La expresión “hoy está tranquilo” hace 36 años que no existe para Ramón Soto. Desde el 5 de junio de 1989, no olvida más la fecha, este médico rural está radicado en Valentín, una localidad salteña de unos 500 habitantes. Su área de cobertura es de 100 kilómetros a la redonda, lo que incluye lugares tan poco conocidos y poco poblados como Itapebí, Cayetano, Quintana, Pepe Núñez o Paso Potrero.
“A uno le gustaría tener una agenda, pero la vida te sorprende”, dice a Búsqueda. Solo contra el mundo y contra las dolencias de unas 5.000 personas, ser médico rural significa haber tenido que ser traumatólogo, cardiólogo, pediatra, obstetra y un largo etcétera. Sus vecinos le llevan a sus hijos para que les dé información sobre sexualidad. “He tenido que ser hasta cura, sin ser creyente”, dice y se ríe. Ser médico rural es ser un referente local, casi como “dioses chicos”, ilustra. Incluso le dio para ser candidato a intendente.
Pero también son la primera y última (las más de las veces única) línea de combate contra lo desesperado. “De repente estás en tu casa mirando a Nacional y te llaman por un accidente en la ruta, ¡chau tranquilidad! O un infarto, o un ACV (accidente cerebrovascular) o un parto adelantado. Vos tenés un horario de policlínica, pero las cosas pasan cuando pasan”. La ciudad más cercana, con segundo y tercer nivel de atención, es Salto, a unos 80 kilómetros. La ambulancia con la que cuenta llegaría “con suerte, viento a favor y en bajada” en una hora.
Soto, directivo de la Sociedad de Medicina Rural del Uruguay (Someruy), la que también supo presidir, fue recientemente designado como referente del Ministerio de Salud Pública (MSP) para la ruralidad. Él conoce bien una realidad que no solo es desconocida por la mayoría, sino que está en peligro de extinción. Según la actual titular de la Someruy, Claudia Conde, que hace 33 años cumple la misma función y vive las mismas experiencias que su colega en La Charqueada (Treinta y Tres), hoy no llegan a 140 los médicos radicados en localidades de menos de 5.000 habitantes; en 2011, eran 400. Y los últimos intentos para llevar estos profesionales a la campaña han fracasado clamorosamente; en su lugar se han llevado adelante las llamadas “rondas rurales”, siempre dentro del primer nivel de atención, con médicos, parteras y odontólogos recorriendo los pueblos más alejados cada una semana o dos.
Ahora hay una nueva propuesta de plan piloto impulsada por el diputado frenteamplista Federico Preve y su equipo. Es un impulso “mejorado” de una iniciativa que el hoy ministro de Ganadería, Luis Fratti, impulsó en la Rendición de Cuentas de 2021, cuando era legislador. Se trató de un aditivo para fortalecer la atención en 10 policlínicas rurales de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) radicando a 10 profesionales a través de un llamado. Fue una idea calurosamente saludada por todos los partidos, que incluyó una conferencia de prensa con la presencia de autoridades del MSP, ASSE, el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) y la Federación Médica del Interior (Femi).
“La iniciativa fracasó con todo éxito”, lamenta Conde. En un artículo de Búsqueda de febrero de 2023, se habló de solo ocho interesados que se anotaron y dos cupos logrados; la presidenta de Someruy hoy precisa que fue un solo el cargo asignado, en una localidad de Florida, “y no duró nada”. El problema, por entonces, era el mismo que se ha sucedido a lo largo de la historia: es muy poco atractivo para un médico radicarse en el medio de la nada.
ASSE y Udelar
Según Preve, a poco de asumir el nuevo gobierno, Fratti se contactó con él para darle un nuevo impulso a su iniciativa. “Él sabía que yo tenía alguna idea de esto, porque cuando estuve en (la directiva de) el SMU yo había trabajado con Soto (de Someruy) y con Marcela Cuadrado (expresidenta de la Sociedad Uruguaya de Medicina Familiar y Comunitaria —Somefac—, la otra sociedad que trabaja en el medio rural, hoy vocal en ASSE)”, dijo a Búsqueda. “Él me dijo que había hablado con alcaldes y con intendentes que estaban esperando que se hiciera algo. Y yo me puse a estudiar el tema”, añadió.
La iniciativa del diputado, un “plan piloto” que se hará efectivo a través de otro llamado público, se basa en la partida anual que aquel aditivo de Fratti en esa Rendición de Cuentas (concretamente, el artículo 287 de la Ley 19.996) le otorgaba al Programa para el Fortalecimiento de la Atención Médica en el Ámbito Rural. En ese entonces eran $ 18 millones anuales. Inflación mediante, hoy serían $ 23 millones. Con ese dinero, el plan actual pretende solventar la creación de siete cargos médicos de 30 horas semanales.
Según dijo Preve a Búsqueda, el error del llamado anterior radicaba en que no era atractivo para los profesionales a quienes estaba dirigido, básicamente, médicos jóvenes recién recibidos. “No era atractivo desde el punto de vista económico y además no tenía más incentivos. Acá les damos, además de una mejor remuneración, un perfil de alta dedicación, apoyo a través de la telemedicina y posibilidades para la formación continua en medicina familiar y comunitaria”, expresó.
Para eso, añadió, ya tienen el apoyo de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar) y de distintos municipios, que aportarían la solución habitacional al médico interesado. Ya se hizo una selección de las localidades en las que estarían los siete cupos: Plácido Rosas, Lago Merín, Arévalo (las tres de Cerro Largo, el departamento de Fratti), Capilla de Cella (Florida), Andresito (Flores), Gallinal (Paysandú) y Egaña (Soriano). Estas serán el centro de un radio de entre 20 y 30 kilómetros.
“Ninguna de estas localidades cuenta con médico fijo. Si bien esta es una necesidad en muchos lugares, también en estos municipios hubo reclamos específicos sobre el tema, que es algo que también consideramos. En Plácido Rosas, por caso, el municipio ya alquiló una casa con ese fin”, señaló el diputado. Se espera que este nuevo intento asigne los cargos en el segundo semestre de este año.
Más allá de que la iniciativa prevé la complementación entre público y privado, su puesta en funcionamiento estará en la órbita de ASSE. La directora del Primer Nivel de Atención del prestador público, Clara Niz, dijo a Búsqueda que se le encomendó a la Unidad Académica de Medicina Familiar y Comunitaria de la Udelar que se adecuara el llamado, incluyendo perfiles de los profesionales buscados y las condiciones laborales ofrecidas.
“La idea inicial era apuntar a médicos recién recibidos aunque luego se pidió formación en medicina familiar y comunitaria. Por obvias razones, esto apunta a profesionales jóvenes”, indicó Preve.
Tanto Soto como Conde, hoy con familias largamente constituidas, eran solteros cuando se radicaron en Valentín y La Charqueada, respectivamente. “Tus afectos, tus padres, tus hermanos son rehenes de tu decisión de venirte. Y yo quiero ver qué pareja te acompaña al medio del campo”, indica el primero.
Falla la estrategia
La presidenta de Someruy, Conde, no está al tanto de este nuevo intento de cargos para médicos rurales. Sin embargo, indica que la “alta dedicación” era algo pretendido por ellos para ese medio, aunque la cantidad buscada, siete, le parece poca. “Hasta ahora los llamados eran muy poco atractivos y era poca plata para la responsabilidad que se exigía, más allá de que te proporcionaran vivienda. No te daban una posibilidad de seguir desarrollándote profesionalmente”. También se congratula de que su colega Soto haya sido nombrado como referente nacional en el tema por el MSP. “Estamos esperando una reunión con la ministra (Cristina Lustemberg) y el presidente de ASSE (Álvaro Danza) para ver cómo seguimos”.
De los 60 miembros de la sociedad, entre 35 y 40 son médicos. El resto son enfermeros, choferes y administrativos. “Estamos en peligro de extinción, pero estamos luchando”, afirma. “El mayor problema es que a lo largo del tiempo la ciudadanía que vive en zonas rurales ha ido perdiendo sus derechos en atención en salud”, añade Conde.
Un documento de 2015 de la Somefac, elaborado por Cuadrado, señalaba que por entonces había un médico cada 116 habitantes en Montevideo, uno cada 556 en el resto del país y uno cada 1.112 en el área rural.
“En algunos lugares solo contás con un enfermero”, dice Conde. “Hay lugares que son realmente malos para que estés enfermo, lo que atenta contra la columna de la equidad en que se basa el Sistema (Nacional de Salud)”. El hospital más cercano está a 60 kilómetros, en la ciudad de Treinta y Tres.
Estar a disposición todo el tiempo, como primera y única barrera sanitaria, no es para cualquiera. “A veces lo nuestro roza la esclavitud, pero no lo vemos así”, matiza Soto. “Es un modo de vida y lo asumimos como tal”, dice quien también supo ser candidato a la intendencia de Salto por el Frente Amplio en las elecciones de 2015 (sacó 9.091 votos, el 10,36%, perdiendo en la interna ante Andrés Lima). “Yo reconozco que todos los gobiernos, todos los partidos, tienen consenso en la vulnerabilidad de la población rural, que hace falta más médicos. Pero por algún motivo u otro no le dan con la tecla. Es un problema global, ojo, pero que en otros países pase lo mismo o peor no es consuelo”, concluye.