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    La revancha de la producción agrícola

    La guerra comercial, si bien ha afectado muy negativamente en los indicadores bursátiles norteamericanos, no ha tenido ese correlato en los precios agrícolas

    Con los primeros cortes de soja en el norte, el ánimo de los agricultores­ uruguayos es de un cauto optimismo. Si bien los precios de la soja no son todo lo buenos que uno quisiera, luego de declarada una guerra comercial entre el segundo mayor productor de soja del mundo (Estados Unidos) y el primer importador (China), las cosas no parecen tan malas.

    Los rindes son de buenos a muy buenos, como todo, con zonas excepcionales y otras que no lo son tanto. Pero, en general, a pesar de que los precios no son los deseados (la mayoría de los productores aspira a unos US$ 400 por tonelada, con un mercado que está más cerca de los US$ 370), la diferencia de rendimiento nos dará un respiro.

    Aún quedan heridas por sanar de la gran sequía de 2023, pero habiendo kilos se acomodan muchas cosas. Y contando con la colaboración de un clima normal, el inicio de las siembras de invierno tiene un problema menos del que ocuparse.

    No hay que olvidarse de que la canola, el cultivo de invierno estrella en cuanto a resultados económicos, el año pasado no pudo sembrarse por exceso de lluvias, cosa que no se espera que ocurra este año.

    La guerra comercial, si bien ha afectado muy negativamente en los indicadores bursátiles norteamericanos, no ha tenido ese correlato en los precios agrícolas, que hasta el momento han logrado superar las primeras escaramuzas de la guerra comercial, incluso con algunos beneficios, por ejemplo, con la caída del dólar, que siempre les da una mano a las materias primas agropecuarias.

    Estados Unidos está haciendo todo a su alcance para dejar de ser un socio comercial confiable, con lo que el pragmatismo chino responde con una visión de largo plazo en las relaciones comerciales. La guerra comercial anterior hizo que China se volcara en masa a comprar soja en Brasil, y es parte de la explicación del espectacular crecimiento de la agricultura del vecino del norte.

    La demanda de alimentos del sureste de Asia seguirá siendo de un enorme potencial para nosotros. Y el deterioro de las relaciones de Estados Unidos con Europa puede dar un cierto sentido de urgencia a nuevos tratados de comercio con la Unión Europea y China.

    Se nos abren oportunidades, que no son pocas y pueden darnos una mano con nuestra precaria inserción internacional. Siempre y cuando Brasil dé su visto bueno y Argentina no complique las cosas. Que el pragmatismo comercial les gane a las ideologías sería un buen primer paso.

    Pero, por sobre todas las cosas, deberíamos echar luz sobre los cambios en la demanda de las materias primas agropecuarias, que vienen dándose a pasos rápidos, sobre todo luego de la pandemia. Los problemas con los precios agropecuarios, aparte de los problemas causados por los conflictos comerciales en los que la política mete la cola, en general son causados por exceso de oferta más que por caídas de la demanda.

    Tomemos por caso el trigo en el ámbito regional. Si Argentina no logra colocar rápido su trigo, vamos a tener un tema con la oferta regional en la próxima campaña, que será muy superior a la demanda. Y colocar afuera de la región no suele ser tarea sencilla. Siempre nos puede salvar un problema climático, a condición de que les toque a todos menos a nosotros, pero si algo ha demostrado la agricultura es su resiliencia cada vez mayor a los problemas con el clima.

    Y siempre está Brasil, que tiene la capacidad de crecer de forma sostenida, sumando hectáreas a su agricultura. Son 35 millones de hectáreas de pasturas degradadas que pueden entrar a un esquema agrícola y que le permite subir considerablemente su producción. Para que tengan una referencia, Uruguay en el total de su superficie suma 16 millones de hectáreas.

    Seguramente este invierno sea de una mayor área de cultivos, con un repunte de la colza y estabilidad en las áreas de trigo y cebada. Es probable que el agricultor esté entusiasmado con los buenos resultados económicos que le dejó la colza el año anterior, mientras que en trigo y cebada la apuesta es algo más riesgosa, porque los resultados no fueron los mejores. Pero el buen resultado de la soja y del maíz de este verano seguramente den espacio para una mayor especulación, con mejores números en lo económico.

    En cuanto a lo macro, nadie espera que las cosas cambien mucho en Uruguay­ en los meses que restan de 2025. El tipo de cambio sigue muy estable, y en un lugar poco conveniente para el campo, la inflación es baja y los costos de producción no han cambiado en forma relevante respecto del año anterior. De no mediar problemas con el clima, podemos esperar un año normal en términos de productividad.

    Por otro lado, la demanda interna de granos forrajeros tiene un buen prospecto, aunque posiblemente los corrales de engorde vean más problemas en el costo de la reposición que de los granos.

    El prospecto de un buen año agrícola es positivo, no solo para la economía del país, sino también —y muy especialmente— para las comunidades del interior, que tienen al menos un alivio de varios años de cosechas complicadas. Y lo que nos da es tiempo. Tiempo para al menos intentar mejorar la red de protección de personas y empresas dedicadas a la producción.

    Hay cosas de largo plazo, como nuestra inserción internacional, que van por otros carriles, pero lo que depende de nosotros y de nuestro mundo regulatorio debería ir más rápido. Por ejemplo, desarrollar una logística más eficiente y de menos costos, medida que por cierto podría mover de forma significativa los costos, no parece estar en el radar de las autoridades.

    Habilitar los bitrenes, por ejemplo, puede dar una mano importante en los costos. Lograr que el tren llegue al litoral y podamos mover la producción con un medio de transporte más económico es otra medida que puede ayudar.

    Repensar el esquema de seguros para cultivos se hace cada vez más imperioso, porque nos vamos a volver a encontrar con una sequía o un exceso de lluvias que nos haga la vida miserable y nos lleve a retroceder unos cuantos casilleros.

    * El autor es doctor en Gestión Agro Industrial, docente de la Universidad de Montevideo, asesor en comercialización de granos y coberturas de precios.