—¿Qué rol puede jugar la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) en torno a los proyectos de hidrógeno verde en Uruguay?
Aunque todavía es “muy caro” y tiene la dificultad del transporte, el hidrógeno tiene posibilidades de desarrollo, evalúa el vicepresidente para Europa y América Latina de la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, Alfonso García Mora
—¿Qué rol puede jugar la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés) en torno a los proyectos de hidrógeno verde en Uruguay?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá—El año pasado invertimos US$ 55.000 millones y América Latina fue la región con mayor volumen.
Tienen que haber tres cosas en nuestras inversiones: primero, lo que llamamos el impacto de desarrollo. Yo no voy a competir con el banco Santander; tengo que hacer algo como dar financiación para mujeres, para la construcción de edificios verdes o para innovación de tecnologías nuevas, como el hidrógeno verde. Un segundo aspecto es que nuestra inversión tenga adicionalidad: si el IFC lo hace es porque el mercado no lo está haciendo. La tercera es que sea con criterios de mercado; nosotros no subsidiamos la financiación.
El hidrógeno verde es una tecnología por probar, que todavía no está testeada. Estamos en proyectos en Chile, Uruguay, Brasil, Polonia, Marruecos y en otros países del mundo, y, de momento, el modelo necesita subsidio o apoyo fiscal; aquí lo hacen a través de la Comap (la Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones), que está muy bien como régimen general y pienso llevarme el esquema de la Comap a otras partes del mundo.
Creo que el hidrógeno verde va a tener un potencial enorme, porque obviamente es limpio, lo que pasa es que es muy caro todavía. Y hay un elemento fundamental que, de momento, no sabemos cómo solucionar, que es el transporte del hidrógeno; lo que se están generando son plantas al lado de lo que se quiere abastecer. En Barcelona la tienes al lado de una empresa de autobuses.
—¿Cómo se involucra la Corporación?
—Nosotros, por un lado, les ayudamos en la preparación del proyecto para que pueda tener financiación y que cumpla con las condiciones medioambientales, sociales y las salvaguardas. Una vez que está estructurado, ayudamos también con la financiación. Pero tratamos siempre de minimizar al máximo lo que invertimos, y traer a otros, porque al final nuestro capital es limitado.
Y otro rol, como estamos trabajando en el hidrógeno verde en diferentes países, hacemos el crossknowledge: esto que ha funcionado en tal lado, usémoslo en otro.
—Recientemente Estados Unidos subió las tarifas de importación a los autos eléctricos chinos —y la Unión Europea también, con una medida similar— y para las células solares utilizadas en los paneles. ¿El proteccionismo podría frenar esta ola verde?
—Es una gran tensión geopolítica que existe, y luego eso, el productor o el consumidor.
Hay preocupaciones por parte de Europa y de Estados Unidos sobre la forma en la que se cumple con los estándares sociales en la producción china. El proteccionismo, formalmente, busca nivelar el terreno; las mayores tarifas van a generar un incremento en el precio de los automóviles. ¿Habrá un retroceso en el proceso de transición energética? Creo que no, también porque ha disminuido enormemente el costo de producción. Hoy, el costo del megavatio producido de energía solar es 25 veces más bajo que en 2012.