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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAhora está de moda declararse antisionista como eufemismo por antisemita. Esto es una falacia, ya que el sionismo es el movimiento que desde fines del siglo XIX luchó por el establecimiento de un Estado para los judíos, que se concretó en 1948. O sea, el fin era darle al pueblo judío, además del territorio, una institucionalidad que le permitiera acogerse a las garantías del derecho internacional.
La definición de antisemitismo de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance) dice: “Antisemitismo es la discriminación, los prejuicios, la hostilidad o la violencia contra los judíos por el hecho de ser judíos o contra las instituciones judías por el hecho de ser judías”. O sea, quien se declara antisionista es claramente antisemita porque se opone a la mayor institucionalidad judía, el Estado de Israel.
La izquierda en el mundo occidental ha tomado de la ultraderecha sus alegatos de odio antisemita. Sorprenden las manifestaciones en las universidades de los EE.UU. y la UE blandiendo la bandera palestina y gritando: “Desde el río hasta el mar”, en clara alusión al exterminio de Israel. Esos muchachos y sus profesores se hacen eco y apoyan las consignas de Hamás, Hezbolá, los hutíes de Yemen, etcétera, todos ellos apoyados económicamente y con misiles por el ayatolá Ali Khamenei. Este es el eje del mal de nuestros días.
Israel, la única democracia plena del cercano oriente, es la avanzada de occidente en esa región. Si cae Israel, occidente no volverá a ser lo mismo. Por eso aquellos que se ponen del lado equivocado de la historia traicionan nuestra herencia civilizatoria judeocristiana.
Estar en contra de Israel es despreciar nuestra esencia cultural, ese cúmulo de valores que forma parte de nuestro carácter social. Estar en contra de Israel es estar contra el amor a la libertad, que viene del paso (Pésaj) de la esclavitud en Egipto a la libertad en la Tierra Prometida; de los hermanos Macabeos, símbolo de resistencia a la dominación extranjera; de Massada, símbolo del máximo sacrificio antes de perder la libertad. En fin, la historia del pueblo judío es una historia de resistencia, de heroísmo, de amor indeclinable a la libertad.
Cuando entramos en el mes del aniversario de la guerra, Israel está dando pruebas de todos estos valores. Atenazado por el terrorismo de Hezbolá y Hamás, se defiende como un león, como David contra Goliat, porque está en juego su existencia como nación. ¿Y qué recibe del mundo occidental? Lo denuncian ante la Corte Penal Internacional; provoca el silencio atronador de la ONU, que no condena a Hamás, juzgan de genocidio su legítima respuesta militar en Gaza, miembros la UNRWA eran militantes de Hamás y hasta participaron el 7 de octubre.
Y el coro woke de los intelectualoides izquierdosos escriben ditirambos a los perros sanguinarios (con perdón a los perros) que el 7 de octubre de 2023 cometieron las atrocidades más sangrientas desde la Segunda Guerra Mundial: niños quemados vivos, mujeres violadas y asesinadas, cuerpos despedazados, un reguero de fuego, terror y muerte en un recital de jóvenes por la paz.
Estas bestias usaron y usan a los civiles como escudo humano en escuelas y hospitales (¿construidos con plata de la ONU?) y, como se ha demostrado por las FDI, debajo de estos edificios había arsenales y cuarteles de comando en túneles subterráneos. Este es el grado de maldad de Hamás contra su propia población. No les importan sus hermanos palestinos; si hay que sacrificarlos, no dudan.
Gaza está recorrida por túneles de norte a sur (la mayoría ahora destruidos por las FDI) que son verdaderas obras de ingeniería. Algunos de ellos se adentraban en territorio israelí para atacar a la población civil por sorpresa, mientras que otros, como los del corredor Philadelphia, en la frontera con Egipto, se usaban para contrabandear armas y personas.
De dónde proceden los recursos para construir este laberinto infernal bajo tierra, fundamentalmente de Irán, pero, seguramente, gran parte de la ayuda humanitaria que los países de occidente enviaron a Gaza durante años nunca llegó a los niños y enfermos gazatíes, terminó como hormigón enterrado bajo las arenas de esa franja de 40 km de largo por 10 de ancho, poblada por más de 2 millones de palestinos, la enorme mayoría mantenidos en condiciones infrahumanas por Hamás.
Israel ha tomado el corredor Philadelphia, que recorre los 14 km de frontera con Egipto. En este corredor se han encontrado decenas de túneles que cruzan la frontera hasta Egipto. La decisión político-estratégica del alto mando israelí es no moverse de ahí para cortarle las vías de ingreso de armas de contrabando a Hamás. Este es uno de los puntos que trancan las negociaciones de paz. Hamás quiere que Israel se retire del corredor. Es evidente que lo necesitan para reabastecerse, por eso Netanyahu es inflexible en este punto, Israel no se retira de la frontera con Egipto.
Gaza ha quedado compartimentada en varios sectores por otros tantos corredores controlados por las FDI. Controlan el movimiento de personas entre estos sectores del territorio (norte, centro, sur) y así impiden los movimientos de las fuerzas de Hamás, que quedan encajonadas. Particularmente, han encerrado a Mohammed Sinwar, líder de Hamás, que se dice que está en el sector del centro, posiblemente en Deir al Balah, rodeado de rehenes israelíes como escudo humano.
No soy judío, pero tengo un gran respeto y admiración por nuestros hermanos mayores en la fe y la firme convicción que la luz de Israel prevalecerá contra las tinieblas que lo rodean. La tenacidad de los hermanos Macabeos vive desde hace más de 2000 años en el pueblo de Abraham, inquebrantable en su esfuerzo por mantenerse libre y dueña de sus tradiciones.
Ahora Israel es una potencia militar. Por eso, pero más que nada por su heroísmo ancestral, nunca más los judíos serán humillados, perseguidos, encerrados en un gueto y acarreados como corderos al matadero. Israel ya no es más el chivo expiatorio, ahora se levanta como un león. Un león cuyo rugido se siente y hace temblar a los racistas en los confines del mundo. Y a pesar de la incomprensión, incluso de sus aliados, “el pueblo de Israel vive”. Am Israel Jai.
Dr. Francisco E. Estevez Carrizo
Setiembre de 2024