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    Álvaro Danza: “Tengo el respaldo de no tener ninguna empresa que le venda servicios a ASSE”

    El designado presidente del mayor prestador de salud aspira a suprimir el clientelismo y mejorar la calidad asistencial, hoy “deteriorada” a fuerza de gestión

    El médico internista Álvaro Danza recibió “con mucha sorpresa, responsabilidad y preocupación” el ofrecimiento de la ministra de Salud designada, Cristina Lustemberg, para presidir la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) en el próximo gobierno. La respuesta la meditó con su círculo más cercano, incluyendo esposa e hijos. Dos semanas duró en dar el sí.

    “Sinceramente, no lo esperaba. No soy de las personas de llamar para buscar una ubicación, un trille que se hace mucho en política”, dice este docente grado 5 desde su oficina en el Hospital Pasteur, como profesor titular de Clínica Médica de la Facultad de Medicina, de la Universidad de la República. Mantener ese cargo, aunque reduciendo su carga horaria, fue una de las cosas que pidió para aceptar. También seguirá como director de la Revista Médica del Uruguay, que es un puesto “científico y honorario”, precisó. Sí dejará de ser el jefe del Departamento de Medicina Interna de la Asociación Española.

    Una vez tenga la venia parlamentaria, este integrante del IR, sector que conforma El Abrazo, espacio liderado por la futura ministra Lustemberg, estará al frente del mayor prestador de salud del país, con casi 1,5 millones de usuarios, en el que se atiende la población más vulnerable. Su equipo estará integrado por Daniel Olesker en la vicepresidencia, Marcela Cuadrado como vocal y Federico Martiarena (director del Pasteur) como gerente general. Y resalta como una de sus fortalezas al frente de un monstruo que, sea el gobierno que sea, siempre parece tener una nube de presuntas irregularidades sobrevolando, que no está vinculado a “ninguna empresa” que le pueda vender servicios.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda este médico de 47 años.

    —¿Se ha contactado con las actuales autoridades de ASSE? ¿Comenzó la transición?

    —Aún no hemos empezado ese proceso. No se ha concretado por temas de agenda, nada que ver con falta de voluntad. Al contrario, en las conversaciones que he tenido con (el presidente de ASSE, Marcelo) Sosa, se ha manifestado absolutamente abierto, simplemente han coincidido las licencias y por ese motivo no empezamos. Tenemos la expectativa de comenzar la semana que viene.

    —¿No es como poco tiempo, tomando en cuenta la magnitud de ASSE y el cambio de mando el 1º de marzo?

    —Puede ser, pero también es cierto que el inicio de nuestras funciones es posterior al primero de marzo, porque requiere venia parlamentaria con tres quintos del Senado.

    —¿Qué información tiene sobre cómo está ASSE?

    —Los datos que tenemos son los que están publicados en la web de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y del Ministerio de Economía y Finanzas. Tenemos alguna otra información de contactos informales, oficiosos, pero datos oficiales no tenemos todavía.

    —A mediados de enero dijo en rueda de prensa que la deuda de ASSE asciende a $ 4.500 millones, más de 10 veces más que como la dejó el Frente Amplio en 2019. ASSE contestó que iba a dejar una deuda similar, quizá un poco mayor, pero con obras. ¿De dónde sacó esas cifras?

    —De esos contactos oficiosos, proveedores de servicios, laboratorios, muchas empresas muy preocupadas que se han contactado con nosotros y nos han manifestado distintas magnitudes de deudas. Hay dos conceptos a diferenciar: una cosa es la deuda flotante, lo que se paga en el año 2025 con presupuesto asignado del año 2024, que podrá ser de mayor o menor entidad, y la deuda real, que no tiene un presupuesto que lo pague. Eso lo voy a tener que sacar del dinero que me venga en 2025. Aparentemente, según esos datos oficiosos, esa sería la deuda no flotante. Pero hay que tener en cuenta dos cosas: aún no hay datos oficiales y el gobierno actual no terminó. Ellos dicen que tendrán los datos de deuda más afinados a mediados de febrero.

    —En conferencia de prensa, Sosa dijo que el gobierno que viene encontrará una ASSE más “potenciada”. El diputado electo Federico Preve, del Frente Amplio, dice que está “deteriorada” y “defundada”. ¿Cómo la espera usted?

    —A ver, mejor no está bajo ningún concepto. Está, en nuestra opinión, peor que en el año 2020. Se ha deteriorado la calidad asistencial. La calidad asistencial se puede percibir con indicadores cualitativos o cuantitativos. Los cuantitativos se pueden modificar o ajustar de acuerdo a muchas circunstancias. Es verdad que hubo pandemia, que la pandemia provocó desempleo y dificultades socioeconómicas en la población más vulnerable en particular. Pero igualmente se está peor, las estructuras edilicias están peor, se ha disminuido el mantenimiento, el equipamiento está más deteriorado, el acceso a los medicamentos es crítico, el primer nivel de atención se desarmó significativamente y las políticas de salud mental han sido extremadamente pobres. ¿Cómo puede explicarse que haya listas de espera tan grandes para la consulta con un profesional de salud mental? ¿Cuántos niños en situación de vulnerabilidad están esperando para ser atendidos, para que se controle el crecimiento, para asistir a psicopedagogo o fonaudiólogo? Los números se pueden presentar de muchas maneras, pero la realidad se da de bruces con ellos: a la gente le cuesta horrores conseguir consulta con un médico y todos los medicamentos en una misma farmacia. La realidad dista de ser excelente y en este momento es preocupante.

    Álvaro Danza
    Álvaro Danza

    Álvaro Danza

    —Sobre el legado que queda, ¿qué opinión le merece el Hospital del Cerro?

    —Hoy está construido, está funcionando y hay que mantenerlo dando una buena calidad asistencial a la población de la zona. Vino para quedarse, no tiene vuelta atrás. Lo que hay que mejorar de forma muy importante es la coordinación, especialmente con el Hospital Maciel, de forma tal que los problemas de la gente que ahí se atiende puedan ser contenidos a ese nivel, a veces resueltos, y que las cuestiones más complejas puedan ser rápidamente transferidas al Maciel.

    —Hablaba del Maciel, ¿y la sinergia con el resto del sistema?

    —El Clínicas tiene que funcionar plenamente integrado a la red de ASSE, lo hablamos con su director (Álvaro Villar). Es un proceso complejo, hasta ahora infructuoso, con idas y vueltas, pero la alianza estratégica y de complementación se va a consolidar en estos próximos cinco años. ASSE debe funcionar toda integrada, con hospitales grandes de referencia nacional (Maciel, Pasteur, Pereira Rossell) donde las distintas regiones pueden confluir. También hay centros hospitalarios en el interior (Tacuarembó, Salto, Rivera con un proyecto binacional, Colonia, Maldonado, Las Piedras) que hay que fortalecer y reflotar. Nuestra idea es hacer una fuerte apuesta a la regionalización de ASSE para que las regiones Norte, Sur, Este y Oeste funcionen de la forma lo más autosuficiente posible, que la mayoría de los procesos se puedan resolver ahí.

    —Yendo a un tema más político, ¿qué opinión le merecen las últimas presupuestaciones al amparo de la Rendición de Cuentas 2023?

    —No tengo los números oficiales de cuántos se han presupuestado, pero sí sabemos que habrá más. Hay dos cuestiones. Una es una razonable expectativa de trabajadores médicos y no médicos de ingresar al Estado y, por otro lado, una presupuestación de personal que podría ser de confianza de este gobierno. Ahí podríamos tener diferencias, habría que analizar cuántos son. De todas maneras, nosotros partimos de la base de que en la presupuestación de quienes no desempeñan tareas asistenciales hay gente valiosa, responsable, trabajadora, honesta, que quiere dar lo mejor de sí para trabajar en el Estado.

    —Parece un tema endémico. El diputado electo Preve habla de clientelismo en un 16% de las presupuestaciones y Sosa responde que el FA hizo lo mismo, hablando del ingreso entonces de 160 cargos de confianza.

    —A ver, eso es relativo. Nuestra aspiración es evitar los clientelismos y asegurar que la función pública sea ocupada por gente competente, formada y con vocación de servicio. Eso lo hemos hablado con (el presidente electo, Yamandú) Orsi: suprimir toda forma de clientelismo. Ojalá lo logremos, es una aspiración sincera y real.

    —ASSE tiene casi 1,5 millones de usuarios. Según el Observatorio del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), ellos hacen menos consultas médicas, tienen menos cirugías coordinadas y acceden menos a servicio de diagnóstico y tratamiento. Las mutualistas gastan 16% más en medicamentos por usuario que ASSE. ¿Cómo se soluciona esta inequidad?

    —Hay dos cuestiones claras para este quinquenio. Una aspiración es que el gasto por usuario en el sector púbico y el privado tienda a igualarse. Otra: hay que gestionar mejor ASSE, un gigante con 30.000 funcionarios. Y al mejorar profundamente el gasto por usuario y la gestión, vamos a mejorar la calidad de atención de la gente, el acceso a las prestaciones y el acceso a los tratamientos.

    —¿Por qué los usuarios consultan menos que lo que deberían?

    —Hay problemas de acceso, hay dificultades para acceder a los médicos, hay listas de espera grandes. Siempre hay más dificultad en el acceso a la salud de las poblaciones más vulnerables. Para mí, eso se soluciona con más eficiencia en la gestión.

    —¿Puede dar un ejemplo?

    —Un ejemplo claro tiene que ver con la gestión de los medicamentos, que para nosotros es algo crítico y que tenemos que afrontar ya en este primer semestre. Hoy, cada unidad ejecutora tiene su propio listado y hace su propia compra de medicamentos. Eso, al haberse descentralizado, genera desabastecimiento. Puede ocurrir que un paciente necesite un conjunto de medicamentos, de los cuales algunos están acá, otros allá y algunos en otro lado. Esa es una barrera de acceso, porque si yo para conseguir los medicamentos para mis enfermedades tengo que recorrer tres o cuatro lugares, usar tres ómnibus y perder toda una mañana, una tarde o un día, o más de uno, con el riesgo de que en algún lugar no haya, me quedo sin el tratamiento y todo ese tiempo perdido. Eso es un problema de gestión. Hay que centralizar la compra de los medicamentos, como se hizo en el gobierno del Frente Amplio, para que eso se traduzca en un mejor acceso. Hoy, además, hay severos problemas en los sistemas de información, no están interconectadas todas las unidades ejecutoras. No es posible que en esta era de información, conocimiento y desarrollo tecnológico tengamos sistemas informáticos en ASSE que no dialogan entre sí.

    —Sobre los medicamentos, esta administración dijo que se invirtió como nunca en ellos.

    —Y gastaron como nunca, gastaron mal, por no haber compras centralizadas. Vos no vas a las policlínicas de tu prestador privado a llevarte lo mismo de un lado y otro. Es elemental lo que estamos diciendo.

    —¿Le reconoce algo a la actual administración?

    —Si uno pone en la balanza, pesa más lo negativo que lo positivo. Pero hay cosas... al Hospital del Cerro lo consideramos importante y lo vamos a mantener. La refacción del Claveaux, el ex Hospital Filtro, es algo a considerar. Hay una apuesta a la telemedicina, muy embrionaria, que resultó interesante. El aumento de camas del CTI está bien, pero también hay que tener buenos recursos humanos que los gestionen. Lamentablemente ASSE sigue comprando camas de CTI afuera, volcando dinero a los privados. Eso es algo que tenemos que revertir.

    —¿Y sobre las ambulancias? Las autoridades actuales subrayan la expansión de SAME 105, pero el Tribunal de Cuentas ha observado las compras a empresas como ITHG y Solidar, con las que ahora se apunta a un convenio marco.

    —No estoy empapado como para hablar.

    —Pero sabrá que siempre en ASSE hay vínculos que hacen ruido. En esta administración estuvo ITHG y las compras al Círculo Católico, de donde provenían el expresidente (Leonardo Cipriani) y el ex gerente general (Eduardo Henderson). En anteriores gestiones del Frente Amplio, cuando lo presidía Susana Muñiz, hubo una polémica con la contratación de ambulancias en el Hospital de Bella Unión, con una empresa en la que estaban involucrados cargos de confianza. Esa misma dirección fue removida por el presidente Tabaré Vázquez cuando el entonces vicepresidente de ASSE (Mauricio Ardus) había contratado como secretaria a la novia de su hijo. Siempre parece haber una nube arriba.

    —Hay que hacer una gestión transparente. Ningún funcionario con empresas le puede vender servicios al Estado, pero entonces es como dice (el expresidente de la Junta de Transparencia y Ética Pública, Ricardo) Gil Iribarne: está lo que no se puede hacer, que es obvio, y lo que se puede hacer pero está mal hacerlo. Yo no puedo armar una empresa a nombre de un familiar, o lo que sea, y ofrecerle servicios a ASSE. Está mal, punto, aunque desde lo formal pase. ASSE no ha estado exenta, ni en este gobierno ni en los anteriores, de errores, desaciertos, manejos inadecuados, a veces por inexperiencia, a veces con intenciones equivocadas. Es algo que tenemos que revertir drásticamente.

    Álvaro Danza
    Álvaro Danza

    Álvaro Danza

    —¿Usted pensó en estos antecedentes a la hora de aceptar el cargo?

    —Totalmente. ¡Puedo asegurar que no voy a vender ningún servicio a ASSE! ¡Lo digo como algo importante! Lo del Círculo Católico... Saltó a la vista una transferencia de recursos realmente importante de ASSE hacia el Círculo Católico, cuando dos personas llegaron a la Administración desde ahí. Olvídemonos de los montos, de las sumas. Es algo preocupante. Y es el mismo prestador que luego adquiere el sanatorio de Casa de Galicia, edificio que hoy aloja y recibe y ofrece prestaciones por las que ASSE paga y ASSE perfectamente podría ofrecer. Es algo llamativo.

    —¿Está conforme con el equipo que lo acompaña en ASSE? ¿Lo eligió?

    —Muy conforme. Tuve incidencia, sí, con apoyo de Cristina (Lustemberg) y de Orsi.

    —¿Y tuvo algo que ver con que se bajara el nombre de Susana Muñiz? Su nombre se barajó como vocal, antes que Cuadrado.

    —No, para nada.

    —¿Se siente respaldado?

    —Tengo el respaldo especialmente de la ministra Lustemberg, del presidente Orsi y de su equipo cercano. Pero más allá del político, tengo el respaldo de mi profesión, de mi formación y de no ser dueño de ninguna empresa que le venda servicios a ASSE.