El agro uruguayo ha cruzado años adversos climáticamente con una resiliencia muy importante en todos los rubros. Ahora tuvo un respiro, al lograr 12 meses de lluvias frecuentes, incluso a veces excesivas.
El agro uruguayo ha cruzado años adversos climáticamente con una resiliencia muy importante en todos los rubros. Ahora tuvo un respiro, al lograr 12 meses de lluvias frecuentes, incluso a veces excesivas.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáPero tiempos de cambios políticos son inevitablemente de una cierta incertidumbre. Qué exactamente va a cambiar al 1° de marzo es todavía una incógnita a despejar. El país tiene una tradición de continuidades, desde la trazabilidad a la ley de Uso y manejo de suelos, y la política de energías renovables.
En este sentido cabe destacar la importancia que tiene la plena libertad de exportación en pie como el factor que ha llevado a una mejora persistente de la cría en Uruguay. La tentación de poner trabas ocasionales sería, a nuestro entender, un error importante que amenazaría el crecimiento en la producción pastoril sobre campo natural, que tanto hay que valorar.
La combinación de cría sobre campo natural en condiciones óptimas de carbono en el suelo y biodiversidad, con un engorde veloz usando granos serán tendencias que pueden acelerar en 2025 y los siguientes. Tal vez sea también el año próximo el que dé en la tecla con mercados de futuros que den en carne las herramientas comerciales que ya tiene desde hace años la agricultura.
Si la confianza, que es base de la inversión, se mantiene y consolida, si se persiste en una estrategia de diferenciación que genere más y más nichos de valor, hay un espacio para un cauto optimismo.
Cauto porque los veranos serán cada vez más difíciles, porque la población humana crece a menor velocidad, las exigencias de mercado seguirán aumentando y fácil y rentable no hay nada.
Exportar a un valor cada vez más alto, persistir en la permanente lucha por bajar barreras comerciales y diversificar mercados serán seguramente consensos.
Es posible que haya un desafío importante para pensar en el mediano plazo una agricultura de verano en que la soja no sea tan dominante, especialmente para aquellos suelos no aptos para maíz. Y continuar pensando en diversificaciones productivas. Arvejas, garbanzos, lentejas, cultivos de proteína animal tienen una demanda creciente.
Mercados de alto valor agregado como Medio Oriente y el sudeste asiático deberían ser de alta prioridad en los próximos años, así como lograr la sinergia entre la necesaria descarbonización de los procesos, aunada a la imprescindible baja de los costos energéticos, componente clave de la competitividad.
Siempre es más fácil el qué hacer, que el cómo hacerlo. Así que solo cabe desear que la implementación de estos objetivos permita que el crecimiento agropecuario siga siendo la contribución clave del desarrollo nacional durante los próximos años.