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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn poco más de un mes los uruguayos iremos a las urnas, en primer lugar, para ratificar nuestra concepción democrática de Estado, la que determina nuestra forma de convivencia, respeto irrestricto a los derechos humanos, libertad en su más amplia acepción y la forma que hemos adoptado en sociedad para compartir el acceso a la educación, salud, seguridad y distribución de la riqueza, en forma principal.
En segundo lugar, lo que haremos será elegir a nuestros representantes para que integren las cámaras de Diputados y Senadores, como así también a quién ejercerá la jefatura del Poder Ejecutivo. Soy de los pesimistas (¿realistas?) que sostienen que la humanidad, y cada sociedad en sus respectivos ámbitos, está atravesando una etapa decadente de su historia. Esta condición explica prácticamente todo lo que sucede a nivel global, es un parámetro para comprender la realidad. Es por eso que elegir a quienes nos representarán en los estamentos del gobierno es fundamental. No solamente está en juego la economía y sus condicionantes; aunque parezca un poco exagerado, está en juego nuestra libertad y nuestro contrato social, nuestro modo de vida.
Por lo expuesto es que nuestro voto, cada voto, tiene un valor fundamental y determinante para nuestro futuro. Nuestra posición ideológica puede ser con ideales de izquierda, derecha, conservadores o liberales, y las combinaciones sobre estos posicionamientos que se nos ocurra, pero siempre dentro de un ámbito democrático que bajo ningún concepto o circunstancia puede estar en juego. A quienes elijamos para que nos representen deben tener nuestra misma escala de valores, nuestro posicionamiento ante los distintos temas importantes y ser nuestra voz en los debates que preceden a la toma de decisiones. La política funciona como el amor, me puedo enamorar de cualquier persona, pero no quiere decir que pueda convivir con cualquier persona. Podemos tener ideas de izquierda, derecha o centro, pero no podemos elegir (votar) a cualquiera porque diga que profesa nuestra misma posición ideológica. Si nos definimos como demócratas, ante todo debemos ser coherentes, esto equivale a apoyar todo lo que la democracia comprende y rechazar y repudiar todo lo que conspire contra ella. Entonces, ¿podemos elegir para que nos representen a personas (políticos) que ante las brutales dictaduras que oprimen a Cuba, Nicaragua y Venezuela no las rechacen sin miramientos y levanten su voz para denunciar estos gobiernos de facto?
Pregunto cómo me va a representar una persona que sobre Cuba y su gobierno opresor diga que es una “democracia diferente”, o que lo que sucede en Nicaragua es parte del proceso revolucionario. Ocho millones de venezolanos han preferido huir, generando un verdadero éxodo para escapar del hambre y la represión, incluso para preservar sus vidas y la de sus familias. En estos países se persigue, encarcela, tortura y mata a todos los que piensan distinto, han eliminado los medios de prensa independientes, a las ONG sociales, se persigue a la Iglesia, y, como si todo esto fuera poco, hipotecan y venden sus países a la voracidad de Irán o China. Cómo podemos, entonces, repudiar un empujón a un docente y realizar un paro nacional y no rechazar enérgicamente la represión en estos países, donde está prohibido y penado opinar y manifestar, donde se ha eliminado el derecho de expresión, con cárceles repletas de presos políticos. Estos atropellos que padece la población son delitos de lesa humanidad, ya que son perpetrados por el Estado. El próximo 27 de octubre acudamos a las urnas a votar a nuestros representantes, pero seamos coherentes y votemos a políticos que no solo se autodefinan como demócratas, sino que actúan como tales. Digamos no a los hipócritas que nos mienten al no dejar en claro que en realidad sueñan con un Uruguay totalitario gobernado por una élite narcocívicomilitar como las que imperan en sus soñados paraísos.
Daniel H. Báez