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    La batalla judicial de Martín Mutio

    POR

    Sr. Director:

    Podría responder a todos y cada uno de los puntos en los que se basa tu condena. Aunque todo está en el juicio ese, juro por nuestros hijos que los sé prácticamente de memoria, un correo de otro embarque es la supuesta forma en que Martín adulteró el DUA, las horas de permanencia en el silo, el mismo oficial del caso que dice que Martín fumigaba las cargas y que lo hacía en compañía de otra persona.

    La exportación de Algeciras y el capitán máximo responsable de ese puerto, que declaró que nada extraño había en la trazabilidad de esos contenedores. El capitán naval que declaró que los precintos eran clonados. La pericia del contador economista que determinó sin duda alguna que no había lavado de activos.

    La carga en el silo de Libertad, el contenedor que entró justo, su declaración que decía que no era posible esa maniobra en su silo y que de haber sucedido él lo hubiera advertido, sus padres viviendo dentro del predio a metros del galpón, la Ruta 1 y el silo que perfectamente de allí se ve.

    El instructor de aduanas que solo consultó con las navieras lo sucedido con cada exportación, tal es así que su informe estaba incorrecto, pues aseguraba que de la exportación a Algeciras solo un contenedor había sido retirado.

    El mismo ingeniero del MGAP, que declaró que en definitiva todas las cargas se fumigan más allá de que eso sea o no un requisito del país de destino.

    El supuesto plano de estiba y la declaración de los alemanes que dictaminaron que la inspección se efectuó en el sitio donde estaba el contenedor, por tanto, era accesible.

    Alemania, que archivó la causa que investigó el traidder, que fue con quien Martín hizo todas las exportaciones y sentenció que no tenía vínculo con el narcotráfico.

    El correo de Rilo y la soja que se encontró en Bélgica, 25.580 kilos que fueron la respuesta a la pregunta de la fiscal. ¿Cuál era el peso de la carga?

    Pero nada de eso importó, pero igual es parte de esta injusta historia y están todas y cada una de las audiencias del juicio.

    ¿Pero qué sentido tiene? La batalla la perdimos, y cómo no perderla si es un Estado, si es una fiscal de tanta trayectoria 30 años. Quedarán muchas preguntas sin respuesta y es un trabajo diario poder aceptarlo. Aun mi lógica ingenua seguramente no puede entender por qué no nos dejaron ingresar la prueba nueva, por qué si estábamos a tiempo. Esa prueba que era la respuesta a la pregunta de la Fiscalía. Cual fuera la base de tu condena.

    ¿Cuánto pesó la carga? Todos sabíamos en la audiencia de mayo que el expediente estaba a estudio del tercer ministro, por eso extendieron la preventiva hasta noviembre, y después de la nota de Búsqueda, 3 días hábiles después, pasó al cuarto, al quinto ministro, a la reunión de acuerdo y redacción de sentencia para condenarte a 15 años. Era una decisión tomada. Y entonces, cómo duele aceptar que la verdad estaba descartada.

    Es que no puedo integrar a mi cabeza que lo más conveniente social y políticamente es haber atrapado al narco. Aunque sea una verdadera injusticia y aunque todos sepamos que no es el “narco”, porque Martín nunca lo fue, ni lo es ni lo será.

    Es tan complejo normalizar que hay decisiones correctas como no hacer un acuerdo con la fiscal, planteado como cuasi obligatorio, un año y seis meses, tres años y ocho meses o 15 años. Pero siempre me lo dijiste, la inocencia no se negocia, y es así una decisión que sabíamos que nos iba a romper el corazón.

    Porque hacer las cosas bien requiere mucha valentía, más que hacerlas mal, a veces empezar de cero da mucho miedo, pero siempre ser valiente y ser buena persona tiene su recompensa, porque hacer las cosas bien es el único plan, y así seguramente más tarde que temprano lo bueno siempre encuentra la forma de encontrarnos.

    Sé que la peor forma de justicia es la justicia simulada, como enseñó Platón, quizá como dijo Borges, el peor laberinto no es esa forma intrincada que puede atraparnos para siempre, sino una línea recta única y precisa.

    Seguiré pintando a nuestros hijos los días de esperanza, con la certeza lúcida de que no hay plazo que no llegue, y ahora sí cada día que pasa es un día menos para no separarnos nunca más, porque eso que elegimos, ser una familia por amor y elección, no puede arrebatarlo ninguna injusta decisión judicial. El amor nos sostiene, nos salva.

    Seguiremos insistiendo por tus derechos para que nunca más vuelva a golpearte ningún policía, para que dejen de robarte la comida de la caja, para que ya no vuelvan a humillarte, a maltratarte, para que nuestros hijos puedan verte, para que respeten tu derecho a estudiar y a trabajar. Para que te asista un médico porque estás enfermo. Preparemos la caja de comida con todo el amor y esperaremos cada día de visita para hacer los 703 kilómetros que nos separan. Te amamos, Martín, te prometo pequeñas acciones pero sostenidas, que aun aceptando este proceso no resignaré que la justicia llegue y, como siempre te dije, no somos lo que dicen de nosotros, somos lo que hacemos, y nosotros y cualquier persona que tenga las ganas de mirar el juicio completo podrá confirmar que no sos nada de lo que dicen de vos.

    Sol

    (esposa de Martín Mutio)