El tema fue abordado en un artículo titulado En la búsqueda de los límites de la intensificación sostenible de la agricultura, elaborado por los técnicos de la Unidad de Economía Aplicada del INIA: Bruno Lanfranco, Enrique Fernández, Magdalena Borges, Bruno Ferraro y Juan Manuel Soares de Lima, y la técnica de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa), del Ministerio de Ganadería, Catalina Rava, y publicado en la revista de ese organismo.
Y consideraron que “de aplicar la renta” del campo, “el área disminuiría drásticamente a 500.000 hectáreas”, aproximadamente.
En tanto que, “bajo el mismo escenario de precios, manteniéndose la tendencia actual de rendimiento, y asumiendo que se introduce una variedad tolerante a la sequía”, el “área máxima potencial de soja podría superar 6 millones de hectáreas”, estimaron.
Mientras que “para el escenario tecnológico y de precios más favorable”, el “área máxima potencial de soja podría superar los 8 millones de hectáreas”.
Considerando que “la soja se siembra en rotación”, y que “alrededor del 60% de los productores arriendan la tierra”, “la superficie efectiva potencial rondaría 1,1 millones de hectáreas”. “Lo que hicimos fue estimar el área potencial máxima de soja para diferentes escenarios de precios y trayectorias tecnológicas”, dijo Lanfranco a Agro de Búsqueda.
Acotó que “si bien en los escenarios de mayor intensificación (tendencia actual de incremento del rendimiento sumada a la incorporación de variedades con mayor tolerancia a sequía) el área máxima potencial podría ubicarse en 6 millones de hectáreas, la inclusión de la soja en rotación implica áreas anuales sensiblemente inferiores, de entre 1,5 y 2,5 millones de hectáreas”, en los “escenarios de precios más beneficiosos”.
“Hablamos de área máxima potencial”, lo cual refiere a que “es el límite superior con todo el viento a favor”, advirtió.
“Realistas” y “sostenibles”. La soja es la oleaginosa más plantada en el mundo. En la campaña 2022-2023 la producción mundial alcanzó 388 millones de toneladas. Ofrece diversos usos alimentarios y técnicos, destacando su empleo en alimentación animal. Así lo indican los técnicos del INIA en la investigación que fue presentada en el 32° Congreso trienal de la Asociación Internacional de Economistas Agropecuarios (IAAE), en Nueva Delhi, India, que se realizó entre el 2 y el 7 de agosto de este año.
“Gran parte de la producción de soja no se consume en el lugar donde se produce”, “más de tres cuartas partes” de la oleaginosa mundial se producen en las Américas; “más de 95%” de este grano comercializado en el mercado internacional tiene su origen en este continente, destacan.
Apuntan que Brasil y Estados Unidos son los principales productores y exportadores mundiales, los siguientes cuatro exportadores de importancia también provienen de la región: Paraguay, Canadá, Argentina y Uruguay. Como exportador Uruguay se ubicó en los últimos años en los lugares 6° y 7°.
En Uruguay la producción agrícola comercial se realiza en rotación con pasturas y otros cultivos. Los productores deben presentar planes de uso y manejo de suelos (PUMS), eligiendo secuencias de rotación “realistas” y “sostenibles”, señalan.
Consideran que bajo esa óptica, “adquiere especial relevancia determinar la capacidad real de enmarcar la producción de soja en una senda de desarrollo sostenible”, y “definir hasta qué punto es posible crecer e intensificar la producción sin comprometer los recursos naturales y el medio ambiente”.
Para descartar “áreas de suelo no aptas identificamos ciertos umbrales para las siguientes variables”: riesgo de inundación (duración corta o larga), rocosidad (>50%), pendiente (>10%), acidez del suelo (pH≤4,5), erosión pasada (moderada a severa y severa a grave), altura (>300m), drenaje (lento a muy lento), fertilidad (baja o muy baja) y sodio intercambiable (>6 dS/m), detallan los autores.
Aclaran que las áreas excluidas correspondieron mayormente a zonas bajas del este del país, principales cuencas fluviales, zonas de colinas y quebradas y algunos suelos con larga historia agrícola, baja fertilidad y problemas de pH.
En parte del trabajo los autores realizaron el análisis económico para “escenarios alternativos de precios” y “rendimientos potenciales” derivados de “mejoras tecnológicas”.
Precios y escenarios. En cuanto a los precios de la oleaginosa consideraron dos alternativas de aumento de los mismos: US$ 350 y US$ 400 por tonelada, y en lo referido a las mejoras tecnológicas agregaron “un escenario siguiendo la tendencia histórica de mejora de rendimientos (0,78% promedio anual por mejoras en genética y manejo del cultivo)”, y “una mejora de 10% por encima de la tendencia histórica, debido al uso de variedades con mayor tolerancia a la sequía”.
No fueron tenidos en cuenta para el estudio en cuestión los “costos incrementales relacionados con las mejoras tecnológicas”, indicaron.
A los nueve escenarios, los técnicos agregaron tres más, con el fin de “estimar efectos potenciales del cambio climático”. Para analizar estos cambios consideraron el escenario más severo definido en el 5° informe de evaluación (AR5), del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas.
“En la práctica los productores harán soja si pueden esperar un margen positivo mínimo, equivalente al beneficio sacrificado por hacer soja en vez de otra actividad productiva”, plantearon los investigadores del INIA.
Y afirmaron que “en el escenario de cambio climático no observamos cambios significativos respecto al escenario base”.
El modelo consideró “solo soja de primera, que debe integrarse en una rotación agrícola o agrícola-ganadera”.
A los resultados obtenidos debe aplicarse un “factor de descuento”, para evaluar cuántas hectáreas de la rotación corresponden a soja, indicaron.
A su vez, debería considerarse que “una expansión futura de la soja podría depender principalmente de un aumento del área de primera”, ya que “es muy poco probable que los cultivos de invierno que rotan con la soja de segunda tengan un crecimiento de área que supere sus máximos históricos”.
Con base en los PUMS, la rotación agrícola “predominante” actualmente –de tres años–, implica dos años de soja (67%).
“Una vez superado el millón de hectáreas de soja actual, cualquier incremento adicional supondría una rotación agrícola-ganadera con dos años de soja de primera y tres años de pastura (40% soja)”, plantearon.
Y acotaron que “en rotación con arroz y pasturas la participación de la oleaginosa sería aún menor”.
A modo de ejemplo, los autores estimaron que “si en un escenario el potencial es de 3 millones de hectáreas, el área “potencial disponible” sería de 1 millón x 67% + 2 millones x 40%= 1.470.000 hectáreas”.