—Lo anteceden, durante la última administración, las gestiones de Aníbal Dutra y de Gerardo Eguren. Una fue muy cuestionada, en la que se habló de “caos asistencial”, y la otra buscó sobre todo tapar agujeros. ¿Comparte esa visión generalizada?
—Sí, totalmente. Creo que esa primera gestión fue de muy poca presencia. En la segunda hubo algo más, pero no se pudo levantar el ánimo. También hubo una pandemia que duró mucho, hay que decir. Ha faltado en este tiempo más recorridas del hospital y más acercamiento a los funcionarios. Pero prefiero decir qué es lo que haremos nosotros: queremos ser una dirección de puertas abiertas, de escuchar mucho y de ir a los servicios.
—¿Qué tan grande es hoy la lista de espera quirúrgica? Ese es un problema histórico del Maciel.
—Entre 300 y 400 operaciones. Hay que considerar varios aspectos, como la actualización. Hay gente que figura ahí desde el año 2019, lo que no puede ser real. Capaz que se operó en otro lado o ya no se va a operar. De todas formas, este es uno de los hospitales donde más se opera: 14 cirugías programadas al día.
—¿Qué es el Maciel? ¿El buque insignia de ASSE?
—No me gusta esa definición. Es cierto que somos un centro de referencia, pero también está el Hospital Pasteur, que ha crecido mucho. Sí creo que el Maciel tiene su propia personalidad y que en algún momento sí marcó una diferencia muy grande con el resto, pero que de alguna forma se desaceleró. Pero es el que tiene más IMAE (Instituto de Medicina Altamente Especializada), tres: el Centro de Trasplante de Médula Ósea, con resultados clínicos excelentes, y un centro diurno proyectado, el de Hemodiálisis Crónico, que también trabaja de noche, y el de Diálisis Peritoneal. También hay nueve especialidades quirúrgicas. Es el hospital con más servicios, como el de neurocirugía, solo por nombrar uno, y en cuyas estructuras funcionan seis cátedras de la Facultad de Medicina.
—Hay un tema que siempre sobrevuela al Maciel. Además de lo de Dutra, la gestión de Álvaro Villar, en el último gobierno del Frente Amplio, fue por un lado elogiada por la “Actitud Maciel”, pero por otro hubo denuncias de vínculos tensos con parte del personal y algunos colaboradores sumariados. Uno de ellos fue Pablo Vera, que ahora está de nuevo en el Maciel con usted...
—(Interrumpe) En el caso de Vera, que hemos reincorporado como administrador, que conoce el hospital como muy pocos, no llegaron a nada esos sumarios. Quedaron como faltas leves o directamente fueron desestimadas. No tuvieron una implicancia legal. Por eso lo convocamos.
—Bueno, pero estuvieron esas denuncias sobre Villar, sobre Dutra. Luego Eguren tuvo problemas con el angiógrafo y el tomógrafo…
—(Interrumpe de nuevo) (Eguren) Hizo lo que pudo en dos años, no había venido con un plan de cinco años.
—Como sea, ¿usted sabe dónde está sentado?
—Sí, sí, por supuesto. Por ahí son más los riesgos que los beneficios, pero existe un compromiso con el hospital y con la gente, que hace que uno termine decidiendo más por lo emocional que por lo racional. Más allá de mi inclinación, no he estado involucrado en la política, ni siquiera la universitaria o del Sindicato Médico del Uruguay (SMU). Sí tengo el respaldo de Álvaro Danza.
—¿Qué pasó con el angiógrafo? ¿Está funcionando?
—Sí, está funcionando y muy bien. Pasó de 220 procedimientos en 2020 a 540 en 2024. En el medio hubo una pandemia, repito. Son procedimientos complejos, neurointensivismo, cerrado de aneurismas, procedimientos endovasculares complejos. Es la actividad que más ha aumentado en estos tiempos. Todavía tiene margen para crecer. Lo mismo sucede con el tomógrafo, que hoy es una herramienta diagnóstica de primera mano.
—¿Ya sabe cómo será la sinergia con el Hospital del Cerro?
—Tenemos prevista una reunión con sus autoridades. Habrá que tener una sinergia, porque el Hospital del Cerro no tiene tomógrafo y es muy difícil recibir a un politraumatizado —como los de accidentes en ruta, ahí en los accesos a Montevideo— sin él.
—¿Su puesta en funcionamiento, a fines de 2023, no alivió a la Emergencia del Maciel?
—No, alivió otro tipo de cirugías, de urgencia, apendicitis, patologías de vesícula, heridos de bala, pero no la atención a politraumatizados, accidentes de ruta, esas que precisan cirujano, neurocirujano o traumatólogo, que sí hay acá. Es una definición que va más allá del Maciel y del Hospital del Cerro, que es cómo la Regional Sur (de ASSE) define las estrategias. Obviamente que en paralelo tenemos que ir trabajando con el Hospital del Cerro, porque es el hospital más cercano.
—¿Piensa en sinergias con otros centros? ¿El Clínicas, el Pasteur?
—Bueno, con el Pasteur hay complementaciones con determinadas prestaciones específicas. Hay cosas que se hacen allá que no se hacen acá y viceversa. Con el Clínicas hay mucho camino para andar y trabajar juntos, es un momento de fortalecer alianzas. Filosóficamente, no estoy de acuerdo con contratar un servicio en un privado si lo tiene el Clínicas. Hay que complementar ahí y vamos a reunirnos con la dirección del Clínicas.
—Otro problema histórico: ¿los trabajadores se sienten seguros en la Emergencia del Maciel? Hay 100, 120 consultas por día y algunas tienen características particulares. Vienen desde las cárceles, en febrero estuvo y se fue el Betito Suárez luego de ser baleado en el Cerro.
—Ese tema trasciende a toda la sociedad y la salud no es ajena. Uno de nuestros objetivos es elaborar un protocolo de seguridad con la comisión interna del hospital. Eso es imprescindible
—Sigo con las cuestiones históricas: ¿cuántos pacientes sociales tiene el Maciel? Según sus datos, acá hay 18 ingresos y 17 egresos diarios.
—Unos 30, entre el 10% y el 15% de nuestra población. Creo que estamos en los valores más altos que nunca. Estamos trabajando con ASSE en el tema y tenemos prevista una reunión con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), porque esto está también en su órbita o la de (el Ministerio de) Trabajo. Está el (Hospital Geriátrico) Piñeyro del Campo, que no da abasto. Pero algo hay que hacer cuando las redes sociales del paciente son flojas, porque son pacientes que a veces están tanto tiempo que se vuelven a enfermar, colonizados por bacterias resistentes, quedan en aislamiento.
—¿Cuántas camas tiene el Maciel?
—En total hay 274 camas. El CTI tiene 24, con una planta física excelente, iluminada y con las medidas de bioseguridad necesarias. Dadas las necesidades de ASSE, podría ser un desafío aumentar ahí el número de camas. Hay para crecer, pero hay que ver qué espacio se les saca a otros servicios.
—¿Con qué presupuesto va a contar?
—Seguramente menos de lo que me gustaría. El último año fue de $ 800 millones. Según la contadora, si se consideran deudas anteriores, tendríamos que contar con $ 1.300 millones.
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Javier Calvelo / adhocFOTOS
—¿Qué ha pasado con el plan de salud mental? Se había hablado mucho de él en la gestión pasada, había un centro diurno proyectado por la calle Lindolfo Cuestas.
—Ese es un tema altamente complejo, sin duda, creciente. Tenemos internación, donde contamos con poca capacidad. La idea que tenemos para ese sector es enfocarlo como un centro diurno para rehabilitación. Ese es el pilar clave del enfoque en salud mental, a mediano y largo plazo. Por ahora no hay un área grande de salud mental, se la tendría que sacar de otro servicio. No sería una operativa nueva, atención. El Maciel fue absorbiendo, por ejemplo, mucha de la traumatología del país.
—Más allá de que su población es la más vulnerable, al tener IMAE, tecnología y especialistas de buen nivel, ¿no hay un plan para venderles servicios a privados? ¿Mutualistas, seguros, particulares?
—Eso es bueno, porque hemos hablado mucho de las debilidades… Acá hay servicios de excelencia. Y también hay excelencia en lo no tangible, porque muchas veces la medicina está muy visualizada a través de la tecnología y se valora poco el conocimiento, la discusión, el valor agregado que es que para un paciente complejo discutan cinco referentes nacionales de esa enfermedad, como sucede acá. Yo no descarto la venta de servicios, en la cirugía bariátrica, en diagnósticos por tomógrafo, tendríamos que salir a mostrarlo más. Hoy hay muy pocos clientes privados y están las condiciones dadas para hacerlo. En términos reales, considerando los IMAE, el 20% del presupuesto podría provenir de la venta de servicios. Hoy es mucho menos.
—¿Queda algo de la tan mentada “Actitud Maciel”? Esa fue una marca de este lugar.
—Ese es un objetivo nuestro, sí. Cuando hablamos de levantar la moral de los trabajadores, hablamos de retomar, sí, ese sentir. Hoy creo que estamos en una etapa de mucha expectativa por parte de los funcionarios. A través de ellos, nos debemos a los pacientes.