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    Culpables

    Ninguna debería atravesar lo vivido por Clara y por los miles de mujeres abusadas cada año; por eso hay que hablar, pelear y enfrentar hasta el cansancio, incluso a los más poderosos y bajo nuestro propio riesgo; no nos queda otra

    Columnista de Búsqueda

    Imaginate que tenés 21 años. Que vas a una fiesta en el club del que sos parte desde los cinco. Tu casa. Que en un momento vas al baño y tu vida cambia para siempre. Imaginate que en dos segundos pasa todo. Te empujan hacia adentro, te dan contra una pared y te violan. Imaginate que ese que te violó es un compañero del club. Que no vas a querer denunciar porque tenés miedo de que digan cualquier cosa de vos. Que no querés que se entere todo el mundo porque te morís de vergüenza, pero, antes de que puedas reaccionar, ya está publicado y no paran de llegarte mensajes. Que te morís de miedo, tenés ataques de pánico, tu vida queda en pausa, tenés que dejar tu club, porque no te respalda; dejar tus proyectos, tus sueños. Tu vida.

    Y mientras vos dejás todo y luchás cada día por seguir a pesar de estar desgarrada, lo ves a él, que sigue con su vida como si nada, que lo contratan de acá y de allá, que es ídolo en otros países, que un club lo rechaza y que otro, a pesar de las advertencias de las mujeres que lo integran, le abre las puertas sin preguntar. Imaginate que hace un par de goles y la gente lo ama, porque, claro, la camiseta es más importante. Los colores, la copa, el campeonato. Mucho más importante. Imaginate que, una semana antes de que lo declaren culpable, después de cuatro años de padecer, el director técnico del club dice que ojalá pueda estar el próximo domingo, que el club lo necesita. El club por sobre todas las cosas, incluso una denuncia de violación. ¿Te imaginás?

    Ahora imaginate que sos vos, que es tu hermana, tu hija, tu amiga. Pero imaginate bien. Imaginate hasta que te duela bien fuerte.

    “Hoy 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Hoy tuve justicia. Estoy cansada y todavía no caigo en la importancia de todo esto, porque dentro de mí sigo trabajando para poder salir adelante”. Esas fueron las palabras de Clara, la víctima de violación de Diego García. Cuatro años esperando, y, mientras escribe eso, hay personas que a través de los medios de comunicación se compadecen del jugador, del club, hablan de un duro golpe, del fin de una carrera. ¿Qué? Mientras Clara grita que hay un violador menos en la calle y en la cancha hay personas que están pensando en el clásico del domingo. Porque, claro, el club, el campeonato, la copa. Claro, la mujer violada no tiene nada que ver con la pelota. ¿Y saben qué? El culpable va a ir preso, pero el daño ya está hecho. Y la lista de culpables en perpetuar esto es larga. El club que lo contrata aun cuando tiene una causa judicial por abuso sexual, pese a las advertencias de la Comisión de Género; el técnico que no duda en ponerlo a jugar mientras esa causa sigue abierta; los hinchas que lo idolatran porque “hay que separar las cosas”. No hay que separar nada, señores.

    Bajo el argumento de que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, le siguieron reventando la vida a una mujer que tenía todo por delante. Pudieron evitarlo. Pudieron escuchar a las mujeres del club cuando intentaron detener esa contratación. Pudieron, a pesar de haberlo contratado, esperar a que el juicio terminara. Pudieron evitar que un montón de niños lo vieran como un ídolo. Pudieron evitar tener a un hombre acusado de violación adentro del club. Pudieron haber evitado que cada vez que entraba a la cancha una mujer abusada reviviera su dolor. Es que no entra en la cabeza.

    “En virtud del reciente fallo judicial del Tribunal Oral de Primera Instancia de la ciudad de La Plata (Argentina) en lo concerniente al futbolista Diego García, el Club Atlético Peñarol expresa que, tal como estaba estipulado, se ejecutará de manera inmediata la rescisión del contrato profesional que lo vinculaba a nuestra Institución”, comunicó el club. Tarde. Tardísimo. Incomprensible. Lo contrataron a pesar de una investigación por violación en su contra. No un hurto, no un delito menor. Una violación. Y olvidaron mencionar que el “tal como estaba estipulado” fue gracias a la Comisión de Género del club que hizo lo posible por evitarlo y logró, al menos, la cláusula de rescisión. En enero, cuando lo contrataron, Peñarol emitió un comunicado que, entre otras cosas, decía esto: “La llegada de García representa un aporte valioso en términos deportivos para el plantel y responde a una solicitud del cuerpo técnico comandado por Diego Aguirre. A esos efectos, tanto el entrenador como Peñarol a nivel institucional evaluaron la oportunidad de la contratación con especialistas en derecho”. Una pena, Diego Aguirre, con todo lo que siempre significó para el club, que haya apañado hasta último momento al jugador acusado. Una pena escucharlo decir “ojalá lo tengamos el domingo”. Una pena, porque esta decepción no se va.

    Y gracias a las mujeres. Una vez más a las que ponen el pecho para frenar abusos, para denunciar, para intentar evitar que a otras les pase. Ninguna debería atravesar lo vivido por Clara y por los miles de mujeres abusadas cada año. Por eso hay que hablar, pelear y enfrentar hasta el cansancio, incluso a los más poderosos y bajo nuestro propio riesgo. No nos queda otra.