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    USDA prevé que la mayor producción de terneros en Uruguay

    El Departamento de Agricultura de Estados Unidos proyecta que este año nacerán 3,2 millones de terneros y que esa mayor oferta mejorará la relación flaco-gordo para los corrales, mientras que la faena se mantendría estable

    El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) divulgó su primera proyección de las principales variables de la ganadería uruguaya para 2025 y mantiene la perspectiva de una parición inédita de terneros producidos. Los 3,2 millones de terneros que proyecta, de concretarse, serán la gran disrupción en una ganadería que en las variables de faena, producción y exportaciones, tras el envión de 2022, se mantendría estable.

    Esos terneros incidirán en la producción para faena entre 2026 y 2028. No necesariamente vamos a ver cambios importantes en el volumen de faena, una lógica que puede mantenerse hacia delante de la mano del protagonismo que va cobrando año tras año la exportación en pie. Pero sí debe generar una relación de reposición más favorable a la invernada y a los corrales, que pueden contar con un abastecimiento más importante de terneros a partir del próximo otoño.

    El dato de terneros recién los sabremos en 2025, pues son animales que están naciendo en este momento y se contabilizarán en el próximo invierno. En la próxima semana tendremos el dato de cuánto afectó la sequía a la cría.

    Uruguay nunca superó significativamente los 3 millones de terneros, de modo que una producción que supere en 200.000 animales el anterior récord es un dato fuerte. A eso podría agregarse un récord en el stock de vacas de cría. El Niño trajo un último verano llovedor y muchos productores entoraron vaquillonas jóvenes. Ese es otro dato clave a observar: no solo el aumento en la cantidad de terneros, sino el aumento estructural del potencial de producción, un proceso muy gradual pero persistente probablemente como tendencia.

    El stock de vacas de cría de Uruguay se ha mantenido muy estable entre 4,2 y 4,4 millones. En 2023, por la sequía, cayó por debajo de 4,3 millones. En el dato de este año volverá a estar por encima de esa referencia, y de la mano de la buena parición de esta primavera puede persistir en ese ascenso por una mayor llegada de reposición en el mediano plazo, fruto de la buena parición actual.

    De modo que, aunque el dato de stock ganadero de 2024 marcará un descenso, será con un aumento en el stock de vacas de cría, que resultaría en una aceleración de la tendencia a un stock cada vez más criador y con menos novillos de más de 3 años, que puede generar un crecimiento de mediano plazo.

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    Pero ese aumento en el stock que está empezando esta primavera y se contabilizará el año próximo, probablemente no se traducirá en un aumento de la faena. En efecto, la perspectiva de un aumento de la exportación en pie, que se incrementa en volumen y se diversifica en sus categorías, lleva a una faena estable.

    En efecto, el USDA proyecta una exportación en pie gradualmente creciente, que llegaría el año próximo a 300.000 cabezas. Con precios notoriamente por encima de los de los demás países de la región, la demanda por ganado en pie se mantiene. Esto genera una carrera entre una cría pujante y una exportación en pie cada vez más fuerte, con más oferta y más demanda hay una compensación que termina redundando en una faena y producción de carne estable.

    La faena permanecería en un rango de 2,2 a 2,3 millones de vacunos este año y el próximo, sin mayores cambios en el período 2023-2025. La producción resultante, 600.000 toneladas cada año, sin mayores cambios. De ese volumen, y con la intervención de importaciones, el consumo local lleva entre 160.000 y 170.000 toneladas, y las exportaciones 475.000 toneladas este año y el próximo. Las importaciones también fueron proyectadas estables en 50.000 toneladas.

    Sube el stock al ritmo de la lluvia. El gran factor de alteración de la oferta ganadera sigue siendo el clima. Muchas variables de la ganadería se han estabilizado, menos las lluvias, que generan el vaivén ganadero. Con clima normal la producción volvería a 2,9 millones de terneros en 2026, opina el USDA. Pero claro, en estos tiempos proyectar clima normal es algo inevitable metodológicamente, pero cada vez menos probable.

    Una proyección menor a 3 millones de terneros puede también tener como lógica adjudicar un leve efecto adverso a La Niña débil que puede instalarse en la primavera. Con clima normal y un rodeo de cría algo mayor Uruguay debería finalmente producir más de 3 millones de terneros cada año.

    Es claro que no hay grandes inestabilidades a la vista. La generación de terneros destetados en este otoño es escasa por la sequía, y mantendrá una lógica de escasez el año próximo en la categoría de novillos de 1 a 2 años. Habrá competencia entre invernadores, corraleros y la exportación en pie por esa categoría, y la disponibilidad para faena se mantendrá escasa, probablemente hasta 2026, cuando los terneros nacidos este año empiecen a incidir gradualmente.

    Pero la ganadería uruguaya ha pasado de la lógica cíclica del siglo XX a una más estable, y si los novillos son escasos se compensarán con terneros. Esa estabilidad debe llevar a que el precio de los terneros resista sin más que ajustes leves en la próxima zafra de otoño, en la que aparecerán con una oferta abundante. Nuevamente, bajo el supuesto de que las lluvias sean normales y los campos no lleguen exhaustos al otoño tras el verano, que como todos y cada vez más será amenazante por el calor.

    La reposición en el próximo otoño podría ser empujada por un precio firme del ganado gordo. Algunos pronósticos arriesgan a ese escenario optimista. Cabe sugerir cautela y no proyectar precios de euforia.

    Cierto, Brasil y Australia probablemente produzcan un poco menos el año próximo. Estados Unidos seguirá con esa escasez tan aguda que actualmente tiene. Pero no se puede olvidar que el protagonismo de China en las compras a Uruguay va en baja, y que con precios por debajo de US$ 3 por kilo de carcasa de novillo en Brasil no es sostenible un precio superior a US$ 4 en Uruguay. Nos hemos diferenciado sí, pero no tanto.

    El que fue el gran termostato del precio ganadero de Uruguay en esta década, China, se está enfriando. Y partir de la base de que subirá el precio por una eventual menor producción de Brasil es una apuesta un tanto arriesgada.

    La baja de la incidencia de China si está trayendo otras consecuencias importantes. Un posible récord de exportaciones a Estados Unidos, un posible récord de exportaciones a Brasil, un posible récord de exportaciones a Japón, y las mayores ventas a Israel en muchos años.

    En materia de mercados hay allí dos disrupciones interesantes. La entrada de la carne uruguaya a Israel con hueso, que debería ser un antecedente en carne ovina para otros mercados. Y una inserción en Brasil que ha mejorado sensiblemente, tanto para carne vacuna como para carne ovina, en lo que resulta el más interesante ejemplo de puerta de vaivén, con entrada y salida de carne vacuna a ambos lados de la frontera.

    Tal vez este año, o el próximo, traiga otra disrupción en el comercio exterior con el ingreso de la carne uruguaya a los países del sur de Asia, pero ya los logros comerciales en Israel y Brasil hacen de este un año histórico.

    En cualquier caso, Uruguay mantendrá un nivel de exportaciones de carne vacuna algo por encima de los US$ 2.000 millones, muy similar en valor absoluto a la del año pasado, pero muy diferente en la composición por destinos de la carne uruguaya.

    Y es un nivel de exportaciones que junto a la salida en pie permite que los criadores sigan apostando a ganador con pocos riesgos que vayan más allá del climático.

    Con un precio del ganado gordo que está 20% por encima de los del año pasado y un rodeo de vientres que dejó la sequía atrás y va en crecimiento, el precio de los reproductores tendrá una recuperación, que devolverá el precio promedio de los toros a un nivel mayor a US$ 3.000, y que permita soñar con que los 3 millones de terneros anuales se superan en una nueva normalidad ganadera.