El censo del 2023 “es una evidencia bastante grande y contundente de que pasan cosas”. Mientras los departamentos de la zona sur “tienen un gran potencial de desarrollo”, en el resto del territorio “la población y las oportunidades van cayendo. Desde Colonia hasta Maldonado, donde hay más educación, capital social y actividad económica, que evidentemente se nutre de la población y genera más desarrollo”, sostiene el docente e investigador especializado en estos temas Adrián Rodríguez Miranda.
En diálogo con Búsqueda, analizó los resultados del censo cruzándolos con el Índice de Desarrollo Regional (Idere), elaborado por el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, en lo cual él tuvo participación. Los cinco departamentos con mejor índice —Montevideo, Canelones, Colonia, Maldonado y San José— son los que tienen mayor peso poblacional, y los que tienen también un mayor crecimiento de habitantes, salvo la capital. También son departamentos que ganaron población a través de la migración; Canelones recibió 60.000 personas y Maldonado más de 31.000, comentó.
Esa relación entre la población y el desarrollo se debe a las “economías de aglomeración. Si en Maldonado se concentra una mayor cantidad de empleos, ¿a dónde van a ir los trabajadores y la gente que no tiene empleo en Lavalleja? Si esas personas se trasladan allí, ¿dónde va a haber más consumo y se van a poner almacenes? Lo van a poner en Maldonado. Y cuando empieza a haber más cantidad de personas, entonces, el Estado va invertir en mejor infraestructura y servicios en Maldonado, porque creció 24%, que son como 200.000 personas”, explicó.
Esa dinámica “estructural”, no deseable en su opinión, va generando centros y periferias, departamentos ricos y pobres. “La distribución territorial del proceso nacional de desarrollo no es aleatoria, sino que tiene patrones y se van consolidando. Si no hacés nada, ¿qué podés esperar de Lavalleja, de Cerro Largo, de Artigas y de Treinta y Tres? Podés esperar menos población, menos diversificación y menos actividad económica”, afirmó.
La migración de la población hace que los departamentos expulsores de población se vayan vaciando de capital humano, pero también puede acarrear dificultades a los departamentos “receptores”. Explicó: “Si todo el mundo empieza a emigrar a Maldonado, se van a empezar a generar unas demandas que están por encima de lo que esa economía puede dar. Y vas a terminar en problemas de pobreza y de seguridad, y eso va a afectar al modelo económico en el que se basa” ese departamento esteño.
Infraestructura
Rodríguez Miranda agregó que uno puede pensar desde una postura más liberal que Uruguay tiene trabas y que por eso los mercados no están integrados. “¡Buenísimo! ¡Pero poné un emprendimiento en Artigas! (...) Es verdad que es un mercado, pero no está integrado”, y faltan “infraestructuras, carreteras”, “buena conectividad” y “bajos costos de transporte”.
A la hora de buscar cambios en estas tendencias, señaló que algo importante es la “zanahoria” que se coloca. “Haría la diferencia si el Estado pusiera dinero para hacer grandes obras de infraestructura o desarrollos productivos en el interior, pero que como condición tengan que vincularse por lo menos dos departamentos” para tener efectos “potentes”, una práctica similar a los fondos que tiene la Unión Europea para el desarrollo regional, explicó. En su opinión, “eso puede romper ciertas inercias”.
Agregó que, “desde la visión más economicista del crecimiento económico”, no se podrá “sacarle el máximo jugo a este país” sin un mayor equilibrio territorial. Para lograr un cambio se precisa pensar “realmente en una política donde el territorio importe” y se vayan construyendo “los mercados y las oportunidades”.
El académico reconoció que, a diferencia de hace 15 o 20 años atrás, ahora “hay desarrollos en el interior” e industrias que no existían, como el frigorífico BPU entre Durazno y Flores o el puerto de Nueva Palmira, “por donde pasa el 60% de la producción a granel. Él ve “oportunidades para tener una base más solida para pensar esta idea de la complementariedad de las inversiones; hoy es más fácil que hace 20 años”.
Otra dificultad que identificó Rodríguez Miranda es que se precisa una visión de mediano a largo plazo. “Tenés que estar por lo menos dos períodos de gobierno para pensar estas cosas que involucran una visión regional, que supera la visión departamental. En algún momento pensamos en grande y en infraestructuras, pero resulta que hace bastante que no hacemos cosas. ¿Cuál fue la última ruta nacional que se hizo? El ferrocarril, ahora, lo reflotamos al impulso de UPM, la última obra grande en represas fue Salto Grande. Ahora parece que esa mirada hacia adelante no está”, cuestionó. (*)
Propuestas para el desarrollo
Para Rodríguez, las dificultades mencionadas refuerzan la importancia de las políticas públicas, “hay que tener una política fuerte de formación de capital humano y mirando las necesidades, las potencialidades y las posibilidades que también tiene el entorno”, y consideró que la deslocalización de la UTU, la Universidad Tecnológica y la Universidad de la República ha contribuido en esa línea. “No se trata de montevideanizar al resto del interior; es tener ingenieros forestales, tecnólogos en madera en las regiones puntuales. Una formación que está mirando las posibilidades del territorio”, sostuvo.
Opinó que la estrategia que se ha seguido es de crear programas de desarrollo una vez que una gran inversión llega a una región, sin una planificación para “ir formando capital humano, recursos, incentivos para atraer cierto tipo de inversiones a cierta región y no a otra”. Según él, de no implementarse políticas activas, “lo que hacés es favorecer las inercias que hay”.
Para Rodríguez Miranda, el actor clave es el gobierno nacional, que debe tener una “planificación regional del país. Y cuando digo regional es interdepartamental, porque si el gobierno nacional no va para ahí y no pone la zanahoria, va a ser difícil”.
Sostiene que también hay una responsabilidad de los gobiernos departamentales. Según él, estos deben prestar atención a los temas de empleo, pobreza, desigualdad o grandes infraestructuras. “Pero le tiene que importar y tiene que ser parte de su política articulada con lo nacional. Y también dar el saltito y pensarse con otro gobierno departamental”.
Si bien son varios los factores que inciden en el éxito en términos de desarrollo, para Rodríguez Miranda, los departamentos que están mejor “son los que a nivel de gobierno departamental tienen más equipos técnicos, mejor capital humano y han tenido políticas de desarrollo más importantes”. En ese sentido, afirmó que hay dos modelos de gobiernos departamentales: los que hacen el “clic” y suman técnicos, ganan proyectos, les va mejor y por ahí “en las elecciones vuelven a ganar”. Y los que entran en lógicas en las que “no tienen técnicos y la mayor parte del personal ni siquiera está presupuestado, va y viene con el gobierno de turno. Tienen políticas clientelares más tradicionales, y por ahí todavía gana” las elecciones.
Perspectivas
A partir de estimaciones del Producto Interno Bruto (PIB) por departamento, Rodríguez Miranda señaló que “el país se ha descentralizado de Montevideo, pero sigue concentrado en el sur”. La instalación de la segunda planta de UPM, el Ferrocarril Central y la doble vía a Durazno son algunos de los factores que explican el crecimiento de la población de ese departamento en el último censo. “Se acercó el Uruguay rico y con más posibilidades del sur a Durazno”, dijo.
Estimó que la economía en términos del PIB “se va a desconcentrar cada vez más, con el eje en Colonia y Maldonado. “Hacia el oeste tenés multinacionales del grano, de los agronegocios, incluso Barraca Erro, que es uruguaya y es la principal exportadora de granos y tiene su casa matriz ahí, no en Montevideo. Después tenés todas las cuestiones tecnológicas que miran a Buenos Aires, los empresarios argentinos que juegan mucho, tanto con Maldonado como con Colonia. (...) Hay lógicas que han roto esa idea solo de Montevideo”, analizó.
Canelones, según él, es una economía que “tiene todo para explotar”, empezando por sus “600.000 personas”, que para un departamento en Uruguay es un disparate”. Además, tiene “buen capital humano” y “diversidad” de rubros de actividad, agregó. “¿Qué problema tiene Canelones? Que está hecho como el Uruguay, en ramas que mueren en Montevideo. La conectividad de Canelones es pésima”. En ese sentido, el académico sugirió la construcción de “infraestructuras transversales” para “conectar ese mercado”, pensando en el transporte de cargas y de pasajeros.
(*) La edición original fue ajustada corrigiendo la afirmación de que Salto Grande fue la última obra significativa en agua potable, ya que lo correcto es que lo fue en cuanto a represas o infraestructuras similares.