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    La indefinición de Yamandú Orsi

    POR

    Sr. Director:

    En la vasta colección de joyas del rock uruguayo, “Así soy yo” del Cuarteto de Nos se destaca como un himno para aquellos que han hecho de la indecisión su bandera. Con letras que retratan a un personaje que prefiere no jugar antes de enfrentarse a la chance de perder (o ganar), uno no puede evitar pensar en Yamandú Orsi, el candidato presidencial del Frente Amplio, quien parece haber encontrado en la ambigüedad su zona de confort.

    Al igual que el protagonista de la canción, Orsi parece aferrarse al “como no opino no me equivoco”. Es un arte, sin duda, eso de no mojarse, de no poder ni definirse por Peñarol o por Nacional, en un país donde el fútbol es religión. Hasta el célebre amigo del Frente Amplio, Nicolás Maduro, debe estar preguntándose si lo invitarán o no a la asunción de Orsi, porque ni eso ha logrado aclarar nuestro bien ponderado candidato.

    Orsi ha demostrado ser un maestro en el delicado equilibrio de no hacer olas. Ante temas de crucial importancia para el país, su postura ha sido consistentemente... incierta. En temas como la economía, la educación y la seguridad (que suelen aparecer entre las principales preocupaciones de nuestros compatriotas), Orsi el prudente ha optado por no decir mucho, no sea cosa de espantar a los indecisos, o peor, de hacer enojar a la barra empepepista. Después de todo, en el país de la penillanura suavemente ondulada, ¿para qué arriesgarse a proponer soluciones audaces para problemas tristemente enquistados en nuestro país?

    Es casi admirable esa habilidad para sacarle la pata al lazo a cada pregunta que requiera de una mínima definición. No importa el tema, Orsi encuentra una forma de no comprometerse, de no tomar partido, de mantenerse en ese cómodo y bello gris. Hasta su compañera de fórmula parece cabecear del aburrimiento en cada conferencia de prensa del candidato frenteamplista.

    Algunos podrán argumentar que esta estrategia es un intento astuto de mantener unida a su coalición frenteamplista, la cual un día sí y al otro también se esfuerza por mostrar las diferencias irreconciliables entre el tándem PCU-MPP y el ala “seregnista” (cada vez más disminuida). Basta observar la corta carrera política de Oddone, quien con solo proponer algo de razonabilidad y admitir la buena conducción económica del actual gobierno, bastó para que la orda comunista lo llamara al orden.

    Pero en un país donde los desafíos son cada vez más urgentes, uno no puede evitar preguntarse si apoyarse en el personaje del Cuarteto es suficiente. Porque, al final del día, en momentos de crisis, el liderazgo se mide por la capacidad de tomar decisiones firmes y asumir las consecuencias, algo que nuestro actual presidente no demoró en demostrar. No se trata de radicalizar posturas ni de rechazar el diálogo (característica esencial en nuestra política), pero hay muchos temas que requieren tomar el toro por las guampas, antes de agitar la capa roja y rezar para que la cornada no nos alcance.

    Es curioso, y un poco inquietante, cómo una canción que celebra la indecisión puede resonar tanto en la figura de un candidato a la presidencia. Mientras Orsi sigue su campaña, bailando al ritmo de una melodía que muchos encuentran desconcertante, el país entero se pregunta si la ambigüedad será realmente la banda sonora que necesitamos para los próximos cinco años.

    Le saluda atentamente.

    A. S.