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    Las proyecciones macro del gobierno: inflación estabilizada en 4,5% y PIB de más de US$ 100.000 millones en 2029

    Las estimaciones contenidas en el mensaje que acompaña el plan presupuestal son de una economía que crecería a un ritmo de 2,4% anual promedio; las cuentas públicas mejorarían, pero el ratio de deuda solo atenuaría su aumento

    Si se cumplen las estimaciones y supuestos macroeconómicos que dan marco al proyecto de Ley de Presupuesto quinquenal, en 2029 Uruguay tendrá un Producto Interno Bruto (PIB) por encima de los US$ 100.000 millones y la inflación anual será —como ahora— de 4,5%. A su vez, el gobierno tendrá un equilibrio primario —antes del pago de intereses de deuda— en sus cuentas, pero con niveles de endeudamiento mayores que los actuales.

    El contexto macroeconómico presente y los desarrollos esperados en los siguientes años ocupan más de la mitad de las 222 páginas que conforman el mensaje y la exposición de motivos de la iniciativa, que fue llevada al Parlamento el domingo pasado —al límite del plazo constitucional— por una delegación encabezada por el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone.

    El análisis también tiene referencias al pasado económico reciente. “El dinamismo de la economía uruguaya en la última década ha sido escaso, con tasas de expansión modestas en comparación con períodos anteriores. Luego de una serie de shocks negativos, en particular tras la crisis mundial desatada por la pandemia de Covid-19, la economía uruguaya inició un proceso de recuperación. Sin embargo, una mirada de más largo plazo indica que entre 2015 y 2024 el crecimiento económico promedio anual fue de apenas 1,1%, lo cual contrasta con el 5,4% alcanzado en la década anterior”, describe.

    El Poder Ejecutivo frenteamplista entiende que la economía “debe mejorar el desempeño observado durante la última década”. El promedio de crecimiento esperado por el Ministerio de Economía (MEF) para el período 2025-2029 se sitúa en torno al 2,4% anual y estaría apuntalado por la demanda interna y la externa. En 2029, el PIB sería de US$ 102.931 millones, convertidos al tipo de cambio fijado por las autoridades económicas como supuesto para ese mismo año.

    El objetivo de la política económica es “consolidar un aumento de la tasa de inversión en relación con el PIB y reforzar la posición de Uruguay como un destino atractivo y confiable para la atracción de capitales”, expresa en el mensaje. Agrega que el gobierno está desarrollando “diversas iniciativas orientadas a fomentar la inversión y mejorar el clima de inversiones” aunque, “adoptando un enfoque prudente, las proyecciones” que sustentan la iniciativa de Presupuesto “consideran efectos reducidos para estas iniciativas”.

    Precios

    En materia de precios, el MEF espera que la inflación anual termine el 2025 en un 4,2%, que suba a 4,4% en 2026, y que “continúe alineada a la meta de 4,5% anual durante todo el período”. Eso supone asumir que no conseguirá el objetivo de reducirla a guarismos menores, aunque no lo descarta por completo: “En la medida en que la inflación continúe evolucionando conforme a lo esperado, se observe una convergencia plena de las expectativas de los agentes a la meta y no medien shocks externos adversos, el Comité de Coordinación Macroeconómica evaluará la posibilidad de fijar un objetivo de inflación menor en el período”.

    Entrevistado en abril por Búsqueda el presidente del Banco Central, Guillermo Tolosa, se había referido a la intención de llevar la inflación a registros más bajos: “Sin duda, 4,5% luce alta a nivel internacional. Un país emergente, maduro, generalmente tiene 3% como meta de inflación o en algunos casos 3,5%, así que esa debería ser la aspiración del Uruguay, eventualmente. Como digo, se verá la cadencia de la reducción de la meta llegado el momento; como meta final debería ser una de esas dos”.

    En cuanto al tipo de cambio, la estimación del MEF —como supuesto de trabajo para la elaboración del proyecto presupuestal— es que cerrará en $ 41,5 en 2025, una baja de 5,7% frente a un año atrás. En 2026 subiría un 0,7%, a $ 41,81; para el resto del quinquenio supuso un alza anual de 2,1%, que llevaría la cotización del dólar a casi $ 44,5 al término del 2029.

    “La debilidad que ha tenido el dólar en lo que va del año en Uruguay reforzó las diferencias de precios relativos frente a sus socios comerciales. El tipo de cambio real entre Uruguay y los países extrarregión se ubicó 6,4% por debajo de los niveles de diciembre de 2024, aunque se mantuvo un 2% por encima del nivel registrado un año atrás”, señala el Poder Ejecutivo en el mensaje.

    Fiscal y deuda

    Como ocurrió durante la transición de gobierno y recién instalada la administración de Yamandú Orsi, la situación fiscal recibida está mencionada en el mensaje que acompaña el proyecto de Presupuesto en tono de crítica a las anteriores autoridades.

    Como “punto de partida” en este aspecto, el Poder Ejecutivo recuerda que el resultado fiscal del gobierno central y el Banco de Previsión Social (BPS) fue de 3,2% del PIB al cierre del 2024 (3,3% si se excluye el Fideicomiso de la Seguridad Social de los llamados “cincuentones”). “No obstante —añade—, las cifras reportadas para 2024 no reflejan completamente la expansión del gasto efectiva, dado que (…) la administración anterior postergó egresos por una magnitud considerable” y, por el lado de ingresos, “se solicitaron adelantos de impuestos a empresas públicas por un monto equivalente a 0,1% del PIB”.

    Por esos hechos y el desvío respecto de los números proyectados, Oddone se refirió la semana pasada a un “espejismo” fiscal.

    Lo que prevé el MEF es que las finanzas sumadas del gobierno central y el BPS muestren una gradual mejora a lo largo del quinquenio que abarca el Presupuesto, para terminar en 2029 en un déficit de 2,6% del PIB. Si no se consideran los intereses de deuda, el resultado —primario— sería equilibrado (0,0% del Producto).

    El déficit del sector público consolidado —incluyendo las otras áreas del Estado— bajaría al equivalente a 3,0% del PIB en 2029.

    En materia de endeudamiento, a partir del 2027 se proyecta un “patrón de desaceleración del crecimiento (en puntos porcentuales) de la deuda sobre PIB”. Eso se daría sobre la base del programa de “convergencia fiscal” y los supuestos de un crecimiento sostenido de la economía y tasas de variación del tipo de cambio nominal aproximadamente en línea con el diferencial proyectado entre la inflación doméstica y la de Estados Unidos. Hacia el 2029, en tanto, el ratio de deuda neta sobre PIB aproximadamente se estabilizaría en un valor de 63%; eso es dos puntos porcentuales por debajo del ancla de deuda de la institucionalidad fiscal propuesta en la iniciativa de Ley de Presupuesto.

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