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Ministerio de Ambiente avanza en la autorización del Proyecto Neptuno, mientras persisten reparos técnicos
La cartera dio “vista” del “informe técnico” de evaluación ambiental al consorcio promotor, paso previo a tomar una resolución; Yamandú Orsi dice que “hay aspectos” que no lo convencen, pero apuesta “al diálogo”
Manifestación del sindicato de OSE en contra del Proyecto Neptuno, en el edificio central de OSE, en Montevideo
El pasado martes 19, el Tribunal de Apelaciones en lo Civil de 4° turno revocó la decisión que había tomado el juez Alejandro Recarey en junio de este año, cuando ordenó al Estado “no innovar” y no suscribir el contrato para la instalación del Proyecto Neptuno —también conocido como Arazatí— con el Consorcio Aguas de Montevideo. Además, el tribunal apartó a Recarey del caso por “prejuzgamiento” y declaró la “nulidad absoluta” de lo que había decretado, al entender que sus decisiones “violaron el principio del debido proceso y los derechos de defensa” de las empresas que conforman el consorcio (Ciemsa, Fast, Saceem y Berkes), informó El Observador.
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Además de habilitar la firma del contrato, la decisión judicial autoriza el comienzo de las obras una vez que el Ministerio de Ambiente dé su aval al proyecto, lo que se prevé para mediados de diciembre. Fuentes de la cartera confirmaron a Búsqueda que esta semana se le “otorgó vista a la empresa del informe técnico de la evaluación de solicitud ambiental previa” del proyecto Arazatí, aunque no dieron detalles de su contenido. Una vez que se reciban los descargos y se analicen, el ministro Robert Bouvier podrá firmar la resolución final.
Mientras el trámite avanza, algunos cuestionamientos técnicos persisten. El nuevo presidente electo, Yamandú Orsi, se refirió a la continuidad de la iniciativa durante una conferencia de prensa organizada ayer miércoles 27 tras la primera reunión de transición con Luis Lacalle Pou. Allí afirmó que, si bien no fue un tema abordado con el presidente en ejercicio, entiende que aún no hay una fecha estipulada para la firma del contrato y que existen varias observaciones que “deben ser levantadas” para poder seguir adelante.
“Personalmente, hay aspectos del proyecto que no me terminan de convencer, (...) pero apuntamos al diálogo”, cerró.
El obstáculo de la salinidad para el Proyecto Neptuno
En octubre, Búsqueda dio a conocer un informe elaborado a mediados de año por el Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental (Imfia) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, que había sido encargado por OSE. El documento tenía como fin analizar la salinidad en las aguas del Río de la Plata en la zona de Arazatí. A diferencia de lo que había expresado públicamente el director técnico de la iniciativa, Francisco Gross, el documento concluyó que los eventos de salinidad en el lugar son muy frecuentes.
Tras la difusión del documento, el gerente general de OSE, Arturo Castagnino —según consta en el expediente al que accedió Búsqueda— le envió una carta el 18 de octubre al director de la División de Emprendimientos de Alta Complejidad del Ministerio de Ambiente, Eugenio Lorenzo, quien también se desempeña como docente del Imfia, para solicitar algunas aclaraciones, señalar “inexactitudes” y presentar opiniones contrastadas con otros estudios disponibles respecto a las conclusiones alcanzadas.
Según Castagnino, el análisis del Imfia “correlaciona datos de caudales de los ríos Uruguay y Paraná”, considerados los forzantes principales del escenario de salinidad, cuyos resultados “coinciden razonablemente con los resultados de los estudios hidrodinámicos desarrollados por el consorcio”, por lo cual “no existe contradicción en términos generales”. Sin embargo, señala que el informe de la facultad indica que “esto quiere decir que los momentos en que hubo mayor probabilidad de ocurrencia de condiciones de agua salobre en Arazatí, coincidieron con los momentos en que las reservas del embalse de Paso Severino se encontraron más exigidas”, lo cual “se contradice estrictamente con la realidad observada especialmente durante el período de la mayor y más prolongada crisis hídrica sufrida por el país en el último siglo”.
Particularmente, Castagnino opina que la conclusión del Imfia “no condice” para el ejercicio 2023, el período de más prolongado y agudo déficit hídrico registrado en Uruguay. Esto se debe, argumenta, a que según datos de la sonda multiparámetro instalada en la zona de captación de Arazatí, durante ese período el agua en el lugar “salvo en algún caso puntual de muy pocas horas, estuvo permanentemente por debajo de las 0,45 partes por mil”, considerado el valor máximo aceptable para poder potabilizar el agua, por lo cual la “hipótesis” del Imfia “no se puede sostener” para el período analizado durante el año pasado.
“Retrotrayéndonos con anterioridad al ejercicio 2023, de tomar como válido el teorema, extraeríamos de él conclusiones que no se cumplirían imaginando el porvenir”, agrega el gerente.
En paralelo, Castagnino envió un mail en octubre a Franciso Pedocchi, docente del Imfia, en el que le transmitió las mismas consideraciones y le consultó por los resultados obtenidos en ese sentido, vinculados a las condiciones favorables de agua salobre en Arazatí en los momentos de pocas reservas en Paso Severino.
La respuesta del experto no se hizo esperar y al día siguiente le envió al jerarca de OSE una serie de aclaraciones. Entre ellas, explicó que esta idea “no debe vincularse directamente al caso puntual de 2023”, ya que es una conclusión “que surge de la correlación observada entre la posición del frente de turbidez y del nivel en el embalse de Paso Severino en los 22 años analizados”. Justamente, el docente indicó que se pudo observar que en varias ocasiones a lo largo de esos años los bajos niveles en el embalse “coincidieron con momentos en que la posición del frente de turbidez fue claramente negativa” (es decir, hacia el interior del estuario).
Al mismo tiempo, señaló que este vínculo “es del tipo estadístico y es esperable que existan excepciones a la tendencia general”, que la redacción utilizada en las conclusiones “enfatiza la interpretación estadística de los resultados” y que “busca dejar claro que no se trata de una afirmación determinística”. Sin embargo, reafirmó que “las series analizadas muestran un sesgo claro de que la salinidad en Arazatí fuera probablemente elevada en momentos en que la cota del embalse de Paso Severino se encontraba por debajo de la cota de vertido”.
Gross, a su vez, también envió a Castagnino sus consideraciones el mes pasado tras la difusión del informe y, entre otros aspectos, aseguró que los niveles estimados de seguridad de la obra proyectada para Arazatí, con volumen de reserva de agua bruta suficiente para manejar episodios de salinidad de duración de 75 a 90 días, “están asociados a tiempos de recurrencia en el entorno de 50 años”, lo que contradice específicamente lo mencionado en el informe del Imfia respecto a la identificación de cinco eventos de salinidad de más de tres meses en 22 años.
Desde el Ministerio de Ambiente, en tanto, afirmaron que el informe llegó a sus oficinas a fines de setiembre y que el mismo fue puesto en consideración y tomado en cuenta dentro del informe técnico elaborado por la cartera.