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    Libertad máxima a la exportación de ganado

    Atacar y limitar la exportación de ganado en pie es intentar esquivar las verdaderas soluciones estructurales necesarias para un desarrollo real y duradero

    Columnista Agro de Búsqueda

    La exportación de ganado en pie en Uruguay requiere una actualización en su normativa, que libere este canal de venta de ganado lo máximo posible. Actualmente, el marco regulatorio vigente impone una serie de restricciones que determinan que mediante este mecanismo de comercialización no se logra arbitrar plenamente el funcionamiento del mercado ganadero, lo que implica para los productores una restricción importante para desarrollar su negocio con la mayor libertad.

    En un breve repaso histórico, en la década del 90 se liberó la exportación de ganado en pie, lo que llevó al inicio del desarrollo de este tipo de negocios, con el decreto 457/992 del año 1992. Luego, en 2013, se creó un registro de operadores dedicados a la exportación e importación en pie, lo que constituyó una importante restricción para poder llevar adelante este tipo de exportación. Además, en este período existieron limitaciones administrativas y arbitrarias a los permisos de exportación intentando controlar la cantidad de animales a exportar.

    Finalmente, en febrero de 2022 se aumentó el nivel de restricciones para estos negocios con la resolución 26/022, llegando a la actualidad con un sistema de exportación en pie al que pueden acceder solo unos pocos operadores y en algunas categorías de ganado.

    En definitiva, desde la liberalización del año 1992 hasta la fecha, todas las normativas creadas apuntaron a una limitación del libre desarrollo de este mecanismo de comercialización de ganado. Exactamente en la flecha contraria a lo que se debió haber realizado.

    En realidad, el objetivo final al que se quiere llegar es compartido por todos, y es el de lograr que los animales sean faenados en Uruguay­, con el agregado de valor que eso implica y todas las externalidades positivas que se desarrollan.

    La diferencia radica en los métodos utilizados para intentar lograr el objetivo. Desde mi punto de vista, los mecanismos a utilizar deberían ser los que llevan a un aumento en la competitividad de toda la cadena cárnica. O sea, cuando la exportación de ganado en pie se activa significa que la cadena cárnica no es suficientemente competitiva en los eslabones siguientes. Atacar los problemas de competitividad de la cadena es la verdadera manera de mantener en niveles reducidos la exportación de ganado en pie.

    Para mejorar la competitividad de la cadena cárnica hay tres grandes caminos a recorrer. Uno es el de mejorar la inserción internacional, reduciendo la carga de aranceles que paga nuestra carne para entrar a los destinos y abriendo nuevos mercados. Otro camino es el de los costos internos que tiene la cadena, como el de la mano de obra, energía, servicios y demás, lo que la deja en una situación de competencia internacional delicada. El tercer gran camino es la presión fiscal sobre la cadena en todos sus eslabones; el peso del Estado complejiza la situación.

    Atacar y limitar la exportación de ganado en pie es intentar esquivar las verdaderas soluciones estructurales necesarias para un desarrollo real y duradero. Si en algún momento esta hipotética desregulación lleva a la exportación de un millón de cabezas por año, que así sea. Seguramente será una forma de que se acomoden los zapallos en el carro y, a su vez, será una situación coyuntural que se revertirá rápidamente y con soluciones estructurales que lleven a una cadena cárnica realmente integrada, y sobre todo con productores motivados por mejorar su producción, tanto en cantidad como en calidad.

    Es claro que una exportación en pie más libre y ágil determinaría, entre otras cosas, una mayor capacidad de los productores para sobrellevar conflictos sindicales en la industria frigorífica. Actualmente se toma de rehén a la producción, sin mayor capacidad de acción por parte de los productores para evitar daños.

    Por otro lado, el riesgo de concentración en la industria cárnica es cada vez mayor. Quedó demostrado por parte de la Comisión de Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía en el caso de intento fallido de concentración que, en el esquema actual, la exportación de ganado en pie no tiene la capacidad de incidir sobre los efectos negativos de la concentración de la industria frigorífica.

    Por lo tanto, queda demostrado que se debe mejorar este mecanismo para forjar sistemas de fijación de precios que aseguren el máximo valor posible en el sector primario; es curarse en salud.

    Queda la sensación de que ante cualquier dificultad que va surgiendo siempre las ideas que predominan y se aplican tienden a limitar la capacidad y la libertad del sector primario. Como si fuese algo estático, que siempre va a estar funcionando indiferentemente de las políticas aplicadas.

    Es cierto que el sector primario es heterogéneo y lento en sus movimientos. Pero la erosión permanente de las posibilidades va llevando al estancamiento o al desarrollo de rubros alternativos.

    La cadena cárnica es la principal cadena productiva que tenemos en Uruguay, nos distingue en el mundo y tiene grandes oportunidades a futuro. No lograremos sacar a la producción primaria del estancamiento con asistencia técnica financiada por el Estado; se sale con políticas activas de mejora de la competitividad. Debemos, entre todos, encaminar en serio un cambio en la cadena cárnica, que deje atrás el estancamiento y comience un salto hacia su verdadero desarrollo.

    * El autor es productor agropecuario y asesor, ingeniero agrónomo (MAA), director de INIA y vicepresidente de la Federación Rural.