proyectando una imagen de igualdad frente a sus pares.
Analizando más en detalle a cada una, Carolina Cosse se caracteriza por un estilo clásico que mantiene una cierta formalidad. Opta habitualmente por camisas en distintos colores, que combina generalmente con pantalones de vestir. En ocasiones, incluye jeans y calzado deportivo para situaciones más informales. Su uso de vestidos o polleras se reserva casi exclusivamente para eventos puntuales. Los colores predominantes en su vestimenta son los tonos de azul, gris, negro, rojo y beige, en cierta medida, los colores de la bandera de su partido. En cuanto a los accesorios, en ocasiones opta por llevar pañuelos que le dan un aire elegante. Además, muestra un cuidado creciente en su maquillaje y pelo.
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Carolina Cosse se caracteriza por un estilo clásico que mantiene una cierta formalidad; opta habitualmente por camisas en distintos colores, que combina generalmente con pantalones de vestir
Mauricio Zina, Adhoc
Por otro lado, Valeria Ripoll prefiere un estilo más dinámico con el uso de colores vibrantes como el fucsia, el verde y tonalidades de azul, que combina con colores más neutros como blanco, negro y beige. Incluye camisas de estilo más formal y blusas, que generalmente combina con pantalones de vestir, aunque en situaciones informales se la ha visto usar jeans, acompañados de botas o botines. Una de sus características distintivas es el uso de accesorios llamativos, como collares rústicos y anillos, que completan sus conjuntos. También usa vestidos y polleras en ocasiones específicas. Su estilo, por lo tanto, puede definirse como versátil, con cierta formalidad pero sin ser tradicional.
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Valeria Ripoll prefiere un estilo mas dinámico con el uso de colores vibrantes, como el fucsia, el verde y tonalidades de azul, que combina con colores más neutros
Mauricio Zina, Adhoc
Aunque ambas proyectan una imagen cuidada, ninguna de ellas busca destacarse por su estilo, ya que su enfoque prioritario no está en la moda. En estos casos, la vestimenta acompaña y refleja la personalidad de cada una, sin ser un elemento central en su comunicación política.
En las próximas elecciones en Uruguay, a medida que se acerca la fecha del balotaje, la tensión aumenta, ya que los votantes esperan una definición sobre el futuro político del país. La imagen de los candidatos en este momento crucial toma aún más relevancia, pues se percibe como una extensión de sus propuestas y de la forma en que desean ser vistos por la sociedad. Los resultados podrían reflejar no solo una elección política, sino también un respaldo a ciertos valores y visiones sobre el rumbo del país.
A modo de resumen, el vestuario de los candidatos transmite mensajes clave sobre identidad, confianza y conexión con los votantes. Este fenómeno es evidente en ambos países y contextos, en donde la moda se convierte en una herramienta poderosa que complementa la narrativa verbal, ayudando a los candidatos a proyectar una imagen coherente con su discurso y sus valores. Así, la moda en la política no es solo un detalle estético, sino un lenguaje visual que influye en la percepción pública y en la relación con los votantes.