¿Cómo analiza la actualidad del negocio ganadero?
Por un lado, con bastante expectativa en el inicio de la primavera. Empieza a perder fuerza el pronóstico de Niña, el nivel de humedad en los campos, en general, es muy positivo. De a poquito ya vemos días más largos y con temperaturas más altas, y los campos reaccionan, sobre todo los verdeos. En este invierno el denominador común fue la poca producción forrajera, por motivos climáticos, ahora empezamos a tener una perspectiva distinta, y esto le da ánimo al productor y a toda la actividad. Ojalá que esto se concrete.
Los precios también están en un muy buen momento, no solo de la reposición, algo que vimos claramente reflejado en el último remate de Plaza Rural, sino también del ganado gordo, que si bien está en un momento de negociación y readecuación de precios, está en un punto de partida muy interesante. Además no se ve en el horizonte cercano que haya una oferta que permita que se concrete esa baja de precios importante, como en algunos casos se propone.
El ánimo, en general, es positivo, y hay buenas expectativas para los meses que quedan de 2024. Tenemos por delante la primavera, una estación importante desde el punto de vista productivo, para generar kilos más baratos; y también en la cría, con la expectativa de una alta producción de terneros.
En los últimos dos años el negocio de la cría viene siendo de los mejores de la ganadería. A pesar de la seca, el productor de terneros tuvo años bastante buenos, y este año se sumó un muy buen precio al kilo.
¿La parición récord significa un desafío comercial para vender esa gran oferta y productivo para volver a preñar esas vacas?
En la medida que el Uruguay sostenga el espectro de posibilidades comerciales para quien produce terneros, no. Me refiero a la exportación de terneros enteros para Turquía, que es el principal mercado. También está la alternativa de vender hembras de razas puras a ese destino. Y ojalá que se reactive el mercado chino para vaquillonas Hereford y Aberdeen Angus. La exportación en pie le pone un piso al valor de los terneros y eso permitirá que se siga produciendo.
También es importante el mercado interno para los terneros, con recriadores e invernadores que producen novillos en corrales. Por lo tanto, no creo que esta gran producción de terneros signifique un peligro, sino que por el contrario se formaría un círculo virtuoso y que el sector en particular, y el país en general, se verán beneficiados.
Uno no tiene la bola de cristal, pero si la situación climática y forrajera es normal en 2025, deberíamos tener una buena actividad. Tenemos que empezar a romper esa lógica de que una mayor producción va en desmérito del precio. Ojalá podamos producir más y tengamos buenos niveles de valores, que estimulen al negocio y se termine beneficiando toda la cadena.
¿Cómo vienen operando los corrales este año?
Hemos visto que ese sector está dinámico, animado, con una diferencia respecto al año pasado, y en la mayoría de los casos está teniendo márgenes positivos. El 2023 fue muy malo para muchos corrales, que habían encerrado con cierta expectativa de precios y las caídas de los valores hizo que en muchos casos se perdiera mucho dinero. Este año parecería que la situación es diferente. De la mano de la eficiencia, del manejo de las empresas y de los buenos valores, los corrales han tenido márgenes positivos.
Entiendo que si no pasa nada raro, el 2024 debería ser un año positivo, a diferencia de lo que ocurrió en 2023 y la segunda mitad de 2022.
¿Qué expectativas tiene para esta zafra de toros?
Creo que la demanda va a estar, una demanda calificada, que va a apostar a los toros buenos, reconociendo su valor productivo. La sequía de 2023 hizo que faltaran ingresos en las empresas ganaderas y agrícolas, en ese rubro también hubo dificultades en la cosecha de 2024. Todo esto puede generar cautela en la inversión en la genética de toros, como es lógico, algo que se puede reflejar en los precios, pero entiendo que habrá alta demanda.
El mercado de los toros es visible en los remates, ventas on line y exposiciones. Cada vez se comercializan más toros en esos sistemas, donde se definen los precios a partir del encuentro entre la oferta y la demanda. Allí confirmaremos los precios, no me gusta hacer mucha futurología, pero sí prevemos buena demanda.
En octubre se concentra la mayor cantidad de remates, y las cabañas que no vendan toda su producción en ese momento seguramente terminarán de colocar su producción en noviembre, según cómo venga la primavera, a partir de la disponibilidad forrajera, del estado de las vacas y la necesidad de toros que tenga el criador.
Lo positivo es que hay un convencimiento generalizado de que incorporar toros con buena genética, fruto de la inversión y trabajo que vienen realizando las cabañas uruguayas en todas las razas, se paga. Lo vemos en los remates, cuando aparecen lotes buenos se premian, entre 5% y 10% frente a un lote de no tan buena calidad. Ni que hablar en los aspectos productivos, cuando los ganados de calidad tienen un comportamiento muy superior.
Hay productores que tienen un ciclo completo, que producen sus terneros, los recrían, los encierran y los terminan. Hoy Uruguay, con gente eficiente y con buena genética, encuentra niveles de productividad muy interesantes. En los corrales se habla de ganancias de 1,6 kilos y hasta 1,8 kilos (por día), algo que hasta hace poco tiempo era impensado.
Esa mayor eficiencia responde al manejo, a la sistematización de los procesos, que es muy necesaria en la producción a corral, pero también tiene mucha incidencia la genética. Uruguay está haciendo un gran trabajo, produciendo animales muy eficientes, con buenas carcasas, que generan marmoreo.
En todo eso hay mucho mérito, primero de las cabañas que buscan permanentemente mejorar los aspectos que Uruguay necesita, sin descuidar la producción de vacas adecuadas para los ambientes de Uruguay.
La producción de cría en este país es 100% pastoril y eso es algo que se reconoce. Creo que se ha logrado un equilibrio muy bueno y que la mejora genética que se seguirá sumando, a través de las cabañas, será cada vez más positiva y se reflejará en la producción ganadera.
¿Cómo observa a la industria frigorífica en Uruguay?
Está buscando alternativas a un mercado chino que hasta mediados de 2022 venía siendo muy importante. Pero después, como pasa normalmente cuando se le vende mucho a un mercado y ese se tranca, se generan distorsiones, que se vieron reflejadas en algunos problemas estructurales. Pero con la creatividad, el trabajo y el profesionalismo que la industria uruguaya tiene en casi todos los casos, ha ido sorteando, buscando capitalizar ese espectro de mercados que Uruguay tiene, de la mano de la trazabilidad, de la credibilidad.
Hay un empresariado industrial que viene trabajando muy bien en diferenciación, calidad, y sin desatender cosas que se vienen, como la sustentabilidad. Uruguay tiene condiciones muy positivas y debe ser el país que mejor puede llevar adelante la tendencia de la sustentabilidad.
¿Uruguay está bien posicionado ante esas mayores exigencias?
Algo que a veces nos cuesta, tal vez por las dimensiones del país, es comunicarlo y que la gente nos escuche. Pero la realidad es que puede venir cualquier auditoría del mundo y Uruguay puede demostrar que tiene condiciones que no tiene nadie más.
Ahora se habla de las exigencias europeas para la importación de productos libres de deforestación, y a Uruguay le es muy fácil demostrar que protege el bosque nativo y que nuestra producción es natural y sustentable, que es lo que se busca.
Por más que otros la cuenten mejor, la realidad es que Uruguay no tiene que hacer nada para demostrar que esto es así, solo hay que venir y mirar cómo se produce. No me refiero solo a la ganadería, sino también a otros rubros como la agricultura y la lechería.
Me ha tocado conocer la producción en otros países, donde la gente destaca cosas que en Uruguay se hacen normalmente, como la producción de leche con alimentación 100% pastoril.
Uruguay tiene una gran oportunidad, los industriales uruguayos han sabido reconocerla y vincularla con su actividad, de procesar la carne y venderla.
Hay que lograr capitalizar todo lo que se pueda estas nuevas exigencias. Sobre todo los empresarios uruguayos vinculados con la industria están haciendo las cosas muy bien, un muy buen trabajo, muy buen marketing, salen al mundo, buscan negocios, alternativas de nicho, de diferenciación, de carne de calidad, en distintos aspectos, carne con marca.
Todo el esfuerzo de la cadena, desde el productor, a nivel sanitario, de trazabilidad, documentación y requisitos, haciendo incluso más de lo que nos exigen los mercados, puede llegar a redundar en una situación positiva.
¿Qué impacto está generando la garrapata a nivel productivo y comercial?
Veo que hay una preocupación real de quienes tienen la dirección de las políticas públicas. Me gustaría que haya un mayor reconocimiento de que las políticas anteriores no fueron las adecuadas, cuando se trató al productor prácticamente como el único responsable de esta situación y sabemos que no lo es.
Hubo acciones que potenciaron este problema, además de las condiciones climáticas. Hay que tener cuidado al señalar al productor, porque hubo gente que invirtió, que gastó, que hizo un gran esfuerzo por tratar de combatir ese flagelo, y por eso señalarlo no es bueno.
Hubo una sumatoria de responsabilidades y decisiones que se tomaron para que podamos combatir en conjunto este problema.
Algo similar ocurrió en su momento con la brucelosis. Cuando surgió, hace 20 años, se señalaba como el principal responsable al productor y se aplicaban decisiones que eran bastante duras, que después se cambiaron. Ese cambio demuestra que se tomaron malas decisiones.
Por lo tanto, creo que lo primero que tiene que haber es un sinceramiento de quienes estaban y están en las decisiones de estas campañas sanitarias, admitiendo que se equivocaron, que no era el camino correcto, y a partir de ahora trabajar en conjunto con el productor, con las gremiales, para tratar de solucionar este problema.
Creo que hoy se está trabajando en ese sentido, buscando desarrollar políticas que aplaquen este gran problema que tiene el Uruguay, y que no es responsabilidad única del productor, sino que es de todos quienes están vinculados y que afecta a todos.
Las políticas sanitarias se diseñan para proteger a la producción, y eso significa proteger al productor, entonces lo que no se puede hacer es castigar a quien se quiere proteger. Ahí había un mensaje contradictorio.
Hay que escuchar a todas las partes, como se está haciendo ahora, porque esto necesita de muchas ideas, mucha creatividad, y ver entre todos cómo combatir la garrapata.
He viajado a países desarrollados, donde supuestamente tienen todo bajo control desde el punto de vista sanitario, como Estados Unidos, y allí hay garrapata. Pero el control es mucho menos policíaco, se trabaja en conjunto. Tienen que haber políticas para que el productor encuentre en las autoridades un socio y no a alguien que lo va a castigar, porque eso no es bueno.
Cuando alguien comunicaba que tenía brucelosis se lo trataba prácticamente como un paria, y eso no puede pasar. Las políticas del Ministerio de Ganadería tienen que buscar el bienestar del productor y no castigarlo.
¿Cómo ve el nivel de inversiones?
El campo uruguayo es muy atractivo. Creo que en 2024 tendremos números parecidos a los de 2023 y 2022, muy buenos, en cantidad de operaciones de compraventa de tierras. Esto va de la mano de factores como la seguridad jurídica que ofrece el país, que es muy buena, y explica esta corriente de inversiones que está viendo.
Creo que estaremos muy cerca del precio promedio récord de la hectárea, que se registró en 2014, que fue de US$ 3.934. El promedio de 2023 fue US$ 3.783, así que estamos muy cerca.
La tierra es un refugio de capital muy interesante en un mundo tan volátil como el actual. Es mucho más profesional el análisis previo a las inversiones, eso está muy bien. Muchos realizan estas inversiones sabiendo que la actividad agropecuaria es un negocio de márgenes bajos en relación al capital invertido.
De todas maneras, se están viendo alternativas que combinan actividades productivas, como agricultura, forestación, agricultura y lechería. Se ve una producción cada vez más profesional y eso es algo muy bueno.
Quizás haya que seguir teniendo cuidado con algunos mensajes. Uruguay está en un año electoral, y eso siempre genera cautela en los inversores. Hay mucha atención en el plebiscito de la seguridad social, que en caso de aprobarse puede obligar a las autoridades a tomar decisiones impositivas o de cambio de las reglas de juego, que pueden llegar a ser complejas.
Pero en general hay muy buen ambiente. Parece que 2024 será bastante bueno, que habrá un aumento de las exportaciones, con indicadores económicos parecidos a los del primer mundo, como la inflación que está muy bien controlada, aunque a costo de una pérdida de competitividad. Ese es un equilibrio que tienen que hacer quienes nos gobiernan.
Y hay otros indicadores muy llamativos. Uruguay tiene un grado inversor histórico, y eso hay que capitalizarlo, es algo que el inversor extranjero mira mucho. Son equilibrios que hay que cuidar, tener en cuenta y aprovecharlos lo más posible.
Por lo tanto, el momento es muy bueno, en general las perspectivas son muy buenas para lo que queda de este año. Hacia adelante dependerá de lo que ocurra a nivel político.