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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn mi país, 150.000 niños viven bajo la línea de pobreza.
La pobreza se traduce en la vida de las infancias de formas disímiles, adopta modalidades que no solo se asocian a la inseguridad alimentaria o a las dificultades para acceder a bienes materiales. Hay impactos de la pobreza invisibles a mediano y corto plazo, pero no por eso menos potentes que no tener para comer a diario. Hay maneras de alimentar el cerebro en etapas cruciales para el desarrollo, como lo es la infancia, que se ven podadas por la pobreza. Esa línea imaginaria, estadísticamente creada, divide mundos que cada vez se vuelven mas lejanos y ajenos entre sí. Contextos ricos en oportunidades y desafíos y contextos estériles atravesados por violencias y balaceras.
Hay infancias que pueden jugar seguras en sus barrios, explorar el ambiente, ensayar personajes de mundos imaginarios, mientras que otras, arrasadas por la realidad de las vulnerabilidades que las atraviesan, no pueden siquiera dormir con los ojos cerrados. Se encuentran en alerta permanente, como si estuvieran en territorio de guerra. Suena duro, pero es así. Las secuelas de la pobreza, la deprivación y la violencia se asemejan a las heridas traumatizantes de la guerra. No estamos en guerra; sin embargo, 150.000 niños y niñas están en situación de emergencia.
Es una responsabilidad de todos y todas, familia, comunidad y Estado, restituir los derechos que les están siendo arrebatados a estas infancias por haber nacido bajo una línea imaginaria. Una línea que aplasta las posibilidades y las oportunidades. No es hoy el día para empezar a pensar y actuar en el camino de invertir en las infancias, fue ayer. Las infancias no son futuro, no son promesa, son un ahora urgente que se desgrana bajo discursos, que se escurre como arena en un reloj biológico que se termina, en una ventana de oportunidad, inherente a la plasticidad neuronal de la primera infancia, que se cierra. No es hoy, aunque hoy es el día de las infancias. Fue ayer. Hagamos que ayer sea todos los días.
Yohana Sampietro