En periodismo decimos que las historias llaman historias.
El detrás de escena de la investigación sobre los brokers que operan desde Uruguay y que, con campañas de desinformación y engaño, captan clientes en América Latina
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSoy Guillermo Draper, editor general de Búsqueda, y vuelvo al ruedo de las newsletters. Entre el último Derrotero electoral que te envié el año pasado y esta edición pasó mucho más tiempo del que quería. Fueron meses de mucho trabajo, de investigaciones complejas. Extrañaba escribir estos correos, que a partir de ahora llegarán cada tres semanas a tu casilla.
Casi un año atrás, una persona me llamó a Búsqueda porque quería compartir una información conmigo. Había leído la nota sobre la decisión del fiscal Gilberto Rodríguez de archivar una investigación por presunta estafa durante la gestión del exministro de Turismo Germán Cardoso. El dato que quería pasarme era sencillo: el testigo clave para que el fiscal archivara el caso había mentido. Intentar probar esa información me abriría paso a un mundo que desconocía y del que saco una conclusión.
Uruguay es un hub regional de estafas.
Esta es la primera edición de Derroteros, mi newsletter más allá de lo electoral. No voy a hablar de las estafas con fondos ganaderos, exrugbistas o dirigentes sindicales. En este mail te quiero contar mi recorrido por plataformas de inversión que, operadas desde Uruguay, ofrecen servicios y dejan sin dinero a centenares de clientes en toda América Latina. Una industria sin chimeneas ni escrúpulos.
Al final de esta edición, además, te espera una propuesta.
En agosto de 2024, el fiscal Rodríguez tomó declaración a Diego Tayler, uno de los directores de Nation Traffic S.A. Desde una IP contratada por esa empresa uruguaya con oficinas en el World Trade Center salieron los primeros mails de una oscura empresa estonia pagada por Turismo para que le proveyese servicios de marketing durante la pandemia. La había acercado Elbio Rodríguez, un asesor honorario del ministro y persona cercana a Nation Traffic S.A.
Tayler dio una explicación técnica un poco extraña de por qué la estonia Kirma Services había usado su IP (simplificando mucho: una dirección de internet específica) para mandar mails al Ministerio de Turismo. En cualquier caso, el fiscal aceptó esa explicación y sin dar tiempo a que los denunciantes analizaran el tema, ni pidieran más información, archivó el caso.
Es ahí que alguien llamó para decir que Tayler no había dicho la verdad. En las oficinas de Nation Traffic, dijo, lo único que funcionaba era un broker, una plataforma de inversiones llamada Tradear.com que ofrecía servicios a clientes en el exterior. Y no solo eso: la plataforma era en sí una estafa.
La fuente tenía su interés y su convicción; el desafío, para mí, era probar que la denuncia era cierta. Me dio algunos datos básicos de la operativa, el nombre de un par de clientes estafados y me dijo que existían quejas sobre esa plataforma y otra anterior que tenía este empresario en páginas especializadas.
Conseguí documentos judiciales en Argentina y Brasil, registros comerciales uruguayos, revisé documentos de isla Santa Lucía, España, Chile, Estados Unidos. Y, más importante, logré contactar a víctimas (que habían dejado su comentario crítico en páginas especializadas) mediante diversas redes (LinkedIn, Instagram, Facebook), quienes me compartieron experiencias y documentos. Hablé con extrabajadores de la plataforma, que me pasaron documentos internos y me explicaron la mecánica desde dentro.
El 27 de febrero, publicamos en Búsqueda la primera parte de la investigación bajo el título “Empresarios uruguayos están detrás de una plataforma de inversiones que opera sin autorización y es acusada de estafa”.
El título estaba apoyado con el siguiente texto: “Con nombres y direcciones falsas, supuestos expertos, que en realidad no tenían formación, llevaron a miles de usuarios en varios países de la región a invertir y perder dinero en la plataforma; uno de los directores de la compañía, Diego Tayler, fue el testigo clave para que Fiscalía cerrara la investigación por estafa en el Ministerio de Turismo”.
Después de que publiqué, surgieron nuevos datos. Con más información, mostré que el dinero de la plataforma transitaba un recorrido opaco.
Pero todavía faltaba exponer la mentira del empresario en Fiscalía. Logré contactar a 16 extrabajadores de la compañía y todos me confirmaron que lo único que funcionaba en la empresa era la plataforma de estafas. Nadie conocía a otros clientes, ni de Estonia ni de ningún otro lugar, que demandaran los servicios de Nation Traffic.
Cuando publiqué la historia sobre Tradear.com, pensé que había encontrado un unicornio. Y sin embargo, era como caer en el rabbit hole de Alicia en el país de las maravillas.
El día de la publicación de la primera parte de la investigación, una persona me escribió para decirme que había otros brokers operando desde Uruguay, que ella trabajó en varios y que todos tenían la misma lógica que yo había denunciado. Se ofreció a conseguirme contratos de trabajo y otros documentos. Sospeché que fuera una trampa, ya que el día de la publicación habían intentado hackear mi WhatsApp, pero acepté la propuesta.
Nos reunimos y me contó que era pareja de un exalumno de la Escuela de Periodismo de Búsqueda, quien le recomendó que hablara conmigo. Era, me dijo, una forma de “lavar culpas” por trabajar en estas plataformas y estafar gente. Porque las víctimas son empresarios, jubilados, emprendedores, desempleados, profesionales. Personas con dinero para arriesgar; otros que no, que pierden ahorros o se endeudan. Algunas desesperadas y vulnerables.
Es gente que podría haberlo pensado mejor, sospechar que había algo raro. Pero también es gente que quizás carecía de las herramientas para huir a tiempo. Seguro que no tenían toda la información, porque les daban nombres falsos, les decían que estaban en España, Sudáfrica, Londres y no en Uruguay, que eran expertos y los iban a ayudar.
La nueva fuente me pasó contratos de tres brokers, algunos documentos básicos de cómo hablar con clientes, me dijo que tenía una entrevista de trabajo en otro y que sabía que había más.
Así empecé el recorrido para detectar la existencia de brokers y contactar a extrabajadores que me pudieran contar cómo trabajaban, pasarme documentos y otros contactos. Busqué y contacté empleados y víctimas por Facebook, Instagram, LinkedIn, X.
Avancé hasta que tenía identificadas 10 plataformas activas o cerradas recientemente y sobre las que tenía testimonios y documentos. Visité todas las que pude. Caí por sorpresa y me echaron de edificios. Publiqué la historia y, por supuesto, nuevas pistas me llegaron por distintas vías (mails anónimos, mensajes en redes sociales). Había más plataformas que no había nombrado y otras cosas que denunciar.
Mi red de contactos entre ex y actuales empleados creció, contacté a más gente por las redes que ya había usado y sumé Reddit, y pude contar otras aristas del problema, como las pésimas condiciones laborales.
A medida que hablaba con ellos, otra idea crecía: todavía no había contado en detalle cómo llegaban clientes a estas plataformas.
Los brokers que están en Montevideo operan con clientes en el exterior y no permiten ingresar desde Uruguay. Esto es porque “donde se come no se caga”, como le dijo el gerente de una plataforma a una fuente; a los clientes les ocultan la verdadera ubicación de sus oficinas, lo que hace casi imposible que les lleguen reclamos o denuncias.
Sabía que captan clientes mediante campañas de marketing basadas en desinformación, creadas internamente o contratadas a terceros (“afiliados”, según la jerga del sector). Tenía dos caminos: podía usar un mecanismo para que pareciera que estaba navegando desde otro país (una VPN) y así toparme con los anuncios falsos o trabajar en colaboración con otro medio.
Opté por el camino de la colaboración, lo que permitiría dar más visibilidad a la historia allí donde estaban las víctimas.
Le pregunté a una colega de La Silla Vacía, un medio colombiano con mucha calidad, si su equipo de desinformación había analizado los videos falsos que pululan en redes con presidentes y famosos recomendando inversiones. Me respondió que sí y me pasó el enlace a la nota, publicada un año antes.
En aquella nota contaban que habían cliqueado en uno de los avisos falsos, completado un formulario y que, en seguida, los había llamado alguien con “acento argentino” de la plataforma Axia Trade. Teníamos un match, aunque en La Silla Vacía no lo supieran: el call center de Axia Trade era una de las oficinas que yo había visitado por sorpresa en Montevideo. El acento era uruguayo.
Le propuse al equipo de La Silla Vacía que rastrearan nuevos avisos y completaran formularios, a ver si los contactaban desde esa u otras plataformas que yo había encontrado en Montevideo. Fue un éxito: hubo cinco positivos.
La Silla Vacía analizó los avisos de desinformación y sus movimientos, recibió las llamadas como potencial víctima. Mientras tanto, yo estaba a cargo de averiguar todo sobre las campañas desde el punto de vista de los brokers: cuáles eran, cómo funcionan y qué saben los empleados que tienen que llamar. Logramos cerrar el círculo desde el clic en el aviso falso hasta la llamada desde Montevideo.
Mientras trabajaba con La Silla Vacía, me puse el sombrero de editor para guiar al equipo de combate a la desinformación de Búsqueda. Les pedí que hicieran lo mismo que La Silla Vacía pero con avisos en Uruguay, para mostrar que los uruguayos estaban expuestos a estafas similares, pero llevadas adelante desde otros países.
Si te preguntabas qué está detrás de esos avisos falsos con famosos supuestamente recomendando inversiones —algunos muy muy truchos— que aparecen en internet, las dos notas que publicamos el 2 de junio muestran un poco de luz. Aquí sus títulos:
“Brokers que operan desde Uruguay captan clientes en América Latina con campañas de desinformación”.
“Con imágenes de figuras públicas y declaraciones falsas, plataformas de inversión engañan y atraen a usuarios uruguayos en redes sociales”.
Todavía no puedo decir que haya abandonado este mundo. Hablé con más de 40 trabajadores y extrabajadores, y la lista sigue creciendo. Es una investigación en proceso, hasta que declare lo contrario.
Me encantaría que esta edición de Derroteros cerrara con un resumen del impacto de la investigación. Pero hay poco para decir sobre el tema. El Banco Central (BCU) inspeccionó un broker y, hasta donde tengo información, quedó por ahí. Como le dijeron desde el BCU a una extrabajadora que se acercó a brindar información sobre uno de los brokers: al no haber víctimas en Uruguay, no hay nada que puedan hacer. El “donde se come no se caga”, después de todo, parece ser una buena estrategia.
¡Ah! Por si te quedó la duda —sé que muchos extrabajadores que me dieron su testimonio se lo preguntaron—, el caso del Ministerio de Turismo tampoco se movió.
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