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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesde el corazón de la herida Gaza, donde las voces de los niños se mezclan con el rugido de los aviones y el silbido de las bombas, les escribimos. Somos familias palestinas que hemos permanecido en nuestra tierra a pesar de las constantes agresiones desde 1948 y las guerras que se nos han impuesto durante más de ocho décadas. Nuestro sueño eterno es quedarnos aquí, vivir y morir en paz en la tierra que heredamos de nuestros antepasados.
Pero la guerra desatada de hoy no se detiene en los bombardeos y la muerte; nos persigue con hambre y sed, cortando el suministro de alimentos, agua y medicinas, y restringiendo la ayuda humanitaria. Nuestros niños mueren de hambre o bajo los escombros. Nuestros jóvenes pierden la esperanza de un futuro digno. Entre permanecer bajo fuego enemigo o buscar un refugio seguro, nos encontramos divididos: queremos resistir y quedarnos, pero a veces la vida aquí se vuelve casi imposible.
Soy un padre de Gaza. Mi hogar en Shuja'iyya fue destruido y mi familia y yo hemos sido desplazados varias veces. Mis nietos duermen temblando de miedo, y mis hijos se preguntan si alguna vez conocerán una vida normal. Y, sin embargo, nuestros corazones siguen unidos a esta tierra, donde yacen nuestras raíces y recuerdos.
En este momento difícil, un querido amigo de Uruguay —una amistad que comenzó hace 20 años— sugirió que nos acercáramos juntos a su pueblo, que a lo largo de su historia ha abierto sus puertas a quienes sufrieron persecución y guerra. Ustedes acogieron a judíos, armenios y a muchos otros, y construyeron a partir de esta diversidad una identidad nacional enriquecida por la paz y la solidaridad.
Les escribimos hoy para pedirles su comprensión y compasión, y para invitarlos a alzar la voz e instar a su gobierno a que abra sus puertas a quienes entre nosotros se ven obligados a buscar refugio. No buscamos el exilio permanente, porque nuestro sueño nunca ha cambiado: regresar y vivir en libertad y paz en Palestina. Pero mientras llega ese día, algunas familias en Gaza esperan encontrar en Uruguay un refugio seguro, donde puedan trabajar con dignidad, criar a sus hijos con seguridad y respetar sus leyes y su cultura. Muchos de nosotros somos agricultores, nos dedicamos a olivares y campos de frutas y verduras. Sabemos que el olivo también ocupa un lugar especial en su país, y es símbolo de paz y esperanza. Deseamos llevar ese espíritu con nosotros y contribuir positivamente a su sociedad.
Dejar nuestra patria es la decisión más dolorosa que podemos afrontar, pero a veces se convierte en el único camino hacia la supervivencia. Nunca dejaremos de soñar con una paz justa en Palestina. Hasta que llegue ese día, les pedimos que nos concedan la oportunidad de vivir con dignidad en su tierra, una tierra de paz y democracia.
Con profundo amor y respeto.
Un ciudadano uruguayo, Eduardo Blasina, y un ciudadano palestino (de Gaza)