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    Blanco (y crujiente) como hueso de bagual

    Lo que está en juego entre los nacionalistas es de qué forma encarar la oposición y eso tendrá una incidencia central de cara a las elecciones de 2029

    Director Periodístico de Búsqueda

    “Ahora sí, a terminar la tibieza. ¡Vamos a ir con todo contra el Frente Amplio!”. Eso me escribió por WhatsApp en la mañana del lunes 28 de octubre, al otro día de las elecciones nacionales, uno de los referentes de la lista 40, la más votada del Partido Nacional en esa instancia. Llamada mediante, profundizó en sus ideas. La gente está “harta de lo políticamente correcto” fue su conclusión. Es necesario “confrontar mucho más”, agregó y se mostró confiado en que lograría convencer a sus correligionarios para que adoptaran esa estrategia.

    No parece que lo haya logrado. Aunque nada quedó muy claro durante ese mes previo a la segunda vuelta, celebrada el último domingo de noviembre. El Partido Nacional votó mucho mejor de lo previsto en octubre, iniciaron con optimismo el tramo final hacia el balotaje, pero después su fórmula presidencial perdió por casi 100.000 votos. Y los mensajes hacia el Frente Amplio fueron muy confusos.

    El candidato Álvaro Delgado centró gran parte de sus discursos públicos en criticar al Frente Amplio pero también anunció que lo convocaría al diálogo si ganaba y que hasta sumaría a algunos de sus integrantes a cargos importantes en un eventual gobierno presidido por él. La coalición republicana no contaba con mayoría parlamentaria así que era lógica esa actitud más moderada, pero no cayó bien en una parte del electorado.

    Después de perder las elecciones con su contrincante, el actual presidente electo Yamandú Orsi, llegaron las críticas. Algunos lo acusaron de haber sido demasiado “flojo” o “conciliador” o “tibio” en su encare de la campaña y sus cuestionamientos al Frente Amplio. Otros lo cuestionaron por supuestamente haber subestimado a ese partido opositor y por haberse dedicado demasiado a criticarlo por cuestiones menores y no por los asuntos de fondo. La elección de Valeria Ripoll como compañera de fórmula también fue una de las críticas repetidas, especialmente por su pasado de izquierda.

    Quizá todos tengan un poco de razón o quizá ninguno la tenga. Nada mejor que el tiempo para poder ver con más claridad qué fue lo que pasó, cómo fue posible que en menos de un mes la coalición republicana haya perdido tantos votos. Pero hay otra cuestión de fondo, que tendrá una resolución en breve y es probable que sea definitoria de los próximos cinco años. Esa es la pelea de hoy.

    “Cosa de blancos”, les gusta decir a ellos cuando empiezan los chisporroteos. Tienen una larga historia al respecto. Son muy pasionales y suelen no guardarse nada. Eso que les juega a favor en muchas instancias, en otras los muestra hacia fuera como un tanto beligerantes. Pero así son y lo asumen, porque aman a su historia y en base a ella quieren construir su presente y futuro.

    “Blancos como hueso de bagual”, se definen. Enamorados de su divisa. Y cada tanto esos huesos, que forman parte de la historia y de la actualidad uruguaya, crujen un poco para volver a acomodarse de cara al futuro. Hoy es uno de esos momentos.

    ¿Por qué? Porque los blancos tienen que volver a la oposición luego de haber encabezado durante cinco años el gobierno nacional y ese siempre es un punto de quiebre. ¿Por qué además? Porque solamente tienen un líder indiscutido, que es el actual presidente Luis Lacalle Pou, y por abajo de él hay varios interesados en ocupar roles centrales.

    ¿Qué pasa entonces? Que los que compiten por obtener más protagonismo empiezan a hacer “cosas de blancos”, a asumir públicamente sus diferencias, a marcar sus distintas posturas frente a la nueva realidad política con el objetivo de que la mayoría de sus correligionarios los elijan como nuevos líderes.

    Las opciones por delante son dos y bastante diferentes. No en sus orígenes pero sí en la estrategia que prevén hacia el futuro. Lo que está en juego entre los nacionalistas es de qué forma encarar la oposición y eso tendrá una incidencia central de cara a las elecciones de 2029. El consejo que les dio el líder Lacalle Pou antes de terminar el 2024, como informó Búsqueda en su última edición, es que no rompan al partido, porque sabe que la disputa está instalada y no hay como evitarla.

    Del un lado están los que creen que el camino es confrontar con más firmeza al Frente Amplio, ubicarse bien lejos y abandonar el discurso más conciliador. La cara visible de esa línea más dura es el senador electo Sebastián Da Silva, integrante de la lista 40, que está liderada por el también senador y exministro de Defensa, Javier García.

    García es uno de los candidatos a presidir el Directorio del Partido Nacional. Detrás de él se agrupan muchos de los que evalúan como errada la estrategia de la fórmula blanca en la última campaña electoral. Consideran que se alejaron mucho de las ideas más importantes para los nacionalistas y que, al moderar el discurso, perdieron identidad. Los hay de distintas intensidades. Algunos, los que se ubican más al extremo, hasta ponen como ejemplo al actual presidente argentino Javier Milei y dicen que ese puede ser un buen modelo a seguir. Otros tan solo cuestionan algunos puntos y especialmente la elección de Ripoll como candidata a vice, porque la ven como una persona muy lejana a su orientación ideológica.

    Justamente el que está del otro lado, y que compite con García para presidir el directorio nacionalista, es Delgado y también muchos de los que lo acompañaron durante todo el año electoral. Tienen una visión un tanto más moderada y son vistos como más cercanos al centro del espectro político. Es más, Delgado se encargó de destacar en más de una oportunidad durante el último tramo de la campaña electoral su condición de dialoguista y su buen relacionamiento con varios de los principales dirigentes del Frente Amplio. Tiene, para poner solo un ejemplo, un diálogo fluido con Orsi y han trabajado juntos en varias oportunidades en el pasado cercano, él como secretario de la Presidencia y Orsi como intendente de Canelones. Es además el designado por el actual directorio nacionalista para negociar los cargos con el futuro gobierno frenteamplista.

    Lo irónico de esta disputa cada vez más profunda dentro del Partido Nacional es que tanto García como Delgado provienen del mismo lugar y ambos fueron fundamentales en el crecimiento del liderazgo de Lacalle Pou. Están desde los orígenes en el sector político encabezado por el actual presidente, que logró llevar a los blancos al poder después de 20 años, y hasta votaron juntos en las últimas elecciones internas, acompañado la candidatura de Delgado. A su vez, sus orígenes juveniles son wilsonistas y ambos compartieron la militancia universitaria a la salida de la dictadura.

    Teniendo en cuenta esos antecedentes, no parecen ser muy ideológicas ni de fondo sus diferencias. Pero llegar a esa conclusión es hacer una lectura muy parcial de la realidad actual. Los caminos que cada uno de ellos lideran hacia adelante son paralelos y solo uno será el responsable de dejar a los blancos más cerca de volver al poder en 2030 o de alejarlos. Todavía esta por verse cuál.