• Cotizaciones
    jueves 19 de septiembre de 2024

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    La situación argentina

    POR

    Sr. Director:

    Escribo esto desde la enorme tristeza que me embarga, teniendo en el vecino rioplatense familiares muy queridos. Argentina, la Argentina para los argentinos, está sumida en una profunda crisis política, económica y social. Políticas proteccionistas al extremo seguidas de políticas liberales al extremo, índices de pobreza e indigencia que alarman para un país con los recursos naturales que posee, insatisfacción generalizada tanto en los menos como en los más pudientes; y, adicionalmente, la mirada de “la vida pasa y no puedo realizarme o vivir dignamente” y “qué lejos estamos de la Argentina potencia” denotan un cuadro de situación altamente preocupante. Y definitivamente muy difícil de solucionar, con cualquier receta que se aplique.

    Pero todavía más que todo eso, me impacta, me duele la abismal crisis ética en que Argentina está sumida desde hace décadas, pero que se ha venido acentuando formidablemente en los últimos veinte años. Porque no importa cuán bien o mal se esté política, económica y socialmente, si el comportamiento moral de la sociedad resulta reprobable al máximo. Argentina, especializada en fenómenos dolorosamente inimaginables e irrepetibles, posee en la historia reciente una expresidenta condenada judicialmente, un exvicepresidente también condenado judicialmente y otro expresidente que en un futuro muy cercano será uno más condenado por el Poder Judicial, al tenor de su situación en torno a su expareja. Estamos hablando de los líderes, aquellos que son elegidos en las urnas por la sociedad para guiar su destino, para conducirla, para llevarla al bien común, al logro de la felicidad colectiva. Pues esos líderes resulta ser que son delincuentes, lo que no solo los coloca al margen de la ley, sino también al margen de la moralidad. Son inmorales. Pero también lo son aquellos que, designados por estos inmorales, también delinquen, como un secretario de Comercio Exterior manipulando datos inflacionarios, un exsecretario de Obras Públicas escondiendo bolsos con millones de dólares en un convento, naturalmente todos también condenados por la Justicia penal, y varios etcéteras más. Y no solo son inmorales por la comisión de tales ilícitos penales, sino que también lo son porque ninguno de ellos jamás se ha arrepentido, nunca se los ha escuchado entonar un mea culpa, pues ellos “creen” que así debe ser la vida: aprovecharse de un alto cargo para poder hurtar, apropiarse, acomodar, castigar, falsificar. Es decir: vivir su vida delictiva e inmoral en su beneficio y en directo perjuicio de la sociedad, cuyo funcionamiento democrático los llevó a los cargos de que abusaron.

    Ahora bien. No puede ni debe creerse que esta inmoralidad solo campea a nivel dirigencial. No lo creo, porque somos lo que elegimos e intentamos seguir a quienes elegimos. Tengo más bien consolidada la idea de que la corrupción y la corruptela están tan generalizadas en Argentina que ya no es posible desembarazarse de ellas. Tengo la idea de que la serie El encargado, que tan magníficamente —como siempre— interpreta Guillermo Francella, no es más que captar la realidad del día a día argentino. Tengo la idea de que no solo deben existir encargados como Eliseo, sino que también deben existir mecánicos, electricistas, abogados, arquitectos, empleados y empresarios, entre varios otros, tan o más corruptos que Eliseo. Hasta ahí parecería no haber ninguna originalidad; pero lo que planteo es que esa corrupción se ha extendido en líneas tan generales, tan diversificadas, que tiendo a pensar que, de una manera u otra, la enorme mayoría de los argentinos vive en alguna trama mayor o menor de corrupción que protagonizan, coprotagonizan o prestan complicidad. Y eso es lo grave: que los argentinos tienen esta actuación inmoral como algo naturalizado, normalizado. Y, naturalmente, no me refiero a todos los argentinos —como dijera el recordado expresidente Jorge Batlle: “Los argentinos son una manga de ladrones, del primero hasta el último”—, sino a la enorme mayoría. Las generalizaciones son siempre incorrectas. Todo grupo humano tiene seres buenos, regulares y malos. Pero la idea que tengo es que esa generalización mayoritaria —no unánime— de ese fenómeno corruptivo que los argentinos han venido consumiendo desde el siglo pasado no tiene vuelta atrás. Pienso que se requerirían de dos o tres nuevas generaciones para cambiar la sociedad. Pero dos o tres nuevas generaciones nacidas de estas generaciones actuales: ¿nos llevarán a un camino diferente, más honesto, menos perverso? Y la respuesta es: no. Somos aquello en lo que nos formamos y aprendemos de ello. Y esta es mi desesperanza: no veo luz al final del pasillo para la Argentina.

    Monty Fain

    Abogado