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    Conexión Ganadera: una crisis por prácticas “temerarias” a las que muchos “no se opusieron”

    Un estudio académico analiza, con un enfoque organizacional, el origen, el crecimiento y la caída de la empresa de capitalización en ganado, ahora en concurso y con sus dueños sospechados de estafa

    La caída de varias empresas de intermediación ganadera y, especialmente, de Conexión Ganadera, “por lejos la más grande” del rubro, tendrá como efecto directo “grandes perjuicios” para unos 7.000 inversores, además de otras consecuencias colaterales: algunas firmas relacionadas verán restringidas o bloqueadas sus operaciones por un tiempo y la baja de la producción ganadera afectará a curtiembres. Mientras, el “escándalo” tras el caso “está impactando sobre el sistema político” y social, plantean dos académicos en un “estudio preliminar” de estos episodios todavía en proceso.

    El análisis del caso de Conexión Ganadera se enmarca en una investigación realizada por ambos en los últimos años con respecto a ciertos riesgos organizacionales que consideró las estafas realizadas por Enron y Odebrecht y la caída de empresas uruguayas como Pluna y Gas Sayago.

    En este nuevo estudio, titulado El caso Conexión Ganadera. Enfoque en la percepción del riesgo y su valoración crítica, Carlos Petrella y Carlos Tessore señalan que ese grupo económico desarrolló un modelo para trabajar en condiciones contractuales “rígidas” en un mercado ganadero que está sometido a “condiciones cambiantes fuera de la esfera del control de las empresas” del rubro y que durante años operó “en términos económicos y financieros escasamente regulados” sin “inconvenientes por más de una década”.

    Después de repasar origen, crecimiento y contexto en el cual se produjo la caída de Conexión Ganadera, avisan que “los riesgos inherentes, residuales y algunos secundarios vinculados” con las operaciones en los que incurría “no son exclusivos de la empresa estudiada”.

    Petrella es investigador y docente de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración y en años recientes estuvo al frente de la Agencia Reguladora de Compras Estatales. Tessore, por su parte, es consultor especialista en gestión de riesgos organizacionales.

    Crecimiento y crisis

    Desde febrero pasado en concurso de acreedores, Conexión Ganadera es una empresa fundada a fines del siglo pasado por cinco socios; dos de ellos, Pablo Carrasco y Gustavo Basso, eran los administradores. El negocio consistía en captar ahorro privado para invertir en ganado. La “foto es absolutamente compleja” para las posibilidades de recuperación del dinero para los inversores, que ronda los US$ 350 millones, afirmó ayer miércoles 5 el síndico del concurso de Conexión Ganadera, Alfredo Ciavattone, entrevistado en el programa En Perspectiva de Radiomundo.

    El modelo de negocio de la empresa buscó cubrir toda la cadena —cría, engorde, faena y exportación— para generar eficiencias económicas y operativas. “Estas eficiencias les permitirían manejar márgenes muy superiores a los del promedio del sector agropecuario nacional”, describe la investigación académica.

    Repasa a su vez que el surgimiento de la empresa se dio en un momento de costos operativos bajos para un establecimiento ganadero por efecto de la devaluación del 2002 y cuando muchos productores estaban descapitalizados y sin acceso a crédito formal, en el contexto de recesión económica y tras el evento de la aftosa.

    “No hay duda de que Conexión Ganadera ha dado muestras de excelencia operacional y agilidad organizacional en varias instancias de su desarrollo a lo largo de los años”, aunque “parece que su capacidad de gobierno efectivo, en condiciones excepcionales, ha tenido importantes limitaciones”, diagnostican los especialistas.

    Afirman además que la idea de los socios de Conexión Ganadera fue “integrar cada vez más las operaciones del ciclo productivo ganadero”. Transformado con el correr de los años en un grupo económico “muy poderoso, considerando el volumen de sus operaciones”, actuó durante “mucho tiempo (aproximadamente 20 años) de manera aparentemente exitosa”, aunque, “sobre el final del proceso, había mutado a un modelo de Ponzi para poder pagar a sus acreedores”.

    “El problema de insolvencia de Conexión Ganadera aparentemente resultó ser consecuencia indirecta de desarrollar prácticas no sostenibles, en términos financieros, modelos de negocios cargados de riesgos muy significativos, rigideces que operaron en su contra en contextos altamente inciertos. Un proceso que todavía está por verse si no se desarrolló con prácticas delictivas”, agregan.

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    Carrasco, junto a su esposa, en el juzgado en el marco de la denuncia penal

    Carrasco, junto a su esposa, en el juzgado en el marco de la denuncia penal

    “Yo vendo confianza”, repetía Carrasco a los inversores, recuerda el estudio. “La imagen proyectada por la empresa era de profesionalidad y confianza en el entorno donde operaba”, remarca. Lo que luego fue una “máscara”, la confianza “constituía el eje de sustento de la viabilidad de las operaciones de Conexión Ganadera. Sobre estas bases llegaron a proponer tasas de rentabilidad de más del 10% anual para atraer inversores. Algo que resulta llamativo, para los rendimientos promedio esperados en el sector”.

    Petrella y Tessore preguntan si Conexión Ganadera “tenía potencialmente las capacidades para sobrevivir y prosperar ante un cambio turbulento que pudiese afectar su negocio”, aludiendo a la “tormenta perfecta” que incluyó una profunda sequía en 2022 y 2023. La respuesta no es contundente, y consideran que, de los elementos disponibles, “no queda claro si la dirección tenía presente las condiciones en que la supervivencia podría estar comprometida y si había armado un plan de contingencia, cuando un escenario muy desfavorable se presentase”. Sí señalan que Conexión Ganadera “no se preparó lo suficiente para encarar un conjunto sincrónico de eventos negativos” y que “su reacción pareció tardía e insuficiente para actuar con anticipación ante estas adversidades”.

    “Por un apetito de riesgos temerario comenzó a apartarse de las prácticas de negocios prudentes y éticas y se embarcó en acciones temerarias”, describen en otro pasaje los autores.

    Al filtrarse en el mercado ciertas dificultades “que comprometieron el funcionamiento de otras empresas menores” del sector que utilizaban modelos de operación similares, se generó “el caldo de cultivo de una gran crisis”, añaden. Y sentencian: “Llegó un momento en que la situación desastrosa de las finanzas de Conexión Ganadera no pudo ocultarse”.

    Los académicos señalan que quedan aspectos de definición de “buena administración” por esclarecer en torno a este caso. “Como aporte, más allá de lo que arrojen las investigaciones judiciales en curso en la crisis de Conexión Ganadera, el sentido común indica que habría que fijar límites a lo que se entiende por buena administración de estos negocios. Por lo menos, que los administradores contemplen las fluctuaciones del mercado y cómo actuarán ante situaciones particularmente negativas” para su desarrollo, apuntan.

    Los controles y los responsables

    Petrella y Tessore afirman que, “con el ‘diario del lunes’ es sencillo mostrar ciertas debilidades de contralor endógeno y exógeno de la empresa”. En ese sentido, sostienen que las reglas de juego de las operaciones de contratación propuestas por Conexión Ganadera crearon “espacios de oportunidad para que la empresa y sus colaterales pudiesen eludir los sistemas de control estatales. A la luz de la laxitud de los controles, los procesos de contratación fueron creciendo”.

    Los mecanismos de contralor del Poder Ejecutivo “fracasaron en su tarea fundamental, porque si bien algunos agentes banco centralistas advirtieron sobre las operaciones no sostenibles, sus recomendaciones no fueron tenidas en cuenta. Desde luego que sí se activaron algunos mecanismos de contralor a partir de denuncias de los inversores damnificados”, analiza el estudio.

    Acerca de la discusión planteada en torno al rol que jugó el Banco Central, los autores afirman que si efectivamente las operaciones no podían ser catalogadas como financieras, “entonces habría que investigar qué pasó con los controles bancarios respecto de las cuentas en que caía todo el dinero de los inversores”. Dicen que no saben si se “saltaron esos controles”, pero citan a un “referente que prefirió permanecer en el anonimato” consultado para su investigación que dijo: “Cualquier hijo de vecino que quiere llevar al banco más de 10.000 dólares tiene que explicar cómo, cuándo, dónde los ganó u obtuvo”.

    “Está claro ahora que el sector público ha debido implantar ciertos controles (cuyo alcance no vamos a discutir en este trabajo) a las formas de desarrollo de algunos de estos negocios, que por lo menos dificultaran el desarrollo de ciertas prácticas extremadamente riesgosas que desarrollaban determinadas empresas del sector”, sentencian los autores.

    Según ellos, lo que diferencia al caso de Conexión Ganadera de otras crisis que han estudiado es que los niveles de responsabilidad gubernamentales todavía no están claros: “Debemos tener presente que entre 1999 y 2025 pasaron todos los partidos políticos en el gobierno y ninguno hizo algo para detenerla; Conexión Ganadera cayó por su propio peso como un ‘fruto podrido’”.

    “No culpemos solo a Conexión Ganadera, claramente que la mayoría de los stakeholders tiene algún tipo de responsabilidad”, añaden.

    “¿Las corporaciones industriales, el Poder Ejecutivo y el sistema financiero parecen haber sido actores funcionales ante ciertas prácticas temerarias? No se opusieron. Habría que ver si participaron. Está claro que importantes sectores de esas instituciones fueron actores necesarios en el desarrollo de una cadena de operaciones de enormes proporciones y con gran impacto en los contratos agropecuarios”, plantean.

    Como síntesis de la caída, los académicos señalan que el conjunto de operaciones de financiamiento de actividades agropecuarias de Conexión Ganadera —pensadas “para tiempo de vacas gordas”— finalmente colocaron a la empresa en una “indeseada situación de incumplimiento de sus obligaciones contractuales, que posiblemente la conduzca a la quiebra, en los próximos meses”.