“Comenzamos la primera mitad del año con una demanda bastante activa, con los distintos tipos de lana que se ponían a la venta, y hoy vemos un mercado más dinámico, con mejores valores y con un indicador en Australia que llegó a tocar los US$ 10,31, algo que no se veía hace muchísimos años”, destacó a Agro de Búsqueda.
Aunque el índice se ajustó levemente hasta los US$ 9,50 por kilo base limpia, los valores siguen siendo muy superiores a los de las zafras anteriores, que habían promediado en torno a US$ 7,45.
El repunte obedece, según Onandi, a un escenario global de menor oferta y demanda sostenida. “Hace tiempo que venimos hablando de un mundo donde hay menos lana. Hay menos productores, menos ovinos, y eso genera una presión positiva sobre los precios”, señaló el integrante de Zambrano & Cía.
Australia, el principal productor mundial, enfrenta una caída notoria de producción, fenómeno que también se repite en Uruguay. “Esto ha llevado a que los distintos eslabones salgan a abastecerse de fibra, y eso se tradujo en un mercado más alegre”, comentó.
Onandi identifica tres segmentos dentro del negocio lanero: las lanas finas (de 21 micras o menos), muy demandadas y con precios de punta; las intermedias (de 22 a 24 micras), algo rezagadas; y las más gruesas (de 27 micras o más), que “han mostrado una recuperación importante, incluso duplicando sus valores respecto a hace un año”.
Pese al entusiasmo, el mercado local mantiene cierto grado de especulación. “Muchos productores están esperando resultados del Corriedale del sur, y prefieren aguantar un poco la lana mientras el mercado sigue fortaleciéndose. Venimos de años en que algunos tenían tres o cuatro zafras guardadas, y recién ahora decidieron vaciar los galpones”, comentó.
Por eso, su consejo es “mantener calma: hay firmeza en la demanda, pero necesitamos estabilidad para darle seguridad, tanto al exportador como al productor”.
Carne: demanda récord, poca oferta
El broker de carne ovina, Jorge Dimu, describió un panorama tan atractivo como preocupante: “Uruguay conquistó el mercado brasileño con cortes de gran calidad, primero con Marfrig y luego con JBS. Hoy el mundo está mirando eso, pero nos estamos quedando sin materia prima”, resumió.
Recordó que Uruguay llegó a tener entre 25 millones y 30 millones de ovinos en la década de 1960, y hoy no alcanza los 5 millones. También señaló que cuando José Mujica era ministro de Ganadería había 8 millones de ovinos, “y se lo advertimos, hoy tenemos menos de 5 millones, con una dificultad tremenda para conseguir corderos”.
Pero también reconoció que este es un “problema general”, ya que en Chile y Argentina “pasa lo mismo”, mientras que en el mundo “hay una demanda tremenda de carne ovina”.
La valorización del producto fue importante, los precios subieron 53% en Brasil, pero la baja disponibilidad complica los negocios. El broker también señaló a Agro de Búsqueda que “hay demanda de Europa, Canadá, Grecia, en los países árabes y en Rusia”. Aseguró que “todos piden carne uruguaya sin hueso, de alta calidad, pero simplemente no tenemos volumen para abastecerlos”.
Por su parte, el mercado interno también refleja esa tensión. “Un french rack, que acá se vende a US$ 30, en el exterior vale US$ 25”, ilustró.
Dimu subrayó, además, las distorsiones en la cadena: “El cuero se está tirando, los frigoríficos pagan para sacarlo, algo impensado hace años. Y pese a los buenos valores, los productores enfrentan dificultades de personal y altos costos. El gran riesgo es haber logrado mercados extraordinarios y no poder sostenerlos por falta de oferta”, advirtió.
Problemas estructurales
El productor ovino Norberto Paiva, director de la cabaña Texel Rancho Grande, puso el acento en los temas de fondo que, según él, impiden que el negocio ovino despegue definitivamente. “Dentro de la mala noticia de la caída del stock —más de 12% en el último año—, lo más grave es que Uruguay está perdiendo oportunidades. Hay demanda mundial, hay precios, pero seguimos sin resolver cuestiones estructurales”, afirmó al ser consultado pro Agro de Búsqueda.
Paiva cuestionó que Uruguay aún no haya asumido plenamente el desarrollo de un ovino destinado prioritariamente a la carne. “La idiosincrasia uruguaya sigue atada a la lana, pero el negocio de la carne ovina está mostrando avances en el mundo y en la región. Australia y Nueva Zelanda tienen dificultades de exportación en pie, y eso abre una ventana que Uruguay no está aprovechando”, subrayó.
También apunto que uno de los puntos más críticos, a su juicio, es la imposibilidad de vender carne ovina en el mercado local. “Hoy hasta cargar un cordero en tu camioneta para consumo propio es ilegal. Hay un decreto del año 1994 que prohíbe trasladar carne a más de 40 kilómetros, según el tipo de habilitación del matadero”, comentó.
Para el productor “eso destruyó un negocio que movía muchísimo dinero en los pueblos”, que llevó a que se procesaran a carniceros y que productores fueran “perseguidos”. “Y después se dice que el mercado interno no mueve la aguja; yo puedo asegurar que sí la mueve, y mucho”, enfatizó.
Además, se refirió a las posibilidades de negocios de exportación en pie, que “siempre aparece como posibilidad y termina frustrada por trabas burocráticas”. Aun reconociendo el esfuerzo del Instituto Nacional de Carnes (INAC) por reabrir mercados, como el de San Pablo, Paiva advirtió que la demanda que crece es la de cortes gourmet y carcasas de alta calidad, “que exigen razas carniceras, no laneras”.
El criador de Texel sostiene que Uruguay “debe romper con la idea de que toda carne ovina es igual”. Sostuvo que las razas carniceras “tienen mejor rendimiento industrial y cortes de mayor valor”. Y explicó que “no se trata de competir, sino de entender que son negocios distintos”.
En su visión, los desafíos van más allá del mercado. “Estamos presentando propuestas para el control del zorro, que se volvió un problema grave en predios ovinos. Todo esto requiere voluntad política. Hay un decreto que todos conocen y nadie quiere tocar, pero si no se cambia, el ovino seguirá achicándose. Lo paradójico es que hoy el cordero vale más que el novillo, pero el negocio sigue trancado, por barreras internas”, remarcó.
Un sector que busca el equilibrio
El ovino vuelve a ocupar un lugar de relevancia en las exportaciones, pero lo hace en un contexto de debilidad productiva. Los precios de la lana fina y de la carne marcan niveles históricos, mientras que Uruguay cuenta con la menor cantidad de ovejas en décadas. La ecuación entusiasma y preocupa al mismo tiempo. Los mercados internacionales están, los precios acompañan, pero la falta de volumen amenaza con dejar al país fuera de un ciclo favorable.
Entre la cautela de Onandi, la advertencia de Dimu y el reclamo estructural de Paiva, la síntesis parece clara: Uruguay tiene las condiciones para producir más, pero debe decidir si quiere volver a ser un país ovino o apenas un productor ocasional de buenos precios, sin respaldo productivo.