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Nuevo indicador expuso a la educación como el “elefante en la habitación” para la pobreza multidimensional
El 18,9% de la población tenía privaciones en al menos dos dimensiones de las cinco consideradas en el IPM, que son educación, condiciones habitacionales, servicios básicos, protección social y empleo
El nuevo índice toma en cuenta cinco dimensiones y 15 indicadores
Hasta ahora, las discusiones en torno a la pobreza en Uruguay se basaban casi siempre en una dimensión: los ingresos, y si eran suficientes o no para adquirir una canasta básica de bienes y servicios. En esa medición, el 9,1% de las personas no superaban esa “línea de pobreza” y, por tanto, eran pobres.
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El miércoles 19, el Instituto Nacional de Estadística (INE) presentó una medición complementaria y no comparable, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM). Según el IPM, en 2024 el 18,9% de la población residente en Uruguay era pobre.
Este nuevo indicador incluye cinco dimensiones: educación, condiciones habitacionales, servicios básicos, protección social y empleo. A través de 15 indicadores —tres por dimensión—, identifica privaciones en los hogares. Para encontrarse en situación de pobreza, un hogar debe tener privaciones en al menos dos dimensión (es decir, privación en al menos cuatro indicadores).
Según el INE, más de un tercio (33,7%) de la población padecía al menos una privación. El 46% tuvo años de escolaridad insuficientes, mientras que 29% presentó privaciones en el indicador de informalidad y 13% en el de hacinamiento.
El IPM también mide conjuntamente la cantidad de personas en situación de pobreza y la cantidad de privaciones que experimentan las personas, de forma que da una medición que abarca a unos y otros. La combinación de ambas cantidades muestra un valor de 0,064, según el INE.
Dimensiones
A la hora de identificar privaciones en la dimensión de educación, el indicador toma como pobre a aquellos hogares en los que hay al menos una persona —de entre 4 y 18 años— que no esté asistiendo a la educación obligatoria o que no haya finalizado la educación media. A su vez, la presencia de al menos un integrante de entre 9 y 20 años asistiendo a educación media o primaria o que se encuentre rezagado dos años es otra señal de una privación. El último indicador de educación son los años de escolarización, los cuales varían según la edad de las personas.
En la dimensión de empleo, la presencia de al menos un integrante del hogar mayor de 18 años que sea un ocupado informal, que sea desempleado hace cuatro semanas o más, o subempleado indican la privaciones en esa dimensión.
Son indicadores de privaciones el hecho de que más de dos personas compartan una misma habitación para dormir, que la vivienda se inunde, tenga peligro de derrumbe u otras carencias en sus materiales, así como que la familia sea propietaria de la vivienda pero no del terreno o que ocupe la vivienda sin permiso del propietario.
El acceso a ciertos servicios básicos del hogar también es una dimensión que considera el INE para evaluar la pobreza por este enfoque. El no contar con acceso a Internet ni fuentes de energía para calefaccionar la vivienda son indicadores de privaciones. También se considera el no contar con servicio sanitario o tener uno pero no exclusivo del hogar, así como la falta de saneamiento.
Son indicadores de privaciones asociados a la protección social: contar con un mayor de 65 años que no cobra jubilación ni pensión —sin considerar a los adultos de entre 65 y 70 años empleados–; contar con mayores de 18 años en el hogar que no buscan trabajo debido a que están imposibilitados a trabajar por tareas domésticas o por el cuidado de niños o personas dependientes, y la presencia de al menos un menor de 18 años no cubierto por la seguridad social.
El porcentaje de personas pobres en la nueva medición multidimensional fue de 15,1% en Montevideo y en el interior ascendió a 21,4%. En cambio, el porcentaje de la población con privaciones resultó similar (34,5% y 33,4%, respectivamente). De esa forma, el IPM resultó ser más elevado en el interior (0,071) que en la capital (0,052).
Educación e informalidad
“La pobreza multidimensional nos está diciendo que hay un 18% de personas que no estarían llegando por distintas trabas” a “construir un plan de vida y ejecutarlo”, y que la traba principal es la educativa, explicó en diálogo con Búsqueda el economista Matías Brum, especializado en estos temas. Según él, eso indica que “urge hacer una reforma en el sistema educativo para poder atacar esos problemas”. Reforzó: “Ahora es el INE el que nos dice que tenemos un problema con la educación”.
Agregó que, en general, los indicadores de pobreza multidimensional dan siempre peor que la pobreza por ingreso porque consideran otras dimensiones. “Dio el doble del de ingreso, es una cosa razonable de esperar”, dijo.
Para Brum, el IPM es un “buen indicador en términos de semáforo de cuáles son las prioridades: educación, informalidad y hacinamiento”. Añadió: “El elefante en la habitación es la educación: el 45% de las personas tiene algún problema en esta dimensión.
El segundo problema en importancia, según el economista, es la informalidad, que si bien está en niveles bajos desde una mirada histórica, existe “un combo perfecto para que la pobreza multidimensional se siga reproduciendo”. Explicó que quienes trabajan sin aportar a la seguridad social más adelante van a pasar a ser personas que no tienen pensión, que también son pobres en esta medición. “Hay vínculos en el tiempo entre las dimensiones de la pobreza que lo que te dicen es que bajar la pobreza multidimensional es una cosa mucho más difícil de lo que es bajar la pobreza monetaria”, agregó.
A la hora de enfrentar esta problemática, el académico reconoció que existe un piso del cual no se va a poder salir. “Los países desarrollados también tienen informalidad, hay trabajos que no son formalizables”, dijo. En consecuencia, sugirió extender algunos beneficios de la seguridad social para los trabajadores unipersonales, “que no tienen seguro de paro, de enfermedad, maternal”, más allá de que no tengan una jubilación. Insistió: “Tratar de encontrar un sistema por el cual podamos darles alguna clase de seguridad social instantánea (prestaciones) a los unipersonales para que los que pueden se registren y bajar un poco más la formalidad”.
Reconoció que existe un componente de la informalidad que pasa por “la inspección pura y dura, y la desarticulación de empresas. Después tenés casos particulares por departamentos y sectores, para los cuales habría que elaborar planes de formalización que liguen fiscalización con concientización”.