La pesquisa a cargo de la profesora Mels y un equipo de investigación —integrado por Solange De Lema y Marta Irigoyen, vinculadas al Consejo de Formación en Educación— empleó un diseño mixto, combinando la recolección de datos cuantitativos y cualitativos para obtener una mirada “integral” sobre el bienestar docente y sus determinantes.
Este informe fue elaborado con base en el proyecto ¿Cómo promover las habilidades socioemocionales y condiciones para el bienestar docente?, financiado por el Fondo Sectorial de Educación–CFE Investiga de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y el Consejo de Formación en Educación (CFE) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
El bienestar docente “engloba las evaluaciones afectivas y cognitivas”, en términos de satisfacción y realización del potencial del docente sobre las distintas áreas de su vida, incluida la esfera laboral, explicó la encargada del estudio. Mels es de origen belga y tiene un doctorado en Ciencias Pedagógicas en la Universidad de Gante. En 2010 emigró a Uruguay, donde fue directora de Proyecto en el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (2015 y 2019) y trabajó, además, para Unicef y en consultorías para la Unesco.
Sobrecarga “altamente naturalizada”
A nivel mundial, el bienestar de los docentes está “profundamente relacionado con la calidad de su trabajo y los resultados de sus estudiantes”, y, por lo tanto, es de “importancia crítica” para la calidad y el futuro de la educación, señala el informe. Añade que, pese a la evidencia que respalda el rol central de los educadores para el aprendizaje y el rendimiento académico de los alumnos, la profesión está “desafiada por altas demandas”, falta de motivación, recursos y formación insuficiente.
La docente es considerada una de las profesiones “emocionalmente más demandantes”, condición que se ha complejizado a partir de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid-19. Los planteles de educadores deben adaptarse “de forma continua” a innovaciones pedagógicas, transformaciones curriculares, formatos y normativas, y, en paralelo, enfrentar los cambios sociales que impactan en el aula.
En el caso uruguayo, el estudio revela una “gran sobrecarga laboral” debido a la acumulación de tareas sociales, burocráticas y administrativas, para las cuales no fueron formados y sin que dispongan sobre los tiempos suficientes para ejecutarlas. Así lo destacan las investigadoras entre sus hallazgos centrales, y describen un contexto de escasez de recursos e infraestructura adecuada para atender las necesidades básicas.
Todos estos factores, junto con “una percepción de desprestigio de la profesión a nivel de la sociedad”, imponen una “firme presión” sobre la salud y el bienestar docente. De hecho, la percepción de sobrecarga y falta de recursos es la variable que mayor impacto tiene sobre la satisfacción laboral docente que refleja la encuesta nacional.
Según contó Mels, algo “muy identificatorio” del ejercicio de la profesión docente en Uruguay es que la “sobrecarga está altamente naturalizada”. Lo mismo pasa con “la falta de recursos”, lo que incluye materiales, tiempo y apoyos profesionales ante dificultades sociales que impactan en los centros educativos. La naturalización de estas condiciones “va más allá de los contextos críticos”.
“Hoy el docente hace mucho más que solamente dictar una materia o enseñar a niños. Su tarea es mucho más compleja, y el gran ejemplo de eso es el trabajo en torno a la convivencia escolar o las habilidades socioemocionales, para lo cual no está debidamente preparado y se encuentra ante una serie de tareas que no sabe hacer y que al final aprende por ensayo y error”, dijo Mels.
Una maestra de Montevideo que participó del estudio resume esa percepción: “Esto de que trabajamos 800 horas y encima llegamos a casa a hacerlo porque no hay un tiempo destinado para la planificación, pero, si no tenés planificación, sos un mal docente”. Y una colega suya, de Maldonado, completa: “Tenemos una sobrecarga de situaciones, no solo personales, sino de cada alumno; y, si tenés 25 situaciones personales..., llega un momento que te agota”.
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El rol social de los docentes y el estrés
Los centros educativos suelen jugar un rol central en las políticas estatales de bienestar e inclusión social, “imponiendo así exigencias adicionales” a su rol original. De acuerdo al informe, los docentes, sobre todo en educación primaria, asumen “roles” que muchas veces trascienden la enseñanza, atendiendo “necesidades sociales” que imponen una carga emocional y exceso de tareas.
“Con los niños que tienen tantas dificultades, hay como más trabas a la hora de poder resolver conflictos socioemocionales”, dice una maestra de Montevideo para el trabajo. Y sigue: “Más allá de las dificultades de aprendizaje propiamente cognitivas, todo lo que tiene que ver con el lugar donde vive el niño, las condiciones que se dan (...), que no tengan agua, que no tengan luz (...); vos tenés que estar: ‘Bueno, le consigo ropa, porque viene el invierno’. Y entonces ese niño viene y vos ves que está muerto de frío, porque no tiene campera, porque…”.
Las investigadoras detectaron “altos niveles de estrés, angustia y manifestaciones psicosomáticas”, producto de la sobrecarga de trabajo. “Somos seres humanos y obviamente que te afecta (la situación de algunos alumnos)”, dice una profesora de liceo, también de Montevideo.
Y agrega algo que le inquieta: “Es algo que a nivel teórico y de principios no estoy de acuerdo, pero lo hago todos los años y todos los meses: el asistencialismo. Compro meriendas. Porque no puedo ver a un chiquilín que me diga: ‘Profesora, no sé, ¿tiene algo?’ Y sé que está mal, que no lo debo hacer, no es mi función, no estoy solucionando; pero no puedo, no puedo...”.
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El estrés docente se manifiesta a veces en términos de angustia, frustración e impotencia o “en forma somática”, sigue el estudio. Muchos educadores reportan problemas digestivos, afecciones de la columna, la vista o la voz y trastornos de sueño, producto de sus condiciones de trabajo. “El uso de psicofármacos parece estar elevado en esta población (de maestros y profesores)”, indica.
Otra educadora de Montevideo resume esta sensación: “Uno empieza como (diciendo) ‘necesito ayuda, me siento mal, estoy angustiada, no puedo dormir, me despierto con dolor en el pecho; y a su vez, con todo eso vos tenés que seguir poniendo cara de ‘no pasa nada, chiquilines, acá estamos’”.
El poder de los vínculos socioafectivos
Los vínculos sociales en el centro educativo —con colegas, estudiantes, familias y directivos— son clave para el bienestar docente, señalan las autoras del informe, al tiempo que advierten que ciertas condiciones laborales dificultan la construcción de relaciones firmes y duraderas. Las condiciones de trabajo y formatos de contratación docente —como ocurre con el multiempleo— impiden la construcción de vínculos más fuertes y sostenidos en el tiempo.
Según el informe, el sentido de conexión socioafectiva con el centro educativo es la segunda variable que más impacto tiene sobre la satisfacción laboral docente. Por ello, para los docentes que trabajan en varios centros educativos en simultáneo, es más difícil lograr vínculos positivos con estudiantes, colegas y familias.
Ante este panorama, la promoción del bienestar docente en toda la trayectoria profesional es considerada una “prioridad” para asegurar la permanencia, el compromiso y el desarrollo profesional de los educadores, aparte de ser un derecho laboral. Las investigadoras señalan que los docentes de educación primaria reportan vínculos más positivos comparado con sus compañeros de media.
El informe liderado por la UCU concluye que “el bienestar docente es un asunto complejo, pero esencial para asegurar la calidad educativa”, y, en tal sentido, “requiere especial atención y un abordaje integral”. La investigadora Mels consideró “necesario que este tema sea urgentemente puesto en la agenda de los debates y las acciones de la educación” en Uruguay para “salir de la zona de la naturalización” de estas condiciones laborales y que el problema tenga mayor “injerencia” en los niveles de decisión política.
“De esto no estamos hablando. Cuando hablamos de la reforma de la educación, hablamos de cuestiones curriculares, pero no hablamos de la arquitectura de la profesión docente. Porque cualquier reforma curricular o educativa, en realidad, tiene que pasar por el docente, que es el que le da la cara a todo el sistema y el que tiene el contacto directo con los niños. Por eso el bienestar docente es determinante para la calidad educativa y para el aprendizaje. Y, lamentablemente, estas son cosas de las que no estamos hablando”, cerró Mels.