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Desde hace mucho tiempo siento que vivo en una de las capitales de un país más fantásticas del mundo a consecuencia de una diversidad de motivos, pero muy especialmente por el espacio público maravilloso de nuestra rambla. No obstante, con los años voy observando que la ausencia de planificación en relación con su crecimiento la está alterando para mal. Creo que planificar los desarrollos es un debe de nuestra cultura, y la planificación de Montevideo no es la excepción.
La sociedad de consumo en la cual vivimos nos está llevando hacia la construcción de cientos de edificios por doquier, pero concomitantemente el Centro y la Ciudad Vieja se están vaciando de personas, quedando inmuebles habitados por fantasmas, y con una historia a cuestas que literalmente se cae. Construcciones emblemáticas están siendo abandonadas (o continúan estándolo desde ya hace varios años), dado que la ciudad crece hacia afuera, con todo lo que se pierde al no utilizar suministros públicos ya existentes, materiales de construcción ya manipulados, calles hechas, patrimonios culturales e históricos que quedan desamparados y, a la vez, generándose residuos de nuevas obras por las construcciones actuales, tal como nuevas necesidades de suministros, de calles, etc.
Cabe resaltar que seguimos siendo los casi 1,4 millones de habitantes de siempre, más alguno nuevo que ha venido del exterior, por ende, la oferta habitacional nueva es un producto de lo que el mercado nos quiere vender, y la ausencia de políticas para rehabitar lo que ya existe…, no una necesidad de nuevos habitantes que han llegado a la ciudad.
A grandes rasgos, las construcciones nuevas aumentan el PBI (Producto Bruto Interno), pero a largo plazo, y en una mirada macro, lo hacen a costa de una serie de externalidades grandes (residuos, cultura, calidad de vida, etc.).
Por otro lado, circular en Montevideo se ha transformado en un calvario, pues el transporte público no es de buena calidad (ni en limpieza, ni en horarios, ni en tamaños), y entonces el objetivo de todos es comprar auto (y por precio y financiación la venta de cero kilómetros ha aumentado, acumulándose estos con la flota ya existente); estoy convencida de que cualquiera día van a haber más autos que personas con libreta de manejar.
Asimismo, reconozco que es bastante lógico que las personas (en su mayoría) no deseen vivir en el Centro ni en la Ciudad Vieja, pues entre otras cosas en la noche da miedo y los espacios públicos dejan mucho que desear.
En fin…, no es tarea fácil planificar la ciudad y su crecimiento y atajar todo lo que conlleva, pues se requiere de consensos políticos y más aún de escuchas a las ciudadanos, razones por las cuales pasan los años y nadie toma las riendas del caballo. Ministerios de Cultura, del Interior, de Economía (¡incentivos económicos serían tan necesarios!) y por supuesto Intendencia de Montevideo deberían ponerse de acuerdo en tantas cosas… pero creo que ni para adentro de cada entidad en relación con Montevideo han estado de acuerdo.
¿Será posible que algún audaz desarrollador inmobiliario con ansias de reciclaje y restauración se ponga al hombro esta justa causa de revalorizar el origen de la historia de nuestra ciudad mientras a nuestros gobernantes les llegue el tiempo de hacerlo… antes de que los maravillosos edificios se caigan abajo y nuestras calles céntricas se transformen en sitios de mayor oscuridad?
