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    La inteligencia artificial en educación tiene una “pista de aterrizaje” en Ceibal y en la currícula de Uruguay

    “Los niños y niñas que están ahora en las aulas uruguayas serán las personas que escriban los futuros algoritmos”, dice la experta española Amaia Arroyo Sagasta, quien considera “preferible” educarlos para desarrollar su competencia digital que “prohibir” el uso de estas tecnologías en clase

    Una mejor infraestructura tecnológica “no asegura la mejora educativa” ni tampoco la integración de la inteligencia artificial (IA) implica “una sustitución de la tarea docente” en el ámbito de la enseñanza. Sin embargo, la tecnología moderna ofrece “nuevas posibilidades” en beneficio tanto del alumnado como de los educadores, por lo que “la mejor inversión” es aquella que se haga en formación docente. De estas premisas parte la experta española Amaia Arroyo Sagasta, doctora en Comunicación y Educación y maestra de Educación Especial, al hablar sobre el impacto de la IA sobre el trabajo en las aulas.

    “Uruguay ya tiene mucho camino recorrido en tecnología y pedagogía. La llegada de la inteligencia artificial tiene aquí una potente pista de aterrizaje en el impulso que hace Ceibal en temas de integración de la tecnología digital en la educación y también en los contenidos curriculares, referidos al pensamiento computacional y la robótica”, dijo a Búsqueda Arroyo Sagasta, profesora e investigadora de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Huhezi) de Mondragon Unibertsitatea, País Vasco.

    Cuando se producen “cambios a gran escala y con tanta rapidez, los seres humanos solemos temer lo peor, y es fácil aceptar la idea de que la IA acabará con los puestos de trabajo”, contó la especialista, para quien en el debate en torno a la tecnología y la educación, suele darse “una visión distorsionada y polarizada”.

    Acaso por eso insiste en que “no es la herramienta lo que más importa —ya se llame ChatGPT, Deepseek, Gemini, Copilot, Claude o Perplexity; todos ejemplos de IA generativa (Gen IA) aplicada a la educación—, sino “las implicaciones, oportunidades, desafíos y necesidades” que genera la novedad tecnológica en docentes, alumnos, familias y demás actores de la enseñanza. La experta invitó a superar “ansiedades, dudas y miedos” con información.

    “Los niños y niñas que están ahora en las aulas uruguayas serán las personas que escriban los futuros algoritmos, que desarrollen las futuras herramientas, tecnologías, etcétera; seguramente, basadas en inteligencia artificial”, dijo.

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    Amaia Arroyo Sagasta, experta en Inteligencia Artificial y educación, en la Escuela de Verano de Ceibal en febrero de 2025

    Amaia Arroyo Sagasta, experta en Inteligencia Artificial y educación, en la Escuela de Verano de Ceibal en febrero de 2025

    La especialista consideró “preferible” educarlos hoy para desarrollar su competencia digital que “prohibir” el uso de estas tecnologías en el aula. “No podemos crear un gueto en el cual aquí y ahora no se utiliza la IA para que luego, cuando los alumnos se hagan mayores y tengan sus trabajos, se topen con ella, en un mundo altamente digitalizado y dependiente de los algoritmos”, razonó.

    Según la experta española, la cultura uruguaya se “destaca por una visión humana, de equidad y de justicia social, de entender la integración como un derecho de todo ciudadano”. Esa, dijo, “es una diferencia con la mirada europea, que se centra más —dicho en modo muy general—, en una perspectiva de empleabilidad o de dar respuesta a las necesidades del mercado”.

    Arroyo Sagasta visitó Montevideo la semana pasada para dar la conferencia Inteligencia y educación, una mirada compleja, en el marco de la séptima edición de Escuela de Verano, un congreso organizado por Ceibal. Allí expuso sobre sus líneas de investigación: la competencia digital en educación, los entornos y ecosistemas de aprendizaje, el diseño tecnopedagógico y la visión crítica de la innovación educativa con perspectiva ética.

    Docentes, entre la tecnofobia y la tecnofilia

    Hace ya más de tres años que los chatbots —programas informáticos que simulan conversaciones con usuarios humanos— empezaron a usarse en educación. Pero fue con la apertura pública de ChatGPT (chat transformador generativo preentrenado, en su traducción al español), un chatbot que emplea un “modelo amplio de lenguaje” y predictivo, que se extendió el uso de la IA en el aula y fuera de ella.

    Esto significó “una auténtica revolución, disruptiva y rompedora” de las formas de comunicación, información y creación de conocimiento, aseguró Arroyo Sagasta. Para esta especialista, la Gen IA —tecnología que permite crear contenido, como textos, imágenes, audio y vídeos, y que incluye chatbots— plantea un dilema en el ámbito creativo, extensivo al educativo. Así lo expuso el martes 18 en su conferencia ante decenas de docentes uruguayos convocados por Ceibal.

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    Amaia Arroyo Sagasta, experta en IA, en la Escuela de Verano de Ceibal en febrero

    Amaia Arroyo Sagasta, experta en IA, en la Escuela de Verano de Ceibal en febrero

    En diálogo con Búsqueda, Arroyo Sagasta asumió, también como profesora, que existe un temor “natural” a que la nueva tecnología llegue a sustituir la tarea docente, ya que “pone en jaque” varias actividades ligadas al trabajo en clase, al seguimiento de aprendizajes y a la evaluación de los alumnos, mediante tutores, asesores, calificadores, navegadores curriculares y traductores.

    Sin embargo, aseguró: “La adaptabilidad —ni el rechazo de los cambios tecnológicos o tecnofobia, ni su defensa a ultranza o tecnofilia—, es la mayor habilidad a tener para seguir siendo relevantes” como docentes.

    “La IA no está aquí para reemplazarnos; si se usa de manera inteligente y responsable, puede mejorar muchísimo nuestra tarea”, dijo. Esta “toma de conciencia crítica” sobre la tecnología, sostuvo, implica “alfabetización, formación y reflexión”, lo cual requiere “tiempos y espacios establecidos; esto es: políticas educativas para adaptar el sistema a una realidad que ha venido para quedarse”.

    La Gen IA como un “estupendo copiloto”

    Aunque Arroyo Sagasta no niega que la Gen IA conlleva ciertos “riesgos”, destaca que ante todo “ofrece un amplio espectro de posibilidades” para impulsar “una colaboración sin precedentes” entre humano y máquina. Ahí introduce el concepto de “sinestesia creativa” como “la mezcla armoniosa del juicio humano con los mecanismos que ofrece la IA en el desarrollo de nuevas experiencias creativas”.

    El docente “debe entender que de ahora en adelante no es que vaya a delegar totalmente su labor —ni siquiera su creatividad— en una máquina, sino que gracias a esa máquina, probablemente sus ideas iniciales puedan avanzar por caminos que ni siquiera imaginaba”, resumió. Y remarcó: “¡Ningún algoritmo puede reproducir la empatía, la creatividad y la pasión que un docente aporta a sus alumnos! Pero sin duda puede amplificar esas cualidades y ser un estupendo copiloto”.

    Al señalar los aspectos positivos de la IA, aludió a “la personalización”, entendida como la posibilidad de contar con plataformas de aprendizaje adaptadas a las necesidades de los alumnos, y a las “herramientas de asistencia” o “copilotaje” para mejorar la tarea docente “sin perder el sentido humano”.

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    Amaia Arroyo Sagasta, experta en IA, en la Escuela de Verano de Ceibal en febrero

    Amaia Arroyo Sagasta, experta en IA, en la Escuela de Verano de Ceibal en febrero

    La experta auguró que “la evolución será gradual”. A corto plazo, la IA ayudará a los docentes a “crear planes de clase, encontrar ejemplos ilustrativos y generar exámenes adaptados al alumno”. A su vez, dijo, los problemas personalizados servirán para “combatir las trampas de toda la vida” como el tradicional “copio y pego”.

    Entre los los aspectos negativos, la experta destacó, en primer lugar, “el impacto en el medio ambiente”, por los recursos naturales que consumen estas tecnologías, y se refirió a la posible dependencia que la IA pueda generar en la comunidad educativa, junto a “la estandarización de contenidos” por tratarse de herramientas entrenadas en modelos generales, aún no adaptados a localismos.

    En cuanto a la ética y la responsabilidad, indicó que la Gen IA presenta “grandes limitaciones” para entender cabalmente el contexto y puede perpetuar “sesgos erróneos” a través de sus algoritmos. “Hay que comprender que esto no es magia sino que detrás hay un algoritmo con sesgos, que funciona por probabilidad y que lo mejor es ser crítico respecto a la herramienta”, apuntó, y aludió a la necesidad de capacitar sobre cómo usarla en los procesos educativos.

    “Sería muy interesante abordar todo esto desde la formación inicial del profesorado, porque entonces estaríamos dando una base que luego les permita estar un poco más holgados en la formación continua”, dijo.

    Por otro lado, advirtió sobre el peligro de que se formen “centros gueto” y que los avances que permite esa tecnología se vuelvan “de acceso restringido a una élite”. Sin embargo, al mismo tiempo resaltó que “con IA, los docentes pueden detectar cuándo un estudiante tiene dificultades y darle el apoyo que necesita en tiempo real, muchísimo antes de que considere abandonar la escuela”.

    “Uruguay tiene dados pasos en firme para que ningún alumno o alumna se quede fuera. Vosotros aquí tenéis el pensamiento computacional ya en el currículum y hay planes muy adelantados en esta dirección”, cerró.